literatura

“‘Patria’ tiene una acepción en español con sabor a cuartelero”

Fernando Aramburu Irigoyen (San Sebastián, 1959) presentó a finales de mayo una novela que se ha convertido en un fenómeno de ventas en un país en el que las encuestas afirman que no se lee
Fernando Aramburu Irigoye

Por Eduardo García Rojas

Fernando Aramburu Irigoyen (San Sebastián, 1959) presentó a finales de mayo Patria en la Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife, una novela que se ha convertido en un fenómeno de ventas en un país en el que las encuestas afirman que no se lee aunque debe de leer algo si se tiene en cuenta que Patria lleva vendidas más de quince ediciones desde que llegó a las librerías.

Algo tiene esta novela que ha unido por una vez la opinión de críticos y lectores, un algo que puede ser el sobresaliente retrato humano que propone el escritor para contar una historia muy pegada a la realidad: cómo afectó el terrorismo la convivencia de los mismos vascos y al resto de la sociedad española.

Novela sin orden cronológico, pero perfectamente seguible y protagonizada por nueve personajes, cada uno de ellos con voz propia, Patria comienza en un cementerio el día en que ETA anuncia el abandono de las armas. En este escenario, uno de los cuatro personajes femeninos, Bittori, le cuenta a la tumba de su marido asesinado por los terroristas, que ha decidido volver a la casa donde vivieron. Otras novelas de Fernando Aramburu, impulsor de la publicación de las Obras completas de Félix Francisco Casanova (Santa Cruz de La Palma, 1956- Santa Cruz de Tenerife, 1976) este año por Demipage son Vida de un piojo llamado Matías, El trompetista del Utopía, Ávidas pretensiones y Viaje con Clara por Alemania.

Patria es el único de sus libros que no tiene un título compuesto.

“Es verdad que no había publicado antes un título con una sola palabra pero titular esta novela como Patria fue una decisión arbitraria como tantas otras en tu vida, aunque cuando las conviertes en práctica se hacen normas”.

-¿Y por qué Patria?

“Porque fue lo primero que escribí, Patria, si bien el significado tiene connotaciones que no siempre son positivas en la lengua española que la define con cierto sabor cuartelero o, como yo la he vivido, con cierto regusto nazi, bastante nazi he dicho. Esta fue una de las razones por las que el editor de la novela en alemán y yo acordamos que se publique en esa lengua con la palabra en español, ya que traducida literariamente al alemán sonaba mal. Patria tiene otras acepciones, algunas de ellas amables por lo que tiene de relación con el espacio del que venimos, que es donde nacimos, sentimos y donde probablemente también nos enseñaron a leer, a leer el primer verso quizás. Esta vinculación con un espacio es perfectamente natural en el ser humano se quiera o no y esa acepción de Patria me parece amable; luego hay otras, como cuando sacraliza ese espacio y lo convierte en una utopía, en un objetivo a cumplir a toda costa e imponiendo un filtro por el que solo pasan determinados ciudadanos con, pongamos de ejemplo, ojos oscuros y que son los genuinos porque tienen también el color de piel obligatorio. Creo que éstas y otras acepciones están incluidas en mi novela, como esa Patria vasca en la que a unos personajes les ocurren cosas. Algunas agradables y otras desagradables”.

-He leído que ha dicho que sintió la necesidad de escribir esta novela.

“Tuve una necesidad imperiosa de expresarme y compartir con los posibles lectores historias y sensaciones. Algunas de ellas con un componente muy doloroso porque he vivido cerca de ese mundo de víctimas y agresores. De personas que vivieron asustadas y de otras que fueron solidarias”.

-En la novela, tienen mucho peso los personajes femeninos, todos ellos muy por encima de los masculinos.

“En Patria hay nueve personajes y como quien coloca las piezas del tablero de ajedrez, cuatro son mujeres. Cuatro mujeres con mucho carácter porque conozco esa cultura de la mujer que gobierna y decide dentro del hogar aunque tenga un problema relativo porque es la que se dedica a la casa. Estos personajes no son fruto de la fantasía sino que están sacados de mi experiencia personal, de mi experiencia directa cuando vivía en el País Vasco”.

-Además de estas mujeres otro elemento que aborda en su novela es el papel que asumió la Iglesia aquellos años en el País Vasco.

“La novela no va en contra de la Iglesia sino contra un sacerdote en concreto que es capaz de defender la violencia pero no todos los curas vascos son así”.

-Cuentan que cuando inicia una novela y llega a la página 50 es el momento en el que decide seguir o no con ella. ¿Cuándo le pasó con Patria?

“Para entender porque hago estas cosas hay que entender el tipo de persona y escritor que soy. Soy una persona muy meticulosa en el trabajo y manejo una serie de normas, una de ellas es que si llego a la página 50 es que la voy a terminar y ese es el momento en el que ya no puedo echarme atrás ni plantearme qué voy a hacer si me aburro con ella. Ahora mismo no recuerdo exactamente en qué momento me pasó con Patria porque no escribo con un orden cronológico pero sí que pienso siempre en el lector. Procedo de una familia de gente humilde y trabajadora en la que me inculcaron la idea de terminar lo que se empieza. Así que cuando escribo y para evitar la tentación de navegar por Internet, me aplico un tratamiento de foca de circo que consiste en darme pequeñas recompensas durante el trabajo y hacer lo que me viene en gana, por lo que al final del día siempre produzco algo, aunque sea poco”.

