Una moción de censura devuelve al de Valleseco un bastón de mando que lo sitúa en óptima posición ante el venidero Congreso de su partido; el PP defrauda con sus ataques a los medios de comunicación.
Discutible en tiempo y forma, pero legítima. La moción de censura que prosperó ayer en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife ha devuelto el bastón de mando de la capital a José Manuel Bermúdez (CC), quien ya lo ostentase durante dos mandatos y que, ahora, cuenta con dos años y diez meses más para dejar su impronta en la ciudad, en perjuicio de Patricia Hernández (PSOE), a la que nadie negará su puesto en la Historia como la primera mujer y socialista que ocupó tal honor, aunque solo fuera durante un año que, guste o no a sus críticos, sí que está jalonado por hitos en su gestión.
Desde ayer, CC se atrinchera en Santa Cruz. Pero los hechos de ayer en la Casa de Los Dragos van más allá de la política municipal, dado que convierten a Bermúdez en el indiscutible referente institucional de su partido a las puertas de un Congreso donde se ventilarán, no lo olvidemos, las cuitas internas por el fracaso de 2019, donde la negociación de los dirigentes coalicioneros arruinó sus expectativas de, pese al creciente rechazo popular tras tantos años, conservar el poder en feudos como el Gobierno de Canarias. Consciente de que lo que conviene es sacar pecho (aún) en dicho frente, Bermúdez deseaba ayer otras censuras exitosas para los suyos, pero a nadie se le escapa que, para salir airoso de dicho Congreso de CC, hay que contar con este mascarón de proa política para los suyos.
Otra clave incuestionable de ayer pasa por la certificación del exagerado alarmismo aireado en las vísperas de una jornada donde la tranquilidad imperó en la calle, perdida hace tiempo por Coalición, antaño un partido de barrios y hoy reconvertido en una formación de cuadros. Eso permitió a Patricia Hernández endulzar una derrota en una guerra que dista mucho de dar por perdida.
Una nota discordante fue el alegato del portavoz del PP santacrucero, Guillermo Díaz Guerra, quien defraudó con su ataque a los medios de comunicación, que han desvelado asuntos tan controvertidos como el de Juan Luis Guerra o Sebastián Yatra, esos que en su grabación publicada resumía como “lo de Fiestas es un escándalo” y que ahora niega, porque desde el Ayuntamiento no le han dado la documentación pertinente. Esa deriva, no desautorizada por la dirección insular de su partido, ensombreció una jornada que se reinvindicaba legítima.