Jarnie Bisceglia, una estadounidense que vive en Tacoma Narrows, en Washington, participó recientemente en un concurso de pesca de salmón, hasta que logró pescar un pulpo. Ni corta ni perezosa, cogió al animal, llevándolo hasta su cara para gastar una broma a sus amigos. Cual sería su sorpresa cuando, en actitud defensiva, el pulpo clavó su pico en la barbilla, algo que le provocó un corte y, lo más peligroso, una parálisis facial.
El pulpo rojo del Pacífico tienen un potente pico que usan para romper y comer cangrejos, almejas y mejillones, a los que inyecta un veneno muy fuerte que sirve para inmovilizar a sus presas.
«Todavía tengo dolor. Estoy tomando tres antibióticos diferentes. Dicen que la hinchazón puede ir y venir durante meses», agregó Bisceglia, que también aclaró que iba a comerse al pulpo una vez retirado de su cara.
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