Es fascinante pensar en la búsqueda de la Atlántida que el mundo pudo haber albergado tierras legendarias de belleza y riqueza inimaginables, con calles bordeadas de oro. Sin embargo, si seguimos los escritos de Platón, no era oro lo que brillaba en la Atlántida, sino un metal de color fuego conocido como oricalco. Este metal, según el famoso filósofo griego, ocupaba el segundo lugar en valor después del oro y era abundante en el mítico continente perdido.
Platón menciona repetidamente el oricalco en su diálogo «Critias», donde narra la historia de la Atlántida. Según su relato, el oricalco se extraía en muchas partes del continente, y tanto el templo de Poseidón como el palacio real estaban recubiertos de este metal, irradiando una luz roja brillante. «En el interior del templo, el techo era de marfil, curiosamente labrado por todas partes con oro, plata y oricalco; y todas las demás partes, las paredes, los pilares y el piso, estaban recubiertas de oricalco», escribió Platón en su diálogo.
Platón también aseguró que las leyes de la Atlántida fueron dictadas por Poseidón, el dios griego del mar, y que los primeros reyes de la Atlántida las inscribieron en una columna de oricalco. No es sorprendente que este metal haya estado en el centro de la búsqueda del legendario continente sumergido. Los defensores de su existencia argumentan que, dado que la Atlántida estaba llena de oricalco, encontrar este metal podría llevar al descubrimiento de la tierra perdida.
En diciembre de 2014, en la búsqueda de la Atlántida del oricalco pareció dar un giro prometedor cuando un buzo llamado Francesco Cassarino descubrió 40 lingotes de un metal misterioso en un naufragio de 2.600 años de antigüedad frente a la costa de Sicilia. Este hallazgo generó un gran interés y llevó a más investigaciones en la zona. En febrero de 2016, se encontraron 47 nuevos lingotes en la misma área, a unos metros del primer descubrimiento.
La ciudad de la Atlántida ha sido buscada durante siglos por científicos
Las pruebas realizadas en la búsqueda de la Atlántida a estos lingotes revelaron que estaban hechos de una aleación compuesta principalmente de cobre y zinc. Según un estudio publicado en 2021 en el Journal of Archaeological Science, esta aleación tenía un color dorado amarillento con un tinte rojo, similar al descrito por Platón. Este descubrimiento llevó a la identificación del metal como oricalco. Los estudios modernos sugieren que el oricalco estaba compuesto por aproximadamente un 80% de cobre y un 20% de zinc, con pequeñas cantidades de plomo y otros metales.
El valor del oricalco residía en su maleabilidad en la búsqueda de la Atlántida, resistencia al deslustre y durabilidad, siendo más fuerte que el cobre y similar en apariencia al oro. Estas características lo hacían muy apreciado en la antigüedad. Algunos romanos destacados aprovecharon esta semejanza con el oro para cometer fraudes. Por ejemplo, se dice que Julio César robó 1.360 kg de oro del Capitolio romano y lo reemplazó con oricalco. El emperador Vitelio también hizo lo mismo, intercambiando regularmente el oricalco por oro después de saquear templos.
A pesar de estos engaños en la búsqueda de la Atlántida, el oricalco era muy valorado por su belleza. Homero y Virgilio mencionaron el metal en sus escritos, destacando su ardiente resplandor. Una de las primeras menciones del oricalco se encuentra en el «Himno homérico a Afrodita», datado en el año 630 a.C., donde se describe a la diosa colgando flores de «cobre de las montañas» de sus orejas. El término «cobre de montaña» proviene de la etimología griega, donde «oros» significa «montaña» y «chalkos» significa «cobre» o «bronce».
El oricalco se utilizaba comúnmente en la acuñación de monedas romanas. Durante el reinado del emperador Nerón, se observó una disminución en la cantidad de zinc en estas monedas, posiblemente debido a la dificultad y el costo de obtener minerales de zinc. Plinio el Viejo afirmó que el oricalco perdió su valor debido a que las minas se agotaron.
Las monedas acuñadas después del reinado de Nerón contenían cantidades crecientes de plomo y estaño, sugiriendo que se estaba utilizando bronce reciclado en su fabricación. Cuando Cómodo se convirtió en emperador, la mayoría de las monedas de oricalco se acuñaban en bronce, y bajo el gobierno de Publius Helvius Pertinax, el oricalco prácticamente desapareció de la circulación.
El descubrimiento de lingotes en la búsqueda de la Atlántida de oricalco frente a las costas de Sicilia en 2014 llevó a algunos a creer que los restos de la Atlántida podrían estar más cerca de lo que pensamos. Sin embargo, hasta ahora, esos lingotes son todo lo que se ha encontrado en relación con la mítica tierra perdida. La búsqueda de la Atlántida y su preciado oricalco continúa siendo un tema de fascinación y debate entre arqueólogos, historiadores y aficionados por igual, manteniendo vivo el misterio de esta legendaria civilización.