El Producto Interior Bruto (PIB) es el indicador macroeconómico más usado para conocer el estado de la economía de un territorio, y permite saber cuál es la riqueza producida, al reflejar el valor total de la producción de bienes y servicios. Pues bien, si nos atenemos a este indicador, Canarias ya genera igual riqueza y produce tanto como antes de la crisis económica. Eso sí, con decenas de miles de trabajadores menos, y con un porcentaje de paro que, si bien se ha reducido, sigue siendo de los mayores de la Unión Europea (UE).
En 2016, según la primera estimación del Instituto Nacional de Estadística (INE), el PIB a precio de mercado de Canarias ascendió a 42.606 millones de euros, superior a los 42.582 millones de 2008.
Distribuido por cada habitante, ese valor del pasado año se situó en 19.867 euros, por debajo de los 23.970 de media nacional, y lejos de los 32.723 de Madrid, 31.805 del País Vasco, los 29.807 de Navarra o los 28.590 de Cataluña, las comunidades autónomas más ricas. Canarias ocupa el puesto 13, y se encuadra en el vagón de cola, entre las regiones con menos PIB per cápita, aunque aún con menor riqueza se encuentran Ceuta (19.446), Murcia (19.411), Castilla-La Mancha (18.591), Melilla (17.686), Andalucía (17.651) y Extremadura (16.309).
Lo cierto es que si bien Canarias vuelve a cifras de antes de la crisis, la recesión no ha pasado en balde, y algunos sectores lo han acusado. A precios de mercado y valor añadido bruto a precios básicos por ramas de actividad, las del sector servicios han tirado del carro, por el auge del turismo. Así, el 30,9% de la economía canaria lo mueven el comercio, la hostelería, la reparación de vehículos, el transporte y el almacenamiento, un porcentaje que en 2010 eral del 28,4%. En cambio, y como cabía esperar, la construcción ha perdido peso relativo en la economía insular, y en apenas seis años ha pasado de representar el 7,1% del PIB al 4,6%, si bien con un repunte muy leve de una décima con respecto a 2015. Pero la actividad inmobiliaria, la compraventa de inmuebles, tiende a recuperarse, al suponer el 12% del PIB canario, el 1,1% más que hace seis años. Otro 19% de la actividad económica en el Archipiélago, tres décimas más que en 2010, lo mueve el sector público, a través de la Administración pública, Defensa, la Seguridad Social, Educación, la Sanidad y los Servicios Sociales.
El sector que no logra incrementar su peso en el PIB es el primario. Agricultura, ganadería y pesca (incluyendo la silvicultura) representan un exiguo 1,5% de la economía canaria, igual porcentaje que hace seis años, aunque tocó fondo en 2014 con el 1,3% y se ha recuperado dos décimas.
En la descompensada economía del Archipiélago, la industria tampoco remonta vuelo, pues pasó de representar el 8,4% al 7,1% (este dato incluye las extractivas, la manufactura, el suministro de electricidad, gas, vapor y aire acondicionado, el de agua, saneamiento, gestión de residuos y descontaminación).
La economía canaria ha concatenado 12 trimestres consecutivos de crecimiento, según recoge el informe de coyuntura económica elaborado por los servicios técnicos de la Consejería de Economía, Industria, Comercio y Conocimiento.
La demanda externa de servicios continuó liderando el crecimiento económico, volviendo a marcar registros históricos en el sector turístico. Así, el gasto turístico total (en origen y destino) en Canarias ascendió a 4.690 millones de euros en el primer trimestre de 2017, lo que conlleva un crecimiento del 7,2% respecto al mismo trimestre de 2016. El informe señala que en el presente año se ha mantenido el crecimiento dinámico de la economía de las Islas, si bien algo amortiguado, tras el 3,5% anotado en 2016.
Sin embargo, la alta tasa de paro, que ronda el 25%, sigue siendo el talón de aquiles de la economía canaria.
El talón de aquiles: paro juvenil del 43% y general del 25%
Que Canarias ya tenga un PIB como el de antes de la crisis no ha supuesto que con la losa del desempleo se vea la luz al final del túnel. Según la Encuesta de Población Activa, en julio la tasa de paro era del 24,30%, porcentaje que era aún más dramático, el 43,5%, entre los jóvenes de menos de 25 años. Mucho PIB, pero mucho paro.
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