incendio en el cheshire

Canarias mira impasible un potencial desastre medioambiental

El carguero británico Cheshire con 40.000 toneladas de carga peligrosa ardiendo, lleva dos semanas vagando por las Islas sin que el Gobierno autonómico haya adoptado aún ninguna iniciativa
El carguero Cheshire ha sido trasladado a 40 millas del sur de Gran Canaria. Cedida por Santa Cruz Mi Puerto

Dos semanas han pasado ya desde que se dio la voz de alarma del carguero británico Cheshire cuando se aproximaba a Canarias y la carga de 40.000 toneladas de fertilizante (que contiene nitrato de amonio) que transportaba aún sigue ardiendo. El barco, que estuvo a la deriva durante una semana por aguas próximas a las Islas, tras ser evacuada toda la tripulación, logró ser enganchado hace unos días por los remolcadores y trasladado al lugar que han determinado las autoridades centrales para intervenir, situado a 40 millas al sur de Canarias. Mientras tanto, expertos consultados por este periódico, no entienden la pasividad del Gobierno autonómico ante un suceso de esta naturaleza y sostienen que se ha debido crear una comisión mixta Canarias – Estado para evaluar y hacer un seguimiento del accidente.

74 kilómetros separan ahora las costas canarias de este buque en llamas, al que todavía no han podido acceder los técnicos de la empresa especializada en rescate de barcos, Resolve Marine, contratada por el armador. La intensidad del humo tóxico que desprenden dos de las cinco bodegas que siguen activas impide operar dentro del barco, mientras se realizan labores de enfriamiento desde los tres remolcadores que se encuentran operando en la zona.

Una distancia que consideran óptima para facilitar los medios para la extinción y, a la vez, evitar cualquier posible afección medioambiental a la costa canaria, tal y como comentó ayer a DIARIO DE AVISOS el subdelegado del Gobierno en Las Palmas y delegado accidental, Luis Molina, quien señaló que no se autorizó la zona de exclusión aérea y marítima solicitada por el armador del barco, Bibby Line Limited, porque “no se consideró necesario”.

El periódico digital Canarias Ahora, citando fuentes de Salvamento Marítimo, concreta que “el buque se encuentra fuera de aguas territoriales españolas”. “No obstante, se están emitiendo avisos a navegantes, avisando de la posición del barco, e instando a que mantengan el debido resguardo”, subrayan.

Por parte de las autoridades estatales no se atreven a hacer una estimación de cuánto tiempo más puede persistir esta situación del barco, hasta que consuma la totalidad de la carga de nitrato de amonio que lleva en sus bodegas, si bien desde la empresa prevén que puede prolongarse lo que resta de mes.

A pesar de este mensaje de que la situación está bajo el control relativo que puede haber en un accidente de este calado, muchas dudas sobrevuelan sobre el impacto que puede llegar a tener de producirse un derrame, que no contribuyen a despejar el silencio de las autoridades autonómicas y centrales.

El carguero Cheshire ha sido trasladado a 40 millas del sur de Gran Canaria. Cedida por Santa Cruz Mi Puerto

PASIVIDAD

José Segura, experto en el sector marítimo, no solo por su carrera profesional, como catedrático de Termodinámica de la Escuela de Náutica de Tenerife, sino también porque a lo largo de su dilatada carrera política siempre representó al grupo Socialista en el Congreso y en el Senado en los temas y elaboración de leyes que afectan a esta materia, se muestra sorprendido de “la excepcional pasividad de los responsables autonómicos de Canarias” ante este hecho.

“Es cierto que no tiene competencias directas, pero el Gobierno de Canarias sí tiene la enorme responsabilidad de defender los bienes de la Comunidad, la salud de los dos millones de ciudadanos que residen en las Islas y de los millones de turistas que visitan nuestra tierra”, señala Segura. El exdiputado canario echa de menos que el Ejecutivo autonómico no se haya movilizado y exigido la creación de una comisión mixta con el Gobierno de España para analizar la situación y estudiar el alcance de este accidente, abordando cuestiones, como por ejemplo, “qué puede ocurrir si el barco se hunde y se disuelven esos productos nocivos en el agua, y hay corrientes que lo pueden llevar a Canarias”.

Al igual que critica la “pasividad” del Ejecutivo autonómico, también echa en falta mayor información y claridad por parte del Ministerio de Fomento. “Ninguna autoridad del Estado ha viajado a Canarias para explicar la situación y generar tranquilidad”, lamenta Segura, quien además se mostró crítico “con los 60 diputados del Parlamento de Canarias que no han abierto la boca ni han pedido exigencias sobre este asunto”.

El catedrático de Náutica ya jubilado, explicó que en la zona donde está el barco, España tiene la responsabilidad de prestar auxilio a las embarcaciones que están en situación de emergencia a través de la sociedad estatal de Salvamento Marítimo, que está adscrita al Ministerio de Fomento.

En este sentido, recordó que en la etapa que Julio Bonis fue consejero de Transportes y Román Rodríguez presidía el Ejecutivo canario, el Gobierno encargó un estudio para conferir a Canarias competencias en salvamento marítimo, como las tiene Galicia. “Todos esos estudios se pararon, porque, entre otras cosas, la contaminación marina en las aguas más inmediatas de Canarias no procede de los barcos, sino de tierra, de la indecencia de toda la mierda que se manda al mar”, criticó en referencia a otra polémica actual que se vive en las Islas con el vertido de aguas residuales.
Segura sostiene que “cuando un barco es abandonado por sus tripulantes -como ocurrió en el Cheshire- pasa a ser propiedad del primero que llegue” y se pregunta el motivo por el que “la compañía no se lo lleva a su casa y lo trae a Canarias”. “La extinción del incendio, la reparación del barco, el trasvase de la carga si fuera posible, cuanto más lejos mejor, y no es por ser insolidario, sino por racionalidad”.

Un largo y dramático historial de explosiones

El nitrato de amonio, compuesto del fertilizante que transporta el Cheshire, tiene un largo historial de accidentes que recorre la geografía mundial. La página web Triplenlace, especializada en química, ofrece un repaso por su “historia negra” y contabiliza un total de 25 explosiones a lo largo de los siglos XX y lo que va del XXI. El primer registro es en New Jersey, Estados Unidos, en 1918, cuando unos proyectiles caen en un almacén y explota parte del nitrato. En Oppau, Alemania murieron 450 personas en 1921, tratando de desagregar una mezcla de fertilizantes con explosivos industriales. En Bélgica, en 1942, esta sustancia estalló y mató a 189 personas e hirió a otras 900. En 1947 se incendió un barco francés cargado de este compuesto en Texas City y fallecieron 550 personas, en la más dramáticas de las catástrofes industriales. En Brest, Francia, ese mismo año, otro barco cargado con 3.300 toneladas de nitrato de amonio y diversos productos inflamables, se incendió y provocó la muerte de 29 personas. En 1988 explotaron dos camiones en Kansas City que llevaban 23 toneladas de este producto y murieron seis bomberos. En Papúa Nueva Guinea, 11 trabajadores perdieron la vida al estallar los explosivos de emulsión de nitrato de amonio que empleaban en una mina de oro. En 1998, China registró la explosión de una planta que acabó con la vida de 22 personas. La última tragedia ocurrió en Texas, en 2013, donde la explosión de una planta de fertilizantes provocó la muerte de 12 personas.

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