hermano pedro

Nobel del Santo canario

En Tenerife, Miguel Ángel Asturias lo nombró Santo durante su visita a la Cueva en el barranco de Los Balos. Lo dijo 28 años antes de que el Hermano Pedro recibiera, en 2002 en Guatemala, el alto reconocimiento de canonización por parte del Papa Juan Pablo II
Diario de Avisos destacó el abandono en el que se encontraba en 1974 la cueva del Hermano Pedro. Imágenes cedida por la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife.
Diario de Avisos destacó el abandono en el que se encontraba en 1974 la cueva del Hermano Pedro. Imágenes cedida por la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife.
Diario de Avisos destacó el abandono en el que se encontraba en 1974 la cueva del Hermano Pedro. Imágenes cedida por la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife.

Por Zenaido Hernández

Miguel Angel Asturias y su esposa Blanca Mora y Araujo llegaron a Tenerife el 13 de enero de 1974, procedentes de Dakar, donde el escritor había dictado conferencias invitado por el presidente senegalés, el también escritor Léopold Sédar Senghor.

Le acompañaba un propósito, una idea fija, y lo cumplió. El escritor guatemalteco, autor entre otras obras de Leyendas de Guatemala, Hombres de maíz, Viento fuerte, El Papa Verde, Week-end en Guatemala, El Señor Presidente o Viernes de Dolores, quiso llegar cuanto antes a la cueva del Hermano Pedro. Allí reafirmó que es “español por mis antepasados e indio por mis antepasadas”. El libro de visitas del lugar de peregrinación recoge sus palabras y firma: “17 de enero de 1974; estuvimos aquí a llamarte santo porque santo eres”. Su esposa añadió: “Santo Hermano Pedro, te pido salud y fuerza para tu devoto hijo Miguel Ángel, para mi tía Mecha, hermanos…, mis cuñados Marcos y Teco, con fe y esperanza”.

Tras una breve estancia en Gran Canaria, su agenda señala que debe participar en el Curso de Español para Extranjeros, dictando conferencias en la Universidad de La Laguna y en el Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz. Eliseo Izquierdo le entrevista en la mañana siguiente y La Tarde acoge en portada ese día el acontecimiento, que da paso a las declaraciones del premio Nobel 1967: “Hablo para que no se nos olvide a los países hispanoamericanos, con nuestros problemas cada día más graves”. A la pregunta “¿De qué es el hombre hispanoamericano?” el escritor responde rápido: “De maíz”, reafirmando a su inseparable vinculo con la cultura maya. El escritor y periodista, cronista oficial de La Laguna, pregunta si tiene fe en la palabra escrita: “Nos hemos apresurado mucho al decir que la imagen sustituirá a la palabra. Pero no es así. La imagen golpea la sensibilidad pero pronto se olvida. Sin embargo, la palabra permanece. No podríamos concebir un mundo sin palabras. La palabra es sagrada”.

Surge una última pregunta: ¿Cual es su afán al ir por el mundo sembrando su palabra? “Mantener la audiencia de todos los países hispanoamericanos en el sentido de que no se nos olvide y estemos presentes con nuestros problemas, cada vez más graves. Hacer un poco el Gran Lengua, el Lengua Mayor.”

Miguel Angel Asturias escuchó a Los Sabandeños en el Puerto de la Cruz. Disfrutó de su música en la que dijo “se percibe el puente que nos une”. En una servilleta les dedicó un mensaje: “Mientras no nos liberemos, necesario es cantar”.

Luego viajaría a Puerto Rico, a Sevilla, para disertar sobre Bartolomé de Las Casas, y a Madrid, donde se le agravó la enfermedad, el mal que con él convivía, que de forma imperiosa le instó a visitar en enero la Cueva del Hermano Pedro.

