Una turista tinerfeña sobrevive de milagro a un rayo en Machu Picchu

María M. H. visitaba las ruinas de la famosa ciudadela inca con su familia cuando fue alcanzada por la descarga eléctrica junto a una guía peruana; ambas resultaron heridas de diversa consideración
Imagen publicada en la prensa local de la evacuación de la guía turística herida por el rayo en Machu Picchu. El Correo
Imagen publicada en la prensa local de la evacuación de la guía turística herida por el rayo en Machu Picchu. El Correo

“He vuelto a nacer”. Con esta frase lacónica y voz cansada resume la tinerfeña María M. H. la terrible experiencia que acaba de vivir en una de las Siete Maravillas del Mundo. El pasado lunes día 24, una llamativa noticia de sucesos recorrió los dos lados del Atlántico a través de la prensa digital: “Una turista española y una guía peruana resultan heridas por un rayo mientras visitan Machu Picchu”. La turista española resultó ser esta tinerfeña, de 53 años, que pasaba sus vacaciones en el país andino en compañía de su esposo y su hija. DIARIO DE AVISOS la ha localizado y ha hablado con ella nada más regresar a la Isla, para conocer su testimonio de un suceso que resultó una fatal casualidad y que no terminó en tragedia de puro milagro.
Diez días más tarde, a María se la nota aún cansada y sobrecogida por la pesadilla que acaba de vivir en lo que iba a ser un viaje soñado y de placer. Todavía impactada, acepta contarnos su historia, pero nos ruega conservar su anonimato. “Lo más importante es que estoy viva y que no le pasó nada a mi familia. Me alegré de que no les hubiera pasado a ellos. ¡Estamos vivos!”, comenta con su positivismo natural y con alguna dificultad todavía al hablar por las heridas causadas en su boca.

Recuerda perfectamente cómo pasó todo. “Disfrutábamos de un viaje perfecto, muy bien organizado en un país maravilloso. Nos hacía mucha ilusión conocer la ciudadela inca de Machu Picchu y fuimos hasta allá. Almorzamos y contratamos una guía para visitar el parque por la tarde, que es cuando menos visitantes hay. El tiempo estaba estupendo y nos hicimos las típicas fotos de los turistas en este lugar increíble. Eran las cuatro, aproximadamente. De repente -detalla-, el cielo se empezó a oscurecer y al rato cayó una lluvia fuerte que nos obligó a ponernos los chubasqueros. Entonces cayó un primer rayo en los alrededores y mi marido se inquietó. No le gustó aquello… Decidimos guarecernos. Pero cuando bajábamos por una escalera de piedra cayó un segundo rayo en medio del recinto que nos cogió de lleno a la guía y a mí”.

La fortísima descarga eléctrica se concentró en los sectores del parque arqueológico de Machu Picchu conocidos como Tres Ventanas y Jardín Botánico. Alcanzó a la guía, Zulia Salas Soto, que portaba en sus manos “un paraguas destartalado” -lo que posiblemente atrajo al rayo-, y la hizo caer de una terraza a la inferior, desde un metro de altura y a unos cinco de distancia. A la turista tinerfeña le impactó en el hombro y la lanzó contra la pared. “Recuerdo un ruido atronador y una inmensa luz blanca, la más grande que he visto en mi vida. Y caí al suelo. Pensé en ese momento que no podía estar muerta”.

 

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El rayo dejó sentados en el suelo a otros dos turistas, pero sin causarles daño alguno. La guía resultó herida en una pierna y María tenía múltiples contusiones, quemaduras, una brecha en la barbilla y la dentadura rota. De inmediato, acudió en su ayuda el personal del parque, adscrito a la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cuzco. La guía fue evacuada en una camilla, pero, como no habían más, la turista tinerfeña fue llevada “a la pela” por tres hombres. En el modestísimo dispensario médico del parque la atendió una doctora “como pudo”, pues los medios eran escasos. Luego tuvo que aguantar cuatro horas de tren hasta llegar a una clínica en Cuzco. “Se portaron muy bien conmigo”, recalca, aunque echó mucho de menos “la sanidad española, que no tiene comparación con ninguna otra del mundo”.

María y su familia continuaron su viaje por Perú durante cuatro días más. “Poco a poco fui recuperando la movilidad”. Hasta que el domingo regresó a la Isla, “a casa”. Ya ha ido al odontólogo y se repone lentamente de las secuelas físicas. Ha sido un susto tremendo. “Pero no le guardo rencor al Perú. Volví a nacer…”. Está muy agradecida con las atenciones recibidas del personal del parque de Machu Picchu y los diferentes servicios médicos, pero no oculta su malestar con la falta de confidencialidad de las autoridades peruanas, que facilitaron su nombre a los medios de comunicación. “El suceso apareció al día siguiente en periódicos de todo el mundo con mi nombre completo. Mi familia se llevó un susto enorme. Eso nos molestó mucho porque no nos pidieron permiso para usar mis datos y por el disgusto y la preocupación que se causó a toda la familia, que no se quedó tranquila hasta que me vieron de nuevo en la Isla”.

Durante la llamada temporada de lluvias en Cuzco, la aparición de rayos es frecuente, sobre todo en lugares despejados y libres de construcciones. Sin embargo, no se tiene noticia de personas que hayan resultado heridas por la caída de rayos en las ruinas de Machu Picchu. La casualidad quiso que las primeras fueran una turista tinerfeña y una guía peruana que, por suerte y de auténtico milagro, pueden contarlo.

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