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Golpea, huye y denuncia: talleres de defensa personal

El programa Espacios por la Igualdad del Ayuntamiento de Santa Cruz inicia con un taller de defensa personal una agenda que, tras el verano, llevará a los cinco distritos el fomento del respeto y la igualdad entre mujeres y hombres

Golpea y huye. Esta máxima que parece tan sencilla, para una mujer a la que su agresor suele doblar en peso y fuerza, no lo es tanto. Necesita de unos conocimientos básicos que le den las herramientas necesarias para evitar la agresión. Técnicas que permiten a una mujer saber reaccionar ante situaciones tan cotidianas como que alguien quiera dar un beso que no ha sido consentido, que evitan que las tiren al suelo o que las ayuden a identificar las situaciones de riesgo, a caminar por la calle con la actitud adecuada, a estar pendiente de lo que las rodea, y no solo por los peligros específicos que acechan a una mujer por ser mujer. Todas estas pautas y otras muchas más tienen que ver con lo que el servicio de Igualdad del Ayuntamiento de Santa Cruz ha denominado, “el empoderamiento de la mujer”. DIARIO DE AVISOS tuvo la oportunidad de asistir al primero de los tallares, de defensa personal, que se ha puesto en marcha dentro del marco del programa Espacios por la igualdad, un proyecto que, a partir de septiembre se impartirá en los cinco distritos de la capital y que ofrece cuatro tipos de talleres gratuitos: los destinados a mujeres como son el que aborda la sexualidad y la defensa personal; otro solo para hombres, en el que se abordan los micromachismos y las nuevas masculinidades; y un cuarto de carácter mixto en el que se aprende a gestionar las redes sociales para evitar y prevenir la violencia de género.

María Jiménez

El primero que se ha puesto en marcha se está impartiendo hasta el 20 de julio en el Centro Cultural de María Jiménez. Allí Javier Yanos enseña a una veintena de mujeres conceptos básicos de defensa personal. “Es una iniciación a la defensa personal y trabajamos el empoderamiento y la confianza de las mujeres”, explica Yanos mientras sus alumnas practican cómo evitar ataques directos y responder si fuera necesario. Golpe, izquierda-derecha, patada, patada, y paso atrás. A pesar de lo que pueda parecer, el monitor deja muy claro que de lo que se trata es de “golpear y huir”. “Se trata de prevención y anticipación. Si tenemos que tener una respuesta, enseñamos a que sea la más certera posible y a buscar una huida lo más segura posible y luego, por supuesto, denunciar, porque son los fuerzas de seguridad las que tienen que responder a esas agresiones, no nosotros”.

“Este tipo de talleres -continúa Yanos- permite reconstruir a mujeres que lo han pasado mal, que han perdido su confianza, y lo hacemos a través del deporte, de un esfuerzo físico que hace que se encuentren mejor con ellas mimas y dotarlas de capacidad de respuesta”. Si a esto se une que la práctica de hábitos saludables hace que las mujeres se sientan mejor y que el hacerlo con otras mujeres aumenta sus apoyos, un taller de defensa personal se convierte en algo mucho más profundo. “No enseñamos enfrentamiento. Enseñamos prevención y anticipación”, insiste el monitor.

Yanos vuelve a la clase para enseñar a las mujeres una regla básica de la física, la que hace que un puente de arco se mantenga en pie. “Voy contra tí, intento tumbarte, peso más que tu, ¿cómo lo evitas?”, pregunta el monitor. Enseña a la mujer a volcar todo el peso de su cuerpo apoyada en el de su agresor, de puntillas si hace falta, lo que lleva un equilibrio de fuerzas, el punto medio de ese arco que mantiene los puentes en pie, en este caso, a las mujeres en pie. Yanos las deja practicando y vuelve para explicar que las mujeres, cuando terminan el curso, “se han dado cuenta de cómo creando unos determinados hábitos se pueden encontrar mucho más seguras caminando en el día a día”.
Se trata de cosas tan sencillas, como tener amplitud a la hora de observar lo que está en la calle, “no distraerte con el móvil o tus propios pensamientos, actitud corporal correcta y observando no solo lo que está justo en frente, eso te da la posibilidad de adelantarte a situaciones de robo o agresiones”, añade el monitor. “Se trata de que dejen de ser víctimas, empoderarlas y que sean capaces de enfrentarse a los riesgos”.

El taller que dirige Javier Yanos es muy heterogéneo con alumnas que superan los 70 años como es el caso de María o Yuli como la conocen todas. Vive en Los Valles y a pesar de su fibromialgia acude al taller porque simplemente lo disfruta. Carmen, de 79, aunque no sigue todos los ejercicios, participa activamente en el taller, “me gusta mantenerme activa” dice esta mujer que también practica yoga. En el otro extremo encontramos a Inma, que con 17 años, llegó al taller por recomendación de su madre. “No solo aprendes a defenderte sino que también a conocernos a nosotras mismas, nuestros miedos pero también nuestras fortalezas”. Otra Inma, de 42, coincide en el análisis. “Es muy útil no solo por la defensa personal sino porque te hace sentirte segura y aprendes a identificar los riesgos”.

Seguridad en sí mismas

La clase continúa. Ejercicios de confianza en los que las alumnas deben cerrar los ojos y dejarse guiar por otras pero, también otros en los que una le indica el camino correcto y una segunda el falso. “Solo sabré quien me miente cuando me haya equivocado. Cierto. Pero, nos puede engañar una vez, dos, pero no tres”, les explica el monitor cuando algunas se dejan llevar una y otra vez por la voz que les indica el camino falso. El contacto físico entre ellas es constante, el refuerzo de la confianza en sí mismas es evidente.

A por los guantes. Toca el turno de golpear de nuevo. Alguien las coge por detrás intentando inmovilizarlas. “Golpe con la cadera, abrimos espacio por el que giramos y enfrentamos al agresor, golpe, izquierda-derecha, patada y atrás”. Desde Igualdad explican que se han encontrado con mujeres que no soportan el contacto físico, que han sufrido violencia de género, y el simple hecho de revivir situaciones similares las paraliza. En esos casos, explican, se les ofrece a participar como espectadoras hasta que se animan a participar.
Termina la clase. Hoy, en el último tramo del taller han aprendido defenderse de una agresión sexual. Es martes. El jueves volverán a tener hora y media para trabajar en su empoderamiento, en su confianza, en su capacidad, en su vida.

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