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“Las olas de calor serán uno de los grandes problemas para Canarias”

Dirige el Centro de Investigación Atmosférica de Izaña desde 1990 cuando se le llamaba el Observatorio. “Ha llovido y no tiene nada que ver lo que era entonces y lo que es ahora”, señala, mientras subraya que “este es un proyecto que evoluciona a toda velocidad”
Emilio Cuevas, director del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña. Andrés Gutiérrez
Emilio Cuevas, director del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña. Andrés Gutiérrez

Juan Carlos Mateu / Khushi Bhatia

Dirige el Centro de Investigación Atmosférica de Izaña desde 1990 cuando se le llamaba el Observatorio. “Ha llovido y no tiene nada que ver lo que era entonces y lo que es ahora”, señala, mientras subraya que “este es un proyecto que evoluciona a toda velocidad”. Tras estudiar física en la Complutense de Madrid, el flechazo profesional con El Teide se produjo, en 1984, viendo un Telediario: “Vi que inauguraban una estación en Izaña en colaboración con los alemanes y dije ‘ahí quiero estar’. Me presenté a las oposiciones y ese fue el destino que pedí”. Hoy, Emilio Cuevas, de 55 años, va camino de las tres décadas dirigiendo un centro vanguardista que participa en diferentes proyectos por todo el planeta y que colabora con organismos de prestigio mundial, como la NASA.

-¿Qué papel juega el Centro de Investigación de Izaña en proyectos internacionales sobre vigilancia atmosférica?

“Tenemos varias líneas de investigación. Por ejemplo, en el caso de la capa de ozono, las observaciones en Izaña que iniciamos en 1991 fueron las primeras que se hicieron en España de forma sistemática y continua. A partir de ese momento se montó una infraestructura importante de tal manera que actualmente somos centro de calibración europeo de los espectrofotómetros Brewer, que significa que facilitamos los datos de comparación entre unas estaciones y otras a partir de las medidas que hacemos al sol. En aerosoles somos uno de los dos centros en el mundo de calibración solar de Aeronet, que es la red de la NASA para las medidas en esta materia, con 400 instrumentos en todo el planeta. También trabajamos con China en un proyecto similar”.

-¿Hay alguna investigación concreta en la que Izaña sea un referente único en el mundo?

“La mayor parte del nuevo instrumento de Aeronet de la NASA se desarrolló en Izaña en colaboración con la empresa fabricante francesa. Los métodos de medida y las pruebas de los prototipos los hicimos aquí. Y ese es el equipo que utiliza la NASA como estándar de la red. Otro tema donde somos casi únicos es en la caracterización del polvo que viene del Sahara, porque es la única estación que está situada en un lugar donde podemos ver la exportación del polvo africano hacia el Atlántico y que llega hasta América. Medimos todo tipo de propiedades ópticas, físicas y químicas del polvo sahariano”.

-Las instalaciones que dirige registran temperaturas desde el 1 de enero de 1916. ¿Cómo han evolucionado hasta hoy, un siglo después?

“A partir de la década de los 80 hay un incremento espectacular. Estaríamos hablando de un grado y medio de ascenso desde que comenzaron las mediciones en 1916. Es un aumento considerable”.

-¿Ese calentamiento es uniforme en cumbres, medianías y costas?

“Tenerife es un gran laboratorio porque tiene estaciones desde el nivel del mar hasta los 2.400 metros de altura. El calentamiento es más evidente a mayor altura, y entre barlovento y sotavento las estaciones situadas al norte están más afectadas por un aumento de las temperaturas mínimas (nocturnas) que es superior a las del sur”.

-Los episodios de las noches tropicales, por encima de los 20 grados, son cada vez más frecuentes en Canarias. ¿Es otra de las anomalías?

“Es algo que también observamos. Están aumentando las temperaturas mínimas, pero no solo ocurre en Canarias sino en todo el mundo”.

-¿Cuál es la causa?

