Frente a la monumentalidad que presentan los vestigios arqueológicos en Gran Canaria y el magnetismo especial que emanan los enclaves rupestres de La Palma, ambos puestos en valor cultural y turísticamente, los hitos y espacios vinculados con los guanches, en Tenerife, siguen condenados a permanecer entre bambalinas, un anonimato forzado e injustificado en los tiempos que corren que, en opinión de un creciente número de expertos, priva a los tinerfeños de la legítima posibilidad de tomar un contacto más directo con la historia de sus ancestros. Sin duda, para corregir ese desarraigo y orfandad cultural con el mundo guanche existen caminos de conciliación capaces de hacer compatible la visibilización de dichos espacios y vestigios guanches, con el necesario respeto por parte de la ciudadanía.
Como muestra de esa riqueza patrimonial, echamos un rápido vistazo a cinco hitos del mundo guanche del sur de la Isla, apuntalados de forma desigual por la investigación arqueológica, las fuentes escritas y la tradición oral.
LOS GRABADOS DE ARIPE
Guía de Isora. Descubiertos en 1980 cerca del caserío de Aripe, fueron las primeras manifestaciones rupestres de estas características que se catalogaron en Tenerife y que marcó un aspecto importante para la verificación definitiva de la existencia de yacimientos de estas características en la isla. Declaradas BIC en 1995, estos grabados siguen siendo una cuestión difícil de interpretar por parte de los arqueólogos, si bien, en opinión del catedrático Antonio Tejera Gaspar, los motivos plasmados en este yacimiento podrían representar guerreros que portan armas. Sus esbozos de figuras antropomorfas en el lecho rocoso confieren al lugar el aspecto más visible de una profusa espiritualidad en los ritos ancestrales que allí se llevaron a cabo durante siglos. Un entorno donde la atávica huella de los antiguos guanches se hace patente a través de las enigmáticas figuras, que se encuentra en peligro por la acción de los desaprensivos y expoliadores al no contar con una protección efectiva.
HUELLA DE GIGANTES
Lomo Guayero (Vilaflor). El médico chasnero Juan Bethencourt Alfonso (1847-1913) fue el primero en dar a conocer este tipo de manifestaciones rupestres aparecidas en varias localizaciones al sur de Tenerife. Las del Lomo Guayero, son unos contornos labrados en la roca, con unas dimensiones en su longitud de 2,99 metros y 0,69 centímetros de ancho. Aunque la interpretación de Bethencourt Afonso sobre estas formas son la de una medida de un guanche, las particularidades del entorno natural donde se localizan, junto a las cazoletas y canalillos rituales cerca de alguna de ellas, hacen plausible para algunos investigadores de que podría tratarse de espacios sagrados relacionados con las practicas funerarias en el proceso de mirlado de los cadáveres.
LOS MAGOTES
Mesas de Guaza (Arona). Las batallas que se produjeron durante la conquista militar de la isla Tenerife a finales del siglo XV dejaron una impronta en la historia y el entorno donde se produjeron. Las acontecidas en La Matanza de Acentejo o la de La Laguna son las más conocidas, pero existen otras que fueron decisivas para los castellanos en la toma definitiva de la isla. En el amanecer del 29 de septiembre de 1496, una expedición militar castellana junto a nueve espingarderos alemanes comandados por el mercenario Jorge Grimón, presentan batalla a los guerreros de los menceyatos de Adeje y Abona, y un grupo de alzados guanches en lo que hoy se conoce como Mesas de Guaza, en la montaña del mismo nombre. Las armas de fuego darían aquel día la victoria a los castellanos y marcaría la finalización de la conquista de la isla, en una contienda recordada como La Batalla de los Magotes.
LA FUGA DEL SUICIDIO
Roque de Igara (Arona). Declarada BIC con categoría de Zona Arqueológica en 1999, el Roque Igara posee la capacidad de proyectar su aura de sacralidad por el conjunto de estaciones rupestres, yacimientos funerarios y los rituales que en su entorno se produjeron en el pasado. En este sentido, existen referencias a que en este lugar se encontró un pequeño ídolo semejante al Guatimac localizado en el siglo XIX en el barranco de Herques, en Fasnia, o el descubrimiento fortuito en 1942 por parte de un alumno del entonces maestro Diego Cuscoy de una cueva funeraria, que sería el inicio del profesor como comisario de excavaciones arqueológicas. El Roque Igara también fue testigos de los suicidios rituales que se realizaron desde su cima; a la muerte de un mencey, un joven voluntario de las castas sociales más bajas de la sociedad nativa, se arrojaba desde su cresta con el paquete intestinal del difunto mencey envuelto en juncos, con el cometido de trasladarle los mensajes de los nobles. Se trata de un enclave de especial significación espiritual en el menceyato de Abona.
CUEVA DE CHINGUARO
Güímar. Enclavada cerca de la costa, la cueva de Chinguaro es uno de los lugares más relevantes del pasado nativo de la isla de Tenerife. Fue primer lugar de culto a la Virgen de Candelaria -Chaxiraxi para los guanches- hasta su traslado a la cueva de San Blas, en Candelaria, al finalizar la conquista de Tenerife. Aunque los cronistas que recogieron la historia y aparición de la imagen, sitúan este lugar como la residencia de invierno del mencey Añaterve, las diferentes excavaciones arqueológicas que se realizaron en el entorno de la cueva determinaron una ocupación distinta para el enclave. Los elementos hallados hacen pensar que la cueva tuvo unas funcionalidades sagradas como lugar de culto a la fertilidad. En época del siglo XIX se construyó una pequeña ermita en honor a La Virgen del Socorro para rendir culto a la aparición de la Virgen en la costa de Güímar. Declarada BIC el 6 de mayo de 1999 con categoría de sitio histórico, fue objeto de una profunda remodelación a partir de 2004, que dio paso a las instalaciones del actual santuario permanente. Como curiosidad, la piedra que ahora sirve de altar en la capilla es fruto de un desprendimiento producido durante las obras de remodelación de la ermita, ocurrido durante la noche y que los obreros interpretaron como un milagro, pues de haber ocurrido durante la jornada de trabajo hubiera causado un funesto accidente. Este fue el motivo por el que la citada piedra fue bendecida por tres obispos de la Diócesis Nivariense, por lo que es el objeto de culto en la isla de Tenerife que más consagraciones tiene.
LA OPINIÓN DEL EXPERTO
El investigador tinerfeño Fernando Hernández González se ha especializado en el estudio comparativo de la tradición oral de los antiguos canarios y los planteamientos que al respecto ofrecen la historia y la arqueología.
Forma parte del veterano equipo del programa radiofónico Crónicas de San Borondón y colabora con revistas como Historia de Iberia. Además, una parte de su trabajo de investigación está recogido en Taucho la memoria de los antiguos, una novela histórica -que ya conoce cuatro ediciones-ambientada en una de las últimas batallas de la conquista de la Isla de Tenerife.