Casa Peter es una institución en La Laguna. No hay lagunero ni vecinos de otros municipios cercanos que en algún momento de su vida no hayan pasado por este histórico local del centro de la ciudad; emblemático por sus perritos calientes, pero, sobre todo, por su fundador, J. Peter Larsen, el danés que trajo el fast food a la ciudad y se ganó con su trato afable a los laguneros, quienes le recuerdan con cariño tras su fallecimiento a principios de este mes.
“Él era fantástico, muy amable, muy agradable, muy curioso y con mucha facilidad para hablar con la gente”, relata Bent Erik Nordstrom, más conocido como Pastor, sueco y socio de Peter, y actual propietario del local junto con su mujer, y una de las personas que mejor lo conocía.
Peter abrió su primer local de perritos calientes en 1968, con tan solo 26 años, en La Milagrosa, tras pasar primero por Gran Canaria, donde trabajaba en un quiosco junto a otros daneses y a donde llegó como turista. “En parte, también se vino huyendo del sistema político danés, que era muy rígido y con el que no estaba muy conforme”, cuenta Pastor.
En Gran Canaria conoció a su mujer, Lis, también danesa y con quien no tuvo hijos. Con ella estaba de vacaciones en Argentina en el momento de su fallecimiento, adonde solían ir todos los años porque tenían amigos allí, un antiguo jefe de su etapa por Gran Canaria.
De esa isla dio el salto a La Laguna porque “él sabía que aquí había universidad y juventud, y movimiento, y pensó que era un buen sitio para establecerse”, apunta Pastor. El primer local de La Milagrosa duró unos pocos meses y de ahí se mudó a su emblemática localización en la calle de San Agustín, que aún permanece en el recuerdo de muchos laguneros que hicieron cola para probar sus famosos perritos, aunque los comienzos nunca son fáciles. “La gente no sabía lo que eran. Y una cosa curiosa es que mucha gente no lo quería con la salchicha entera, porque era feo que sobresaliera del pan, y aún tenemos en el menú el perro pequeño”, bromea Pastor. “Él fue el primero en traer la comida rápida, no existía en aquella época; nadie podía ir a un bar y pedir un bocadillo caliente y que estuviera ya. Al principio quizás costó un poco, por eso de la salchicha que sobresalía, pero luego fue un éxito”, señala. “Fue un boom, había colas por la calle. Había gente de todo tipo”, añade su mujer, María Dolores Izquierdo, más conocida como Loly.
De forma paralela, Peter abrió en aquella época, 1970, otro local en Ramón y Cajal, en Santa Cruz de Tenerife, también de perritos calientes, que estuvo abierto bastante tiempo. Aquí fue donde le conoció Pastor, recién desembarcado en la Isla tras haber estado trabajando como marinero. “Me quedé aquí para ganar algo mientras buscaba un barco con la intención de ir a Argentina y empecé a echar una mano a Peter en el local de San Agustín. Luego conocí a mi mujer y ya me quedé aquí”, cuenta. “Antes Ramón y Cajal era muy transitada, porque las guaguas que venían de La Laguna paraban ahí, en la plaza que estaba al final de la calle, y entonces había bastante movimiento. Pero cuando cerraron la calle quitaron la parada, la trasladaron para otro lado, y la calle se murió, y por eso cerró el local”, añade Loly.
Enamorado de la Isla
El famoso establecimiento en la calle de San Agustín estuvo muchos años abierto, hasta que tuvo que trasladarse por problemas con los propietarios del inmueble en el que se ubicaba. Y de ahí pasaron a su ubicación actual, en la calle de Núñez de la Peña, número 3, donde ya llevan unos 30 años y ofertan más productos de comida rápida. Pastor comenzó como trabajador, “luego nos hicimos socios al venir aquí, a Núñez de la Peña, y hace años que nos quedamos con el negocio completo, cuando él se jubiló, en 1994”.
La conexión entre Peter y Pastor era tal que, según relata: “Es curioso, porque algunos vienen a darme el pésame por mi padre, y él es solo seis años mayor que yo, así que difícil puede ser mi padre”, bromea.
Según cuentan Pastor y Loly, Peter era un enamorado de la Isla. “A él le encantaba esto, le encantaban las papas arrugadas, el conejo al salmorejo y el pescado salado -rememora Loly-. Él decía que la comida de Dinamarca no le gustaba. Allí estaban como cuatro meses en verano, y lo primero que hacía al volver era comer. A él le gustaba irse a un guachinche, pedir un vasito de vino y estar con gente hablando”.
Su otra gran pasión eran las motos. “Hemos viajado mucho en moto, entre los dos hemos hecho medio millón de kilómetros por todo el mundo. Andábamos en Harley Davidson y nos juntábamos con otros motoristas de distintas partes del mundo. Era aventurero, también se sacó el título de piloto de aviación”, indica Pastor, quien recuerda con cariño un viaje que hicieron a Cabo Norte, entre otros muchos en los que también les acompañaban sus mujeres en numerosas ocasiones.
Políticos y famosos
Por Casa Peter ha pasado gente de todo tipo, vecinos, políticos, deportistas, músicos y famosos. Como Sergio Rodríguez, jugador de baloncesto en la NBA, que “se crió aquí con los perritos”. Por eso no es difícil verlo por allí cuando viene a la Isla; es más, “una vez llamó el delegado del equipo para pedir 80 perritos para todos los jugadores”. Anécdotas tienen miles, acumuladas en estos casi 50 años desde la apertura de ese primer local en 1968 en La Milagrosa, que quieren conmemorar el próximo 2018. También se plantean realizar un homenaje a Peter, a quien, desde la noticia de su fallecimiento, han dedicado cientos de mensajes de cariño y recuerdo en las redes sociales del local. “Es un negocio muy querido y conocido”, destaca Loly, algo que sin duda se logró alcanzar también gracias al carácter y la personalidad de Peter, cuya huella quedará para siempre entre las paredes del local y en todos sus clientes.