microalgas en canarias

Microalgas: cuando la información llega por las redes y no por el Gobierno

No es raro que haya políticos sin escrúpulos que busquen a científicos para avalar su mala gestión. Lo que es deleznable es que haya científicos que se presten a ello y esto es lo que ha pasado en el caso de las microalgas
MICROALGAS CARICATURA SUJA17
MICROALGAS CARICATURA SUJA17
SUJA 17

POR CARLOS ELÍAS*

Las microalgas (en realidad cianobacterias, pero algas suena menos peligroso) no representan una crisis sanitaria como una epidemia de cólera o de peste, pero sí un síntoma de degradación política, científica y hasta periodística de Canarias, salvando alguna excepción como la de este periódico. Las redes sociales en este caso -de los pocos que existen en el mundo y siempre vinculados a las primaveras árabes- han sido más informativas y rigurosas que el Gobierno y muchos medios de comunicación. En primer lugar, porque las redes -a mí me llegó por Whatsapp- difundieron un documento científico esencial elaborado sin presión y que conectaba las cianobacterias con tumores de hígado. No se redactó para causar alarma, sino para que alguien (ahora sabemos que no la sociedad canaria) supiera la verdad. Y, en segundo lugar, porque esta crisis ha demostrado -otra vez- que un relato informativo para salvar a políticos, basado en la ciencia, naufraga si es falso. Basta con que un periódico local como DIARIO DE AVISOS investigue un poco para que encuentre bibliografía científica e investigadores relevantes que relacionan cianobacterias con vertidos. ¡Enhorabuena por este trabajo periodístico! Que los políticos mientan es parte de su esencia, pero lo científicos jamás deben mentir. En las encuestas del CIS sobre credibilidad los políticos ocupan el último puesto y los científicos el primero. No es raro que haya políticos sin escrúpulos que busquen a científicos para avalar su mala gestión. Lo que es deleznable es que haya científicos que se presten a ello y esto es lo que ha pasado en el caso de las microalgas.

Escribo esto como catedrático de Periodismo que realizó una tesis doctoral de cómo el Gobierno -en este caso estatal del PP y autonómico del PSOE (en la Junta de Andalucía)- se rodearon de científicos afines en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para ocultar graves responsabilidades políticas en el vertido tóxico de la catástrofe de Doñana (1998). Después investigué cómo esta estrategia política (de buscar científicos -en general mediocres, pero con ganas de trepar- para que desinformen y eliminen responsabilidad de gestión política) también se usó en el caso Prestige -donde el comité de “científicos del Gobierno” mintió descaradamente- o en las vacas locas (aquí lo sufrí como periodista en El Mundo). No me detendré más en estos casos (con poner en Google mi nombre y Doñana o Prestige ya verán esas investigaciones). Lo novedoso en el caso de las microalgas (que no sucedió en Doñana o Prestige) es el potencial informativo de las redes sociales.

Esta manipulación solo se da en entornos con democracias precarias, donde no existe una comunidad científica y civil independiente y potente. Hay signos de alarmas que nos permiten descubrirla. El primero es si se nombra un “comité de sabios” (aquí serían los autodenominados “científicos del Gobierno de Canarias”) sin presencia de científicos internacionales libres y que hayan publicado sobre ese tema. La ciencia nunca es de un gobierno, solo es esclava de datos y publicaciones. Otro síntoma es convocar una rueda de prensa con fuentes con apariencia científica para apabullar a los pobres periodistas. No de científicos con publicaciones, sino con pomposos cargos -”jefa de”, “presidente de”…etc.- La que dieron el lunes 28 de agosto será analizada como pieza maestra de manipulación. ¿Quiénes hablaron? María Luisa Pita, jefa de Sanidad Ambiental de la Consejería de Sanidad, informó como científica sin serlo. Su puesto es un cargo técnico-político al que se accede sin demostrar producción científica propia. Una búsqueda en Google de su nombre da pocos resultados (lo que es un indicativo para que el periodista jamás confíe en ella como fuente). Es farmacéutica y tiene un máster. ¿Se puede acceder a ser Jefe de Sanidad Ambiental en Canarias (un territorio en teoría avanzado) sin ser doctora, ni haber investigado en relevantes universidades extranjeras, ni tener una potente producción científica? Parece que sí, pero eso no la convierte en fuente científica para un periodista serio.

