La entidad religiosa constata que detrás del “fuerte tirón” de la demanda de productos básicos están las familias que se han quedado sin nada y acuden por primera vez a pedir comida.
Canarias afronta una tremenda crisis sin precedentes, por ejemplo en el sur de Tenerife y los barrios del área metropolitana, Santa Cruz y La Laguna, son las dos zonas de la Isla donde más crece la demanda de personas que llaman a la puerta de Cáritas en medio de esta crisis por la pandemia. La drástica reducción del turismo, a raíz de la expansión del coronavirus, y la dependencia de numerosas familias de la economía sumergida han llevado a muchas de ellas al borde del abismo. Sirva de ejemplo que del total de atenciones en abril, 3.175 personas, unas 700 correspondieron a nuevos demandantes.
Detrás del “fuerte tirón” de la demanda de ayudas básicas (alimentos, medicinas y productos de higiene) en los últimos meses están las personas que por primera vez se han visto obligadas a recurrir a esta ONG porque se han quedado sin nada. Son mayores, matrimonios jóvenes con hijos de corta edad, inmigrantes que en la mayoría de casos dependían del sector servicios o de los cáncamos y a los que la vida les ha cambiado casi de un día para otro.
La mayor parte de las llamadas que recibe el servicio telefónico habilitado por Cáritas en marzo para canalizar las demandas de ayudas y asistencia básicas (662865326) proceden de los municipios de Granadilla, Arona, Adeje y Guía de Isora. “Hay familias con cuatro hijos en paro, otras que llegaron de Venezuela pocos días antes del estado de alarma y les cogió el confinamiento aquí, otras que malviven en asentamientos… esa es la realidad que nos encontramos día tras día”, manifestó a este periódico Jesús Alberto González, coordinador del departamento de Promoción y Animación de la Comunidad, encargado de la atención de base.
Después de 29 años prestando servicio en la organización perteneciente a la iglesia católica, González subraya la dificultad del nuevo panorama económico y social que ha dibujado la Covid-19. “Esta crisis es de mayor gravedad que la de 2008, porque a muchas familias les ha cogido cuando empezaban a levantar cabeza, y a eso se une la incertidumbre de cuánto va a durar y la amenaza de una segunda pandemia después del verano”.
Gran parte de las necesidades se concentran entre la comunidad de inmigrantes. “Tratamos de coordinarnos con las administraciones para atender los casos a los que ellas no pueden llegar, porque los demandantes no cumplen, por ejemplo, con el requisito de estar empadronado el tiempo necesario para optar a una ayuda”, explicó.
Cáritas, como otras ONG que se vuelcan en ayudar a los más desfavorecidos en la comarca sur, se ha encontrado con la realidad de hombres y mujeres que duermen en chabolas, cuevas, playas, barrancos, coches abandonados y asentamientos en el Sur.
Las personas sin hogar es una de las prioridades de la organización y con ese fin se crearon las Unidades de Atención en la Calle, un servicio que se inició en La Palma hace casi tres años y se ha extendido a distintos puntos de la provincia tinerfeña, entre ellos el Sur.
“Esa realidad estaba ahí, aunque la pandemia la ha hecho más visible. Son personas sin ninguna alternativa de residencia con las que abordamos un proceso voluntario de mejora y de cambio ofreciéndoles cobertura básica ante su difícil situación”, indicó el coordinador.
ENTREGA DE TARJETAS, PAQUETES DE ALIMENTOS Y MEDICAMENTOS
Cáritas Diocesana da respuesta a través de fondos propios de la entidad que entrega en forma de tarjetas de compra para supermercados o a través de packs de alimentos no perecederos. La entidad también apoya la compra de medicamentos mediante vales en las farmacias y la adquisición de bombonas de gas butano.