“Tiene que ver con un calentamiento del mar. Las mínimas se producen justo antes del amanecer, en torno a las 6, y si tenemos un mar más cálido, las temperaturas a esa hora son más altas. Lo que también ha sucedido en las últimas décadas es un calentamiento del océano en la circulación de Canarias, con el aumento de un grado en pocas décadas”.

-¿Eso significará que podrían llegar a las Islas tormentas tropicales y fenómenos similares al Delta?

“En el Archipiélago no se desarrollan ciclones importantes como en el Caribe, porque, aunque estamos en la misma latitud, la diferencia es la temperatura del agua del mar. Mientras aquí la media ahora es de 23 grados, en el Caribe es de 29 o 30. Los ciclones y tormentas tropicales necesitan como alimento temperaturas altas y vapor de agua. Si se sigue calentando el océano, aumentan las probabilidades de que algunas trayectorias de estos ciclones o tormentas pasen por Canarias”.

-¿Debemos dar por hecho que tendremos cada vez más invasiones de calima?

“Es difícil saberlo porque no tenemos series tan largas como para predecirlo. En los últimos años ha habido un aumento en determinadas épocas del año, pero en una perspectiva más histórica no está tan claro, porque en el pasado ya se han registrado altas intrusiones de polvo”.

-El desencadenante del cambio climático es el calentamiento de la atmósfera, y la causa de que esto se produzca está directamente relacionada con el incremento de gases de efecto invernadero. ¿Qué indican los estudios que realizan?

“Empezamos con las series de medición de gases de efecto invernadero en 1984 y es impresionante su evolución. No hay ninguna duda. El incremento es enorme y sin pausa. Hace 33 años el aumento del dióxido de carbono, que es el gas de efecto invernadero más importante, era de 1,8 partes por millón al año y ya estamos en 2,3. Los datos del metano, el hexafluoruro de azufre y el nitroso son aún más espectaculares”.

Centro de Investigación Atmosférica de Izaña. DA
Centro de Investigación Atmosférica de Izaña. DA

-¿El sol, la radiación solar, es más peligrosa ahora que tiempo atrás?

“Depende de los sitios. Aquí, el deterioro de la capa de ozono no ha tenido ninguna repercusión. Ese problema sí ha existido en las latitudes altas, en los polos, que es donde se ha producido el máximo deterioro. En las regiones subtropical y ecuatorial no hemos observado ningún cambio. Antes, nuestros abuelos se protegían del sol y ahora todo el mundo está en la playa. Hay un cambio en los hábitos, no hay que culpar de estos a la atmósfera”.

-¿Se puede hacer una prospección de cómo será el clima en Canarias dentro de otros 100 años?

“Tenemos claro que habrá un aumento de temperatura importante. Los modelos también dan un decrecimiento de las precipitaciones de hasta un 25%. Pero hay que dejar claro que ese cambio se está produciendo ya. No es a futuro. Si no se remedian y no se toman medidas las temperaturas subirán más de dos grados en los próximos 100 años”.

-¿Qué consecuencias tendrá ese escenario que dibuja a largo plazo sobre la vida en Canarias? ¿Qué amenazas acechan a las Islas?

“En primer lugar las olas de calor. De hecho ya se observa una mayor frecuencia y una mayor intensidad de estos episodios. Será uno de los grandes problemas para Canarias. El ciclo hidrológico, con menos lluvias, también le afectará, lo que significa que va a haber que gastar más en tener agua. Los recursos de las galerías se verán disminuidos y la dependencia de las desaladoras será mayor. Una subida de las temperaturas acarreará un aumento del consumo energético y Canarias depende en gran medida del exterior, porque no se han desarrollado suficientemente las energías alternativas como la eólica y la solar. Y otra cosa, habrá un impacto sobre la biodiversidad que albergan las Islas por los cambios de temperaturas y de humedad en los diferentes niveles. Eso provocará desplazamientos de especies y habrá alteraciones de la diversidad biológica”.

