Medio siglo y tres generaciones contemplan las Salinas de Fuencaliente

Cumplen 50 años de vida en pleno auge, después de recorrer un camino que no ha sido nada fácil para mantener esta actividad

Las Salinas de Fuencaliente cumplen este año medio siglo de vida. Un espacio que se ha convertido en todo un icono del sur de La Palma y cuyo desarrollo ha sido fruto del esfuerzo y el tesón de una familia palmera, que durante tres generaciones no solo ha sido capaz de mantener una actividad prácticamente abandonada en el resto de las islas, sino que ha tenido el talento para innovar y mantener en continua evolución este enclave.

En estos últimos años viven un auténtico renacer desde la puesta en funcionamiento del restaurante, a finales de 2013, que combinan con la tradicional labor salinera, además de la innovación que han hecho en productos gourmet, como la flor de sal o las sales aromatizadas. Pero para llegar hasta aquí, el camino no ha sido nada fácil. Probablemente sin el “gen de la tozudez” de esta familia, como señala el actual responsable de la empresa, Andrés Fernández, nieto de su fundador, habrían arrojado la toalla en alguno de los momentos críticos con los que le ha tocado lidiar en estos 50 años.

Crítica fue la situación cuando la erupción del Volcán Teneguía, en 1971. Apenas hacía cuatro años que Fernando Hernández Rodríguez había comprado los terrenos y comenzado a cumplir el “sueño” que albergaba este comerciante de Santa Cruz de La Palma de crear unas salinas, cuando la tierra empezó a temblar y soltar lava en Fuencaliente. Al final no llegó a afectar directamente a las salinas, aunque sí tuvieron que mantener paralizada la actividad durante dos años debido no solo a que se cerró la carretera, sino también a que fue necesario limpiarla del material volátil que desprendió el volcán y se alojó en las charcas.

Andrés Fernández recuerda que sus abuelos, en esos momentos, estuvieron tentados de cerrar esta actividad, “pero el gen de la tozudez apareció y decidieron seguir adelante”. Fernando Hernández se dedicaba al comercio de sal y de otros productos en La Palma y, sin duda, la procedencia de una isla salinera como es Lanzarote de su pareja, Antonia Villalba Cruz, influyó en esta “aventura” que inició con más de cincuenta años.

La salina empezó a crearse por la zona más oeste, es decir, la más cercana al faro, con la construcción de los cocederos, que son las charcas grandes donde se recoge el agua del mar, y las salinas, donde se produce la sal y que marcan ahora el paisaje de esta parte de la costa de Fuencaliente.

A mediados de los ochenta cogió el relevo su hijo, Fernando Hernández, que dejó los estudios de Magisterio para dedicarse a la explotación artesanal salinera. Es con esta segunda generación cuando las Salinas de Fuencaliente se amplían hasta abarcar la superficie que tiene actualmente, 38.000 metros cuadrados, y llevar la producción de la Sal Teneguía a su techo, que ronda entre las 500 y 600 toneladas.

Tres generaciones de salineros. | DA

No fueron tampoco tiempos fáciles. En la década de los noventa, con la importación del producto desde la Península, la producción de la Sal Teneguía se vio “infravalorada” en el mercado. Pero a pesar de estas dificultades, pusieron en marcha en esa etapa la producción de sal fina (hasta entonces solo realizaban la gruesa), para lo que adquirieron la maquinaria necesaria: el secador y el molino. De hecho, fueron pioneros en la producción en Canarias de sal fina, poniéndola en el mercado a finales de los noventa.

Pero para hacer viable la actividad salinera había que buscar algo que la complementara. Entonces comenzaron el proyecto para la creación del restaurante temático, cuya materialización se vio empantanada por más de una década debido a los trámites burocráticos para intervenir en este espacio protegido. Una situación que estuvo también cerca de poner fin a la empresa, hasta el punto de que Fernando Hernández animaba a sus hijos que no continuaran con la actividad.

Pero el “gen de la tozudez” reapareció en la tercera generación y uno de sus hijos, Andrés Fernando Hernández, cogió las riendas cuando terminó los estudios de Dirección y Administración de Empresas en 2006. De su mano ha llegado la elaboración de un producto como la flor de sal, que está teniendo cada vez una mejor acogida en el mercado local y ha llegado a comercializarse en distintas ciudades europeas, y la puesta en marcha del restaurante. Durante este tiempo, la empresa ha pasado de cinco trabajados a más de una veintena.

En el marco de este cincuenta aniversario, tienen previsto modernizar las instalaciones de almacenamiento y empaquetado. Con ello, los visitantes podrán conocer a través de la ruta autoguiada por las salinas todo el proceso de fabricación de la sal. Desde la recogida del agua en los cocederos hasta el envasado final.

Mientras tanto, las comunicaciones siguen siendo el principal hándicap con el que cuentan estas instalaciones. Es incomprensible que a día de hoy, este espacio de la costa de Fuencaliente, donde acuden multitud de turistas a diario, carezca de cobertura telefónica. Las Salinas tienen una conexión vía satélite, pero en determinadas condiciones es inviable para algo tan común como la utilización del datáfono para cobrar a los clientes.

Tampoco pueden ceder la conexión wifi a los visitantes, porque se colapsa el sistema. Andrés Hernández destaca también la insuficiente instalación de cartelería informativa para llegar a la zona y el deficiente estado de la carretera de acceso como otras de las dificultades con las que todavía tienen que bregar n

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