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Las romerías parten de la Fiesta Canaria del año 1900

En sus orígenes respondieron al carácter devocional del peregrino, unido al pago de promesas. Hoy, sin perder su raíz, el culto a la tradición se ve afectado por la deriva chabacana que las hace caer en ‘ronerías’
Al Socorro, cada 7 de septiembre. Foto cedida por Pedro Damián Hernández
Al Socorro, cada 7 de septiembre. Foto cedida por Pedro Damián Hernández
Al Socorro, cada 7 de septiembre. Foto cedida por Pedro Damián Hernández

En Canarias sentimos predilección por las romerias. En algunos casos se les otorga consideraciones distintivas, un rango superior y diferencial: “la más bonita que hay en Canarias”, “ la primera del año”, la más antigua, la de mayor autenticidad”…

Si nos atenemos a su origen y significado hemos de relacionarlo con la peregrinación y el cumplimiento devocional de la promesa. Romería hunde sus raíces en el peregrinar a Roma, el tránsito de romeros en los primeros siglos del cristianismo hasta la ciudad eterna para postrarse ante el sepulcro de los primeros papas Pedro y Pablo. Se extendió con el acudir a los sepulcros de los mártires, como Santiago en Compostela,v tambien con la visita a los santuarios marianos.

Como bien reza la copla: “Fueron los guanches primero,/en esta tierra canaria, /los que cargaron a hombros/ la Virgen de Candelaria”. A los naturales de Tenerife les correspondió el ganado privilegio de ir unidos a su Chaxiraxi. El proceso de cristianización se viviría con cultos similares en la Vega del Río Palma (Fuerteventura), entorno al santuario de la Virgen de la Peña, y en Betancuria (Lanzarote) entorno a San Marcial, en el Rubicón.

En Fiesta Canaria. Una interpretación teológica, su autor Felipe Bermudez recuerda que ese hecho “se nos revela como una realidad compleja, universal, muchas veces ambigua, conflictiva otras. Una realidad con una gran riqueza de contenido significativo. La fiesta no es una realidad en sí sino que existe dentro de un contexto social muy determinado”. Dice que “obedece al deseo de echarse la camisa por fuera de vez en cuando, como necesidad irrenunciable de todo ser humano y de todo pueblo”.

Los tiempos mandan y deja atrás manifestaciones curiosas como la romería de las Marías en Gran Canaria, que sorprende al misionero jesuita Alonso de Andrade en 1631: “Hallamos entre otros, un abuso y género de romería notable en las Islas que sin duda encerraban alguna especie de superstición”. Se refiere a las nueve doncellas, todas de nombre María, que en rogativa piden por la persona gravemente enferma, recorriendo los templos del lugar. Según el misionero: “terminaba en ramería lo que había empezado en romería”.

Candelaria revive cada 15 de agosto el arraigo que adquirió a partir del siglo xiv. Andrés Gutiérrez
Candelaria revive cada 15 de agosto el arraigo que adquirió a partir del siglo xiv. Andrés Gutiérrez

Adquieren gran popularidad las romerías al santuario de San Amaro o San Mauro, santo milagrero, que en el Llano de la Paz ( Valle de la Orotava), en noches y víspera, congregaba a devotos/as y se viste con cierta licenciosidad, como refleja la copla “Si fueras a San Amaro,/mira que el santo es bellaco./Que yo mandé mis dos hijas,/fueron dos, vinieron cuatro.” Tiempo de asueto que engalanan con pícaras coplas en otras citas , como en las septembrinas fiestas guimareras, al refugio de la ocasional vegetación : “Lo que vi en El Socorro,/muerto me caiga/ una vieja y un viejo/ pa las tabaibas.”

José María Mesa, licenciado en Geagrafía e Historia y Bellas Artes, señala en su trabajo El tipismo del siglo XX. Un invento con nombre propio, que en Tenerife fueron tres las principales festividades “que desde los primeros años del XVI mantuvieron su auge hasta el siglo XX y que movieron a los hombres de esta isla a dejar sus casas, emprender rutas y trazar senderos que los condujeran a los santuarios más venerados: Ntra. Sra. de Candelaria, Ntra.Sra. de Abona y Ntra. Sra. de Guía”. Recuerda José María Mesa que a finales del siglo XIX “el desprecio hacia el hombre del mundo rural fue tal que incluso el termino mago desapareció de la lengua coloquial y paso a ser sustituido por el de “peludo”, y se uso el de “barbiana” para referirse a ella. Se menosprecio que son ellos los depostiarios de la cultura popular, los que recorren los senderos de la isla entonando ajijides y danzan el tajaraste en las noches de víspera: “A la Fiesta Candelaria/ con conejo nadie vaya,/ que la que lleva conejo/ se lo sacan en la playa”. “Ay mi conejo,/ ay mi conejo, /que en Candelaria/ yo no lo dejo.”/”Yo te lo tapo/ con el sombrero”.

En Turrones de Feria, el escritor y músico Amaro Lefranc (Rafael Hardisson Pizarroso) describe magistralmente ese ambiente con coplas como esta: En un carro rejijides,/cantos, risas, guitarreos, / ramas verdes, dos tablones / ¡Es un carro de romeros!

Hay un punto de clara inflexión: la iniciativa de la Sociedad la X y de Gente Nueva, que en 1990 desarrolla una sobresaliente propuesta que es de justicia atribuir al polifacético Diego Crosa (Crosita), “el guanche magistralmente encuadernado a la inglesa”, al decir de Eduardo Zamacois. El entusiasmo compartido por la sociedad permitió que el primer día de mayo una cabalgata “rara, semiguanchinesca, primitiva” recorriera las calles dando culto al tipismo identitario. Nace con ella la Fiesta Canaria, que pronto despierta interés en La Orotava y que más tarde Néstor Álamo adapta para las fiestas del Pino (Teror). El Guimerá es el punto de partida del cortejo con carrozas alegóricas tras nueve camellos, y cuatro días más tarde acoge el gran baile de magos. La Isla respira bajo el influjo de la Escuela Regionalista, que 1892 llevó al pueblo santacrucero a ser organizador y artífice en la celebración de la Fiesta de la Cruz, de la Primavera y de Mayo.

La Fiesta Canaria de hoy ha entado en otro tiempo que obliga a cuidar sul legado. Preocupan los virus de chabacanaria, deriva que las ha llevado a tomar el título de ronerías.

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