-¿Y la subida del nivel del mar, siendo islas como somos, cómo incidirá?

“Por el tipo de costa que tenemos, en principio no es uno de los grandes problemas, porque no tenemos plataforma continental y nuestra orografía es muy abrupta”.

-¿Las olas de calor (estamos en alerta por altas temperaturas) tienen que ver con la cercanía del Archipiélago al continente africano?

“En parte, pero no únicamente. Hay ocasiones en que puede llegar una masa de aire de África pero se puede producir un periodo de estancamiento al no haber ventilación suficiente. Si no corre la brisa y la temperatura del mar es alta, se prolongan los periodos de calor mucho tiempo. En Canarias, las máximas del mediodía, con valores de 32 y 33 grados, no son tan altas como en la Península, pero por las noches sí son muy elevadas, por encima incluso de los 26 o 27 grados, lo que hace muy difícil dormir. Ahí es donde está el problema de las olas de calor en Canarias”.

-El observatorio que dirige también realiza mediciones sobre los niveles de contaminación. La estación situada en la capital tinerfeña suele registrar niveles por encima de la media que marcan las Islas. ¿Qué indican los últimos parámetros?

“En el contexto de Canarias sigue siendo el punto más problemático, pero es una atmósfera relativamente limpia. Desde que la refinería paró la calidad del aire en Santa Cruz ha mejorado sustancialmente. Eso lo vemos clarísimamente utilizando los datos del propio Gobierno de Canarias con la Red de Contaminación Atmosférica. Los niveles de dióxido de azufre y el sulfato han disminuido de forma tremenda. El punto negro que queda son los vehículos, hay una gran densidad. Pero, en términos globales, gracias al alisio y al océano, Canarias es un lugar muy limpio”.

-De todos los proyectos en los que participa actualmente el Centro de Investigación Atmosférica de Izaña, ¿cuál destacaría?

“Ahora estamos trabajando a nivel científico para entender por qué y de qué manera las intrusiones de polvo sahariano viajan y se propagan hacia el Atlántico y el Mediterráneo”.

-¿Y ya se conocen los resultados de la investigación?

“Sí, aunque no las hemos publicado. Esas intrusiones tienen un carácter pulsante, es decir, no son continuas sino pequeñas inyecciones de polvo. Y creemos que hemos descubierto la causa”.

-¿Se puede saber cuál es?

“Se encuentra muy cerca de la estratosfera. Estamos hablando del desierto del Sahara, y ese carácter pulsante de las intrusiones de polvo que afectan a todo el Atlántico y al Mediterráneo tienen como consecuencia unas ondas que se encuentran a una altura de 12 kilómetros. Se generan ahí. Esas ondas se propagan a una escala enorme, desde latitudes medias hacia el sur y hacia niveles bajos y son las que producen esos pulsos, una serie de fenómenos meteorológicos sobre el norte del Sahara que hacen que se module de esa manera la producción de polvo y el transporte”.

100 años de observación

El interés por la investigación atmosférica en Tenerife data de 1643, cuando la Royal Society de Londres envió a su cima a dos de sus miembros “para medir el peso del aire”, tal como recoge una publicación del centro editada con motivo del 100 aniversario de su inauguración. En los siglos XVIII y XIX hubo distintas campañas científicas, hasta que en 1909 los gobiernos de España y Alemania entablaron negociaciones para fijar un observatorio permanente en las cumbres de la Isla.
El 1 de enero de 1916 fue inaugurado el Observatorio Atmosférico de Izaña. “Para el desplazamiento del personal o para subir los instrumentos se recurría a animales o se tenía que hacer andando, porque no había carretera; hasta 1933 no subió el primer coche”, apunta Emilio Cuevas. En la historia de este centro de investigación hay dos años clave: 1984, cuando España y Alemania  firman un convenio para establecer una estación de la Red Internacional de Contaminación Atmosférica de Fondo (Bapmon), y 1989, con la integración de Izaña en el programa de Vigilancia Atmosférica Global.

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