Los discos de freno son una parte fundamental del sistema de frenado de vehículos como el coche. Al principio, estos dispositivos se introdujeron en vehículos especialmente deportivos, que requieren de una capacidad de frenada mucho más precisa que la requerida en los convencionales. Hoy día, sin embargo, se colocan especialmente en el eje delantero de los automóviles. Los hay de diversos tipos y, en cualquier caso, su tarea es la misma: reducir la velocidad del coche mientras lo conducimos. A fin de preservar nuestra seguridad en la carretera, así como la de quienes nos rodean, es indispensable que los discos de freno se mantengan en buen estado. Para ello, es vital cambiarlos cuando notemos que están desgastados. La forma más efectiva es preveer el desgaste, algo que se consigue revisando estas piezas con una cieta regularidad. Así evitaremos accidentes, para lo que hace falta tener en cuenta los síntomas y averías que puedan derivarse de su uso.
En el presente artículo recogemos toda la información que necesitas saber para poder identificar si los discos están o no desgastados y, en caso de estarlo, cómo proceder a su sustitución por unos nuevos.
Identificando el tipo de disco
Según las dimensiones del vehículo, su peso y potencia, se utilizan unos discos de freno u otros. Dicho en otras palabras, es necesario saber los tipos de discos de freno que existen en el mercado e identificar, por supuesto, los que tienen nuestro vehículo.
Discos de freno sólidos
Esta clase de discos se encuentran habitualmente en vehículos pequeños, dado que disipan el calor lentamente. Por otra parte, se componen de una sola pieza, la cual suele instalarse en las ruedas traseras del vehículo, con excepción de algunos coches que la instalan en las cuatro redes.
Discos de freno ventilados
Tal y como su nombre indica, se componen de dos discos separados por unos canales radiales que permiten su ventilación. De esta forma, los discos se posicionan en la rueda a ambos lados del punto de fricción, para que la corriente de aire que se produce al girar el disco de freno pase a través del mismo, para evitar así su sobrecalentamiento. Habitualmente se colocan en el eje delantero y, en caso de que el vehículo sea especialmente pesado, en ambos ejes.
Discos de freno perforados
Otro elemento adicional al propio disco es la pastilla. Las pastillas de freno, cuando los frenos son utilizados de forma intensa, liberan gases que forman una película sobre el disco. Dicha película impide que la pastilla toque el disco de freno. Para que esto no suceda (lo cual pondría en jaque la efectividad del frenado del coche), los discos de freno perforados cuentan con un diseño que les permite liberar los gases. No obstante, no son frecuentes, ya que al tener más perforaciones reduce la capacidad de disipación de calor del disco de freno. Hoy día apenas se utilizan.
Discos de freno ondulados
Aparte de su atractivo estético, el peso de estos discos es menor, mientras que la disipación del calor es mayor. Estas dos características suponen ventajas que Audi ha tenido muy presente a la hora de incorporarlos en sus modelos de coche.
Discos de freno carbocerámicos
Estos discos disipan el calor en tal medida que son menos propensos que otros discos a deformarse en caso de frenados intensivos. Como contrapartida, son caros.
Cambiando los discos de freno
Generalmente, conviene cambiar los discos de frenos cada dos o tres cambios de pastilla. Ello depende de varios factores, entre los cuales encontramos:
- Tipo de disco de freno
- Frecuencia de su uso
- Kilometraje acumulado del vehículo
- Área por la que el coche haya sido utilizado: ciudad, carretera secundaria o autovía.
- Etc.
Respecto al cuarto punto, según el entorno, el freno habrá sido más o menos utilizado. Por ejemplo: en entornos urbanos se utiliza con muchas más frecuencia que en las carreteras secundarias. Las autovías son los entornos en los que menos se recurre al frenado del vehículo.
El consejo que habitualmente suele darse es cambiar el disco de freno cada dos cambios de pastillas, es decir, cada 100.000-120.000 Km de recorrido. Esta cifra varía en función del fabricante. Por supuesto, también depende del estilo de conducción. Si el vehículo se ha conducido abusando de los frenazos, yendo al límite por la carretera y tomando curvas a gran velocidad, etc. el desgaste es mayor.
Conviene, por tanto, cambiarlos a tiempo, antes de que el disco pueda quebrarse o deje de ser efectivo, lo que haría que nuestro vehículo se quedara sin frenos.
Síntomas y alertas
Debemos preocuparnos cuando veamos las siguientes señales:
- Los frenos chirrían muy fuertemente. Un poco de chirrido es normal, porque depende de la limpieza de los frenos, pero cuando éste ya es intenso en condiciones de conducción habituales, conviene prestarle atención a las pastillas de freno, que requerirían de cambiarse antes de poder dañar en su uso los discos de freno.
- En algunos vehículos, se enciende una luz de advertencia en el tablero de instrumentos. No todos los vehículos tienen este equipo de sensores que detectan cuándo es posible que se esté dando un problema en los discos o pastillas.
El coche se desplaza hacia un lado y otro de la carretera mientras se conduce. Por supuesto, lo mismo sucede cuando se intenta frenar y el coche se desvía hacia un lado u otro.