El Teide en Tenerife, el imponente volcán situado en el corazón de Tenerife y símbolo natural de Canarias, ha vuelto a centrar la atención de científicos, autoridades y población local tras registrar un nuevo repunte de actividad sísmica en las últimas semanas. Los microseísmos, detectados en el entorno del Parque Nacional del Teide, forman parte de un patrón que se repite cíclicamente en la isla y que es analizado con precisión por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) y el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan).
Desde el pasado mes de mayo hasta mediados de junio de 2025, se han localizado más de 160 pequeños sismos en la zona del Teide-Pico Viejo, la mayoría de ellos a profundidades de entre 5 y 15 kilómetros. Aunque las magnitudes han sido en su mayoría bajas (entre 0.5 y 2.1 en la escala de Richter), los enjambres sísmicos han llamado la atención por su frecuencia, su concentración geográfica y la presencia simultánea de otros fenómenos como ligeras deformaciones del terreno.

Involcan, organismo dependiente del Cabildo de Tenerife, ha emitido varios informes técnicos donde se descarta por el momento un escenario de erupción inminente, pero reconoce que el nivel de vigilancia ha sido elevado. El director científico de Involcan, Nemesio Pérez, ha declarado recientemente que “este tipo de actividad forma parte del comportamiento natural de un volcán activo como el Teide, pero es fundamental mantener un seguimiento constante y rigurosamente científico”.
¿Qué está ocurriendo bajo el Teide? La actividad sísmica en el Teide, bajo lupa
Los enjambres sísmicos detectados no han sido sentidos por la población, debido a su baja intensidad, pero sí han activado alertas en los sistemas automáticos de vigilancia volcánica. La red de estaciones sismográficas y GPS distribuidas por todo el parque nacional permite captar cualquier anomalía en tiempo real, incluyendo señales de presión magmática, cambios de temperatura o emisión de gases volcánicos.
En este caso, los expertos destacan que no se han detectado emisiones de dióxido de azufre (SO₂), ni desplazamientos del terreno significativos, lo que aleja la posibilidad de una erupción en el corto plazo. Sin embargo, la actividad es considerada un recordatorio de que el Teide es un sistema volcánico activo y vivo, cuya última erupción registrada se produjo en 1909 (Chinyero) y que forma parte de un complejo geológico con potencial eruptivo.
Los científicos también vinculan este repunte sísmico en El Teide con procesos internos de redistribución de fluidos y gases magmáticos, algo que puede suceder sin que llegue a traducirse en actividad superficial. “Podemos estar hablando de movimientos de fluidos en la corteza o simplemente de fracturamiento de roca a gran profundidad”, apunta María José Blanco, directora del IGN en Canarias.
A pesar del revuelo mediático que a menudo generan estos fenómenos, las autoridades insisten en la normalidad de la situación y la total seguridad para quienes visitan el Parque Nacional del Teide, que sigue operando con normalidad y sin restricciones. Sin embargo, la actividad sísmica ha reactivado el interés turístico por el volcán y ha hecho aumentar el número de visitantes a los centros de interpretación y senderos del entorno.
Al mismo tiempo, se ha incrementado la presencia de investigadores internacionales que, junto con equipos del CSIC y universidades locales, están utilizando el Teide como laboratorio natural para estudiar el comportamiento de los sistemas volcánicos insulares.
Por el momento, no se contempla elevar el nivel de alerta volcánica, que permanece en verde, el más bajo dentro del semáforo de vigilancia del IGN. No obstante, las autoridades recuerdan que es esencial seguir las fuentes oficiales y evitar la difusión de bulos o mensajes alarmistas en redes sociales.