Considerada como una de las bacterias más peligrosas de las que hay bibliografía clínica, la legionela vive en aguas estancadas con un amplio rango de temperatura, preferiblemente superior a los 35 grados centígrados. Su crecimiento, además, se ve favorecido por la presencia de materia orgánica, lo que hace que algunas de las 48 especies que existen pueda infectar a humanos, como es el caso de la Legionella pneumophila.
La infección producida por dicha bacteria se denomina legionelosis, una enfermedad febril que en muchos casos es de carácter leve y sin focalización pulmonar, denominada fiebre de Pontiac; en otros, en cambio, puede llegar a ser muy severa, convirtiéndose en una neumonía atípica denominada enfermedad del legionario, que si no se ataja a tiempo puede llevar a graves complicaciones pulmonares. Sus síntomas son: fatiga, dificultad para respirar y, en ocasiones, diarrea o dolores musculares. La mayor fuente de contagio son los sistemas de aguas de grandes edificios, hoteles y hospitales, humidificadoras, máquinas de rocío, spas y fuentes de agua termal. Los sistemas de aire acondicionado son también una fuente relevante de legionela, siempre que no tengan un mantenimiento adecuado.
En Canarias, según explica a este periódico la jefa de sección de Programas Ambientales de Sanidad Ambiental de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias, Macrina Martín Delgado, la legionelosis está catalogada como Enfermedad de Declaración Obligatoria (EDO), lo que obliga a los profesionales médicos a informar de la detección de un caso en cualquier centro de salud u hospital del Archipiélago. Por este vía, en 2015 se declararon 16 casos, más del doble que el año anterior (7). Sin embargo, también existe un Grupo Europeo de Vigilancia de Legionelosis asociada a viajes, que se encarga de confirmar aquellos casos que se detectan una vez el turista ha regresado a su país de origen y comienza a tener síntomas. Por esta vía, en los dos últimos años este grupo informó de un total de 21 personas que se contagiaron después de pasar sus vacaciones en las Islas, la mayor parte de ellos en establecimientos hoteleros.
En este sentido, Macrina Martín deja claro que “la legionelosis es un problema de salud pública y también puede ser un problema económico, porque podría afectar al turismo, y es un riesgo inaceptable socialmente para Canarias”. De hecho, muchos de los casos de esta enfermedad registrados en las Islas acaban en el juzgado, “porque las personas no están dispuestas a pasar por alto una afección que se podía haber evitado y denuncian, sobre todo los extranjeros”, recalca la jefa de sección de Programas Ambientales de Sanidad Ambiental de la Dirección General de Salud Pública.
Pese a todo, la especialista deja claro que “se ha mejorado muchísimo la calidad del agua, y ya no hay la misma contaminación bacteriológica de hace 20 años”. No en vano, el 98% de las muestras de agua analizadas en Canarias tiene la calificación de “apta para el consumo”, y sólo un 0,9% de las más de 80.000 muestras de autocontrol realizadas por los propios gestores en 2015 fueron de “no conformidad”.
En cuanto a los casos de legionela registrados en el Archipiélago, Macrina Martín asegura que entre 1998 y 2015 se refirieron preferentemente al sistema de agua caliente sanitaria, aunque también hubo algunos afectados asociados a instalaciones de spa, estaciones de lavado de vehículos y complejos hoteleros. Sobre estos últimos, la técnico de Salud Pública confirma que se observa una “tendencia creciente” de casos declarados por turistas en los últimos años, aunque “Canarias sigue teniendo la tasa más baja de legionelosis por 100.000 habitantes de todas las comunidades autónomas”.
La importancia de la limpieza y desinfección
La legionela está en todas las aguas y alcanza a los edificios, si las instalaciones no son correctamente mantenidas: agua estancada, presencia de óxido de hierro, residuos orgánicos y temperatura idónea para que prolifere. En este sentido, la jefa de sección de Programas Ambientales de Sanidad Ambiental de la Dirección General de Salud Pública, Macrina Martín Delgado, advierte de que el responsable de la instalación es el propietario, independientemente de que haya una empresa contratada para este servicio.
Además, la especialista avanza que se está desarrollando una nueva normativa sobre las “instalaciones de riesgo”, pendiente del nuevo Gobierno central. Mientras, en lo que se refiere a los aljibes de agua de consumo humano, Macrina Martín indica que la normativa actual exige contar con un plano del diseño de las instalaciones del inmueble, un programa de revisión, un plan de tratamiento y un programa de limpieza y desinfección, y todo ello reflejado en un registro, que puede ser incorporado al libro del edificio.
El óxido de hierro, un peligro añadido
Puesto que la bacteria de la legionelosis está en el ambiente, los expertos dejan claro que “debemos aprender a convivir con ella y poner unos medios mínimos para la prevención; los más importantes, la recirculación del agua, a mayor estancamiento, más problemática; la medición del cloro y los equipos de dosificación, y el mantenimiento del sistema de agua caliente por encima de 50 grados, ya que entre los 20 y 45 la bacteria está en el medio idóneo para desarrollarse”. Así, la técnico de Salud Pública advierte del riesgo de las instalaciones en que se observa óxido de hierro, “un reservorio para la legionela”, y del riesgo en la manipulación del circuito del agua contraincendios o para baldear n