Pita podría comentar aspectos político-técnicos como gestora, que lo único que es: ¿son públicos los históricos de los análisis químicos y microbiológicos de las aguas canarias? ¿Por qué no se difunden estudios epidemiológicos de la incidencia de cáncer en sitios como Igueste de Candelaria afectados por la contaminación de la central eléctrica de Caletillas? A estas preguntas sí puede responder, pero no a si las microalgas producen cáncer o no. Hay héroes anónimos en Canarias: los técnicos que no se pliegan a los políticos -o el que filtró en las redes sociales ese documento-, pero siempre hay que desconfiar de los técnicos con altos cargos durante mucho tiempo. Pita, que hablaba como si fuera científica, debe recordar la virtud fundamental del quehacer científico: su esencia, desde Galileo o la Royal Society, es que sea pública. Además de periodista tengo formación científica (soy químico y tengo publicaciones en química). Lo siento: no confío en los análisis químicos y bacteriológicos que realiza una administración donde alguien como María Luisa Pita puede ser jefa. También habló Emilio Soler, que sí es doctor (en Ciencias del Mar) y tiene publicaciones científicas. Pertenece a un extraño ente-fundación -el Banco Español de Algas- que no sabemos quién financia pero que parece que le debe mucho al Gobierno de Canarias. Solo así se entiende su retractación del informe científico que él mismo firmó y donde asegura “una exposición continuada a esta cianobacteria puede promover el desarrollo de tumores primarios de hígado a medio-largo plazo”. Soy catedrático (tras un proceso de acreditación de la Aneca) de Periodismo Científico (en la Universidad Carlos III de Madrid), ahora estoy en comisión de servicios en el Departamento de Historia de la Ciencia de la UNED (donde enseño Sociología de la Ciencia) y fui durante un año profesor visitante en el Departamento de Historia de la Ciencia de la Universidad de Harvard. Con este bagaje puedo afirmar que desde la retractación de Galileo no ha habido un ejemplo tan patético como éste de una retractación de una verdad científica. Para estudiar la decadencia de Canarias es más interesante esta rueda de prensa que miles de datos sociales o económicos.

A mí, como experto en ciencia y sociedad, no me interesa tanto si las cianobacterias producen cáncer, como cuáles son las circunstancias sociales y políticas de un entorno para que un científico como Soler se aterrorice de esta manera y pierda su dignidad. Galileo se retractó cuando la Inquisición le enseñó las máquinas de tortura. Igual que ahora le sucede al Gobierno, a la Inquisición no le interesaba que se demostrara que la Tierra no era el centro del universo porque el relato de la Iglesia perdía poder. En Canarias no interesan científicos que relacionen microalgas con vertidos porque evidencia mala gestión política con consecuencias sanitarias.

La verdad científica es irrelevante para el Gobierno en este caso, pero eso siempre ha sucedido: cuando Hitler intentó desacreditar a Einstein convocó a 100 científicos afines al nazismo y publicaron el libro Cien científicos contra Einstein. La respuesta del sabio alemán fue sublime “si yo no tuviera razón, con uno solo bastaría”. Esa es la grandeza de la ciencia. El consenso de los “científicos” canarios elegidos por el Gobierno que no han publicado nada sobre vertidos fecales y cianobacterias o sobre éstas y cáncer y una rueda de prensa nada pueden contra los estudios publicados en prestigiosas revistas -entre ellas Nature, la mejor del mundo- por los científicos Eyal Rahav y Edo Bar-Zeev, del Instituto de Oceanografía de Israel y de la Universidad Ben-Gurion, que relacionan vertidos de aguas residuales con la proliferación de esas cianobacterias. Hay más estudios en este sentido. Pita, Soler y Herrera -el autodenominado “biólogo del Gobierno de Canarias” que también estaba en la rueda de prensa- deben mostrar humildad. Comparen sus currículos científicos con los de estos investigadores israelíes antes de hablar. Yo los he comparado y, sinceramente, no solo es anticientífico sino totalmente mezquino desacreditarlos de esta manera. Hay que pertenecer a un país muy bananero para dar esa rueda de prensa sin despeinarse y no dimitir inmediatamente con lo que luego han publicado los medios (sobre todo este periódico). En ciencia no valen los títulos pomposos de “jefe de” o “director de…”, sino investigación y resultados publicados. Esta desacreditación pública a los científicos israelíes que han publicado en Nature por parte de unos mindundis canarios es otro hito de la terrible historia de la ciencia española, comparable al “muera la inteligencia” de Millán-Astray. Como canario tendré que investigar a fondo este tema.

Mancha de microalgas en la costa este de Tenerife, en una imagen captada en los últimos días. Andrés Gutiérrez
Mancha en la costa este de Tenerife, en una imagen captada en los últimos días de agosto. ANDRÉS GUTIÉRREZ

En la retractación de Soler hay dos aspectos muy miserables. El primero, señalar que ese informe no estaba redactado para el público sino para técnicos o políticos. Le recuerdo lo mismo que a su colega: la ciencia es pública y los resultados científicos también. Tiene que haber transparencia. La ciencia que no es pública, comprobable y reproducible es charlatanería. Pero lo más grave de su retractación fue que habiendo afirmado en su informe relación entre las cianobacterias y la producción de tumores -basándose en investigadores posiblemente más relevantes que él, que Pita y Herrera (no lo sabemos porque no los mencionó, algo que es poco ético en ciencia)-, se desquite declarando que los estudios solo son para ratones y no para humanos.