-Después del título, ¿qué vino antes, la estructura o los personajes?

“Los personajes son lo primero que trabajo porque con ellos tengo la mitad del camino hecho. Luego viene la estructura porque es muy importante. En el caso de Patria tenía tantos personajes que no me pareció aceptable seguir una tradición cronológica, así que me pregunté cómo contarla y decidí utilizar la técnica que otorga a cada personaje que sea el soporte de la novela y que sus acciones no tuvieran que ser consecutivas en el tiempo. Y me fue muy útil porque el objetivo era escribir un historia general a través de sus protagonistas. Mientras la escribía tenía en la pared los nombres de los personajes y los capítulos que protagonizarían cada uno de ellos y la escribí así y así fu avanzando. Esta estructura me permitió condensar una novela en la que los narradores intervienen en el momento en que tienen un pensamiento o cosas que decir. Y respeté la voz de cada uno de ellos con sus defectos para atenerme a su personalidad por lo que mantuve su propio lenguaje y esto hace que el texto sea consciente de que se sirve de ellos para sustentar una narración que trata de ser literaria y creativa”.

-¿Por cuál de estos nueve personajes se decanta?
“No creo, al menos es mi caso, que el escritor se meta en la piel de nadie. El escritor maneja palabras y no personajes reales aunque mi aspiración es lograr que el lector lo olvide y se monte su propia película en la cabeza a través de los símbolos que le doy y que forman parte del territorio de la ficción. Mientras escribía Patria me dejé arrastrar en varias ocasiones por lo que contaba, historias muy tristes que me pedían que descansara, tomara un café para más tarde volver al trabajo. Y sí, tengo una relación bastante personal con Arantxa porque me dio muchas alegrías a pesar de que tiene un destino muy cruel en el libro pero no deja de ser por ello un personaje positivo, que aprende a pesar de sus limitaciones a expresarse y luchar para que los demás se comuniquen. Sí, tengo una relación muy especial con Arantxa”.

– ¿Y cómo lleva el éxito obtenido con esta novela?

“No se puede evitar aunque el éxito no estaba presente durante mi trabajo, mientras estaba en mi casa escribiéndola. El escritor lo que hace cuando termina el libro es enviarlo al editor que será quien la convierta en un libro, un producto, aunque aún en este proceso puedo tomar la penúltima decisión, que es escoger la cubierta del libro y recomendar al editor, como fue el caso de Patria, que sustituyera la letra que tenía al principio, minúscula, por otra de un tamaño más grande y me hizo caso. Llegado a este punto, el escritor ya no puede hacer nada más y el libro deja de ser tuyo para ser de los lectores. Yo trabajo con palabras por lo que lo máximo a lo que puedo llegar es a recibir el agradecimiento de la gente, la opiniones de los que han dedicado parte de su tiempo a leer el libro porque les ha aportado algo. Y eso es lo máximo que puedo llegar como escritor”.

-¿Continuará explorando el País Vasco en sus próximas novelas?

“No voy a escribir Patria 2 porque lo primero que se me ocurrió en esta novela fue el final, y Patria se encamina a ese final que fue cincelado para que no la cerrase completamente. Continuaré escribiendo de gentes vascas porque hay muchas historias, seguro, pero no publicaré inmediatamente porque se me juzgará por este libro. El éxito también tiene estas cosas, que ahora esté absorbido con Patria. De momento, no voy a publicar una nueva novela ya que todo el mundo la compararía con Patria pero continuo escribiendo otro tipo de textos, sobre todo para prensa”.

-Me gustaría que hablara más de ese final que dice que cinceló para no cerrar por completo la novela.

“Es un final amable, en el que se reconoce el mal causado. Creo que estoy protegido de la vanidad, actualmente resido en Alemania, y soy una persona que aprecia el diálogo y el de ser capaces de admitir que nos equivocamos. Me alegra por ello que la novela se haya convertido en materia de conversación, es secundario que haya o no gustado, porque tenemos que hablar para que las generaciones venideras comprendan lo que pasó realmente en el País Vasco”.

Casanova

Fernando Aramburu es un entusiasta por la obra de Félix Francisco Casanova, poeta y escritor tinerfeño que murió demasiado pronto para revelar lo que sus primeras semillas literarias auguraban como prometedora carrera. No había terminado aún la década de los sesenta cuando se “deslumbró” ante lo que escribía el poeta canario, ese alma gemela que encontró más allá del sur. “Él era como nosotros queríamos ser: irreverentes, anticonvencionales, surrealistas, propensos a un tipo de humor que admitía con naturalidad las gotas negras”, escribe en el prólogo de las Obras completas del poeta y escritor canario publicada este año por Demipage, y poemas y novela que califica de “valiosa por sí sola” al no atenerse a tendencias poéticas ni formas métricas regulares.

Para Fernando Aramburu, lo que hizo Félix Francisco Casanova es único. “La ausencia de lastre convencional en sus textos, a un tiempo desenfados y dramáticos”, dice.

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