
Las salas de cine de España estrenan hoy la adaptación en imagen real de La Bella y la Bestia, que Walt Disney Pictures hizo tan popular en 1991, cuando se llevó a la gran pantalla el cuento de hadas de origen francés en forma de película animada. Esta vez será la actriz Emma Watson (Hermione Granger en Harry Potter) la que asuma el papel de Bella, y Dan Stevens (actor en Downton Abbey), el de la Bestia.
Los auténticos protagonistas de esta historia fueron Petrus Gonsalvus (Tenerife, 1537-Campodimonte, Italia, 1618) y su mujer, Catherine. Él, afectado por la hipertricosis o síndrome del hombre lobo, una enfermedad rara por la que tenía gran parte de su cuerpo cubierto de pelo, era la Bestia. Ella, una hermosa y joven parisina, la Bella. Fue Jeanne-Marie Leprince de Beaumont la autora que popularizó la historia de amor en 1756, convirtiéndola en cuento de hadas. La suya es la más conocida de todas las versiones escritas y sobre la que se inspiran la mayoría de películas.
Quizá la historia real fue muy distinta al cuento de Leprince, pero, en todo caso, guarda con él un denominador común: el amor que mira la belleza del interior. Gonsalvus y Catherine vivieron en matrimonio durante más de 40 años y engendraron seis hijos, de los cuales cuatro padecieron la misma enfermedad del padre. Según algunos investigadores, son los cuadros del “salvaje gentilhombre de Tenerife”, que aún se guardan en el Castillo de Ambras, en Austria, los que inspiraron el relato. En ellos se muestra al isleño, junto a su mujer y a sus hijos. Es el primer caso europeo documentado de la hipertricosis. Petrus se ganó el título de don en Francia; por eso posa vestido como un noble. Gozó de la protección de la corte de aquel país y de su rey, Enrique II. Era hijo de un mencey y un hombre que, a pesar de su apariencia, fue muy respetado en el continente.
Cuando el periodista Enrique Carrasco descubrió esta historia, no pudo más que aventurarse en la investigación del personaje, y plasmó los datos encontrados en un ensayo, que dio a conocer en 2006 bajo el título Petrus Gonsalvus, mi vida entre lobos. “En el texto que acompaña al cuadro del Castillo de Ambras se relata que Petrus fue un hombre que se educó como un cortesano del siglo XVI. Una persona con mucho vello, pero de porte elegante, que nació en las Islas Canarias”, comenta Carrasco en una reciente entrevista concedida a este periódico.
“Él se casó con una chica que la corte francesa le asignó”, señala. Considera que el matrimonio fue primero por obligación, “porque se le intentó integrar de esa manera en la nobleza francesa”, pero luego surgió el amor. “De otra forma, no se puede explicar cómo tuvieron seis hijos y compartieron más de 40 años juntos”, explica.
La relación con la Bella y la Bestia parte de los cuadros, según el periodista. “En ellos aparecía él, adornado con la gola, un collarín del siglo XVI y XVII, que indicaba la nobleza, posando con su mujer y sus hijos”. De ese amor no queda ningún dato más que los retratos. “Se cree que los escritores se apoyaron en la imagen y luego ficcionaron toda la historia”.
A Gonsalvus, comenta Carrasco, “lo protegían en las cortes porque en aquella época era muy común el coleccionismo de exotismos”. Y qué más exótico que un hombre cubierto de pelo. Este tipo de selecciones surgen ante la llegada de animales, plantas, minerales y todo tipo de curiosidades del continente americano recién descubierto. “Aparecieron así los gabinetes de maravillas, los primigenios museos, donde se guardaban todo tipo de tesoros”.
El fenómeno de Gonsalvus fue estudiado tanto por los médicos como por los artistas de la época, que lo convirtieron en un auténtico icono: la Bestia y el hombre lobo, una persona que fue amada y protegida por la belleza de su interior.