A no ser que regrese el nazismo, nunca se podrá diseñar un experimento para demostrar que eso induce cáncer en humanos. ¿Seleccionamos a unos parados como cobayas y los bañamos en las microalgas? Eso sucede con todos los carcenógenos (sustancias que propician cáncer -asbesto, DDT, etc.-) Lo que sí es cierto científicamente es que el modelo fisiológico del ratón es muy similar al humano y que si algo causa cánceres en ratones hay muchas probabilidades de que también lo haga en humanos y aquí siempre debe prevalecer el “principio de precaución”. Al menos en los países civilizados. Que una licenciada en Farmacia como María Luisa Pita no sepa esto solo demuestra cuál fue el nivel de exigencia científica con el que alcanzó su puesto en Canarias y el peligro al que estamos expuestos: los técnicos poco cualificados pero con poder.

Igual de grave es que Soler prefiera los dictámenes de la Unesco -que es un organismo político (solo hay que ver cómo son los nombramientos)- frente a la literatura científica seria. Un científico ético debe redactar informes -como Galileo con el de las lunas de Júpiter- que digan la verdad científica (de hecho, en su informe difundido gracias a las redes sociales no menciona a la Unesco), no una versión para los políticos y otra edulcorada para periodistas y ciudadanos a los que, según se desprende de sus declaraciones, considera ignorantes para entender la ciencia. El mismo argumento de la Inquisición cuando prohibió a Galileo publicar sus trabajos. Queda un tercer integrante de esa rueda de prensa, Rogelio Hernández, con su pomposo título de “biólogo del Gobierno de Canarias”. ¿Qué oposiciones hay para llegar a ese selecto cuerpo? ¿Fue un open call internacional? ¿No son biólogos del Gobierno de Canarias todos los profesores de Secundaria con el título de biólogo? Esa rueda de prensa no debió ser transmitida por los medios serios porque fue un auténtico acto de manipulación informativa, no solo carente de rigor científico, sino claramente anticientífica. En este caso -y tengo un proyecto de investigación donde estudio este tema- las redes sociales fueron mucho más rigurosas que la información del Gobierno.

Es elogiable cómo ha tratado esta información DIARIO DE AVISOS. No creyendo al Gobierno, sino buscando artículos científicos, entrevistando a investigadores que los han escrito y publicando en portada el informe que el Gobierno ocultó. Ha preguntado a catedráticos canarios que, aunque no han publicado sobre esto, sus declaraciones dejan claro que hay que investigarlo y no descartan nada. El prestigio de Wolfredo Wildpret o Arturo Hardisson no se deja intimidar por el poder político.

Las microalgas han impedido que me bañara en mi añorada playa de El Puertito de Güímar, pero han tenido su lado positivo: han evidenciado graves carencias democráticas en este territorio. En un libro que escribo en mi tiempo libre y titulado -parafraseando a Vargas Llosa- “¿Cuándo se jodió Canarias?” cuento una anécdota muy ilustrativa. Mi familia tiene una casa en la Avenida Axaentemir en El Escobonal (Güímar) construida en los 60 y mis abuelos tenían otra que en el catastro aparece como de 1890. Ninguna dispone de alcantarillado, pese a que ese enclave urbano tiene varios siglos. Todas usan pozos negros y tiran residuos fecales al subsuelo que, a esa altura, puede que lleguen a aguas freáticas (de hecho en los barrancos cercanos hay galerías). En esa misma avenida (en la que también hay alguna industria) se construyó un mamotreto -un terrero de lucha- con una cúpula que poco tiene que envidiar a la del Vaticano (su impacto visual negativo debe analizarse). Un terrero de lucha -o un auditorio- pueden llevar el nombre de un político megalómano, pero una red de alcantarillado o una planta depuradora de residuos, no. Muy cerca de la casa de mi familia en El Escobonal está el barranco de Herques, donde se encontró la momia guanche que está en Madrid. ¿Cuándo se jodió Canarias? Creo que lo mínimo que merece mi paisano desterrado en Madrid es que le contestemos a esa pregunta. Y la respuesta puede estar en las microalgas.

*CATEDRÁTICO DE PERIODISMO EN LA UNIVERSIDAD CARLOS III DE MADRID EN COMISIÓN DE SERVICIOS EN LA UNED

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