En un descubrimiento que redefine nuestra comprensión del pasado precolombino de América del Sur, arqueólogos han sacado a la luz un misterioso círculo de piedras en las alturas de los Andes, desafiando la cronología tradicional de las grandes construcciones monumentales a nivel mundial. Este hallazgo, ubicado en el valle de Cajamarca, al norte de Perú, emerge no solo como un testimonio del ingenio humano sino también como un eslabón en la incesante búsqueda de respuestas sobre las primeras civilizaciones de la región.
El sitio, bautizado como Callacpuma, se asienta majestuoso a cerca de 10,000 pies sobre el nivel del mar, custodiado por las imponentes montañas andinas, cuyo dominio se extiende a lo largo de más de 5,000 millas, formando la columna vertebral de América del Sur. Lo que hace especial a este conjunto de piedras es su configuración: una plaza circular con un diámetro aproximado de 60 pies, compuesta por dos paredes concéntricas de piedras sin tallar, dispuestas verticalmente con una precisión que desafía su antigüedad.
Según revelaciones publicadas en la revista Science Advances, las técnicas de datación por radiocarbono han permitido determinar que la construcción de este monumento se remonta a unos 4,750 años, situándolo en el periodo «Precerámico Tardío» de la arqueología andina. Este dato no solo indica que fue erigido unos cien años antes de las pirámides de Egipto según los arqueólogos, sino que también comparte contemporaneidad con otro gigante de la prehistoria, Stonehenge.
Jason Toohey, arqueólogo antropológico de la Universidad de Wyoming y autor principal del estudio, ha destacado la importancia de este hallazgo, al señalar que se trata de uno de los primeros ejemplos conocidos de arquitectura ceremonial megalítica monumental en América. Su singularidad radica en la técnica de construcción empleada, caracterizada por el uso de grandes piedras megalíticas colocadas de manera independiente y vertical, una modalidad hasta ahora inédita en los registros arqueológicos de los Andes, y distinta a otras plazas monumentales conocidas en la región.
La plaza circular según los arqueólogos no solo representa un hito arquitectónico, sino que también arroja luz sobre la complejidad de las sociedades que habitaron el Valle de Cajamarca durante este periodo. Según Toohey, estos grupos, aunque relativamente pequeños y móviles, comenzaban a experimentar con la producción de alimentos, transitando desde prácticas de caza y recolección hacia formas tempranas de horticultura y, posiblemente, domesticación de animales.
La función específica según los arqueólogos de la plaza sigue siendo un enigma, aunque su forma, escala y la ausencia de artefactos domésticos en sus alrededores sugieren un propósito ceremonial. Se cree que pudo haber servido como punto de encuentro y lugar de rituales para las comunidades tempranas del valle, un espacio donde lo colectivo primaba sobre lo individual, tal vez en un esfuerzo por afianzar vínculos sociales y espirituales en un momento de transición y asentamiento.
Este enfoque hacia la monumentalidad, según los investigadores, es indicativo de una sociedad que, pese a su escala reducida, aspiraba a manifestar su presencia física y espiritual a través de la creación de estructuras que perdurasen en el tiempo, sirviendo tanto para celebrar eventos comunitarios como para reafirmar lazos con el territorio y sus recursos.
El descubrimiento de Callacpuma no solo enriquece nuestro conocimiento sobre las prácticas constructivas y sociales de las culturas prehispánicas en los Andes, sino que también se suma a un corpus global de sitios arqueológicos que atestiguan la capacidad de los antiguos humanos para modificar su entorno de manera significativa y duradera, mucho antes de lo que comúnmente se asume.
Arqueólogos lo relacionan con Göbekli Tepe en Turquía
Entre estos según los arqueólogos, se encuentran Göbekli Tepe en Turquía, considerado uno de los templos de piedra más antiguos conocidos, Stonehenge en Inglaterra, y las pirámides de Giza en Egipto, todos ejemplos de cómo distintas culturas, dispersas a lo largo del globo y separadas por milenios, compartieron un impulso común hacia la creación de espacios que transcendieran su existencia inmediata, proyectándose hacia el futuro como testigos de su ingenio y espiritualidad.
A medida que se planifican futuras investigaciones en Callacpuma, incluyendo el empleo de tecnologías de detección remota no invasivas para descubrir nuevas características asociadas al monumento, la expectativa crece y se considera más antiguo que las pirámides de Egipto. Los investigadores esperan desentrañar aún más secretos sobre las personas que se congregaron en este lugar, sus vidas, creencias y la red de relaciones que los unía, ofreciendo así nuevas perspectivas sobre la compleja trama de la historia humana.