Miguel Ángel Asturias falleció en Madrid el 9 de junio de 1974. DIARIO DE AVISOS, en su edición del siguiente día – etapa palmera, bajo la dirección de Gilberto Alemán-, publica en la página semanal Misión Rescate en el Mundo Regional- “al servicio de la salvaguardia del patrimonio histórico y artístico de las islas”, el artículo Otro olvidado-El Hermano Pedro, que firma P. F. C., seudónimo del sacerdote Pedro Manuel Francisco de Las Casas, en el que se puede leer: “Miguel Ángel Asturias no volverá jamás a la gruta del Hermano Pedro de Bethencourt, el tinerfeño que creó la primera escuela pública de Guatemala, la tierra del premio Nobel de Literatura de 1967. No volverá Asturias a pisar aquella gruta escondida en el sur de Tenerife, casi inaccesible por culpa de una desidia antiquísima que, con profundo dolor, denunció aquí Miguel Ángel Asturias. Que un ser, el Hermano Pedro de Bethencourt, tan importante para la historia de su país, estuviera tan olvidado aquí le hacía palidecer de estupor. El habló con algunas autoridades isleñas y esas autoridades le prometieron arreglar aquella gruta, hacerla accesible, reformarla hasta lo posible porque el recuerdo del Hermano Pedro no fuera un recuerdo escondido, sino encendido y alto, como se merecía el pastor y como se merece Guatemala entera. Los políticos a lo mejor se olvidan de esas cosas, pero seguro que Miguel Ángel Asturias habrá muerto con la ilusión de volver a la isla de Tenerife y no tener que cruzar intrincados caminos para llegar a un lugar del que, durante sus días isleños, fue Asturias un devoto peregrino”.

Estuvimos con Miguel Angel Asturias en su visita a la Cueva del Hermano Pedro y meses más tarde acudimos a la Clínica La Concepción en Madrid interesándonos por su salud. Doña Blanca nos atendió de inmediato al conocer que tenía visita de Canarias. “Dios, que sabia del mal de Miguel, quiso que lo tuviese en España, en la que están abiertos los brazos para todo ser humano”.

Pidió que trasladáramos sus recuerdos y agradecimientos a Los Sabandeños, a los señores Wildpret, a Constantino Aznar, … “Llévenlo a todo el pueblo de Canarias, por tantas muestras de hondo sentido humano que nos dedican”.

Cuenta que su esposo le ha comenzado a dictar cartas y saludos. “El doctor dice que va evolucionando y hay esperanza. Esta mañana le dio por hacer un soneto a la manera de Quevedo, dedicado a las enfermeras. No se lo puedo dejar porque todas se lo han llevado para hacer fotocopias.” El primer parte médico señalaba: “Miguel Ángel Asturias ha ingresado en la Unidad de Vigilancia Intensiva por padecer un episodio respiratorio agudo. Su situación ha sido grave desde el ingreso, permaneciendo estacionaria”. El año anterior fue intervenido quirúrgicamente de pólipos cancerosos intestinales.

En la conversación dijo que nuestra visita le retornaba a la luz de paz que percibió en la gruta del Hermano Pedro. “Hacen que por un momento deje atrás este tiempo de oscurridad y desasosiego. Miguel nombra a menudo Tenerife y dice que quiere volver a la gruta y rezarle. En Guatemala los indios llenan los templos pidiéndo al Hermano Pedro por la salud de Miguel”.

Nos despidió con el igual afecto que al recibirnos. Recordó la visita que habían hecho al Vaticano. “Pablo VI le dijo: ‘Pediré a Dios para que le de muchos años de vida, en la que pueda escribir libros en favor del pueblo. El Papa había leído sus libros y le dijo: “Pero que tío más bruto ese que llamas Papa Verde”. Nos dejó un último encargo: “Recen al Hermano Pedro. Tenemos promesa de ir a su gruta”. Pidió dieramos su “saludo y abrazo a los estudiantes canarios, que tanto Miguel como yo recordaremos por la grandiosa despedida que nos tributaron”.

El Hermano Pedro no ha caído en el olvido. Se ha establecido el espacio de peregrinación-santuario, en su cueva, y Vilaflor cuenta con una casa convento, en el lugar donde nació. El sacerdote tinerfeño Daniel Padilla es delegado apostólico para la Orden de Belén que tiene sedes en Guatemala y La Laguna. Los hermanos de Belén, en La Laguna, y las hermanas Bethlemitas en Arona y Vilaflor, dan buena cuenta de la huella imborrable del pastor chasnero.

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