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Miles de personas acompañan a la Virgen de El Socorro hasta su ermita

La imagen descansa desde el mediodía en su ermita tras finalizar su 375ª Bajada acompañada por miles de peregrinos venidos de toda la Isla
Miles de personas acompañan a la Virgen del Socorro este 7 de septiembre. / Fran Pallero
Miles de personas acompañan a la Virgen del Socorro este 7 de septiembre. / Fran Pallero

Guerra de cifras al margen -siempre ocurre lo mismo con la afluencia de personas-, la Bajada de la Virgen de El Socorro volvió a congregar ayer a miles de peregrinos en los apenas cinco kilómetros que separan la iglesia de San Pedro, en el casco de Güímar, de la ermita que da nombre a la venerada talla aparecida a los guanches hace más de seiscientos años en las playas de Chimisay.

Bajo un día radiante -había temor por la aparición de la lluvia- la Virgen partió pasadas las siete de la mañana desde el pórtico de San Pedro, una vez concluida la homilía del obispo Bernardo Álvarez, con el pausado tarajaste de la Danza de las Cintas abriendo su paso, mientras sonaba el bucio, el repique de campanas y los fuegos artificiales, inició l procesión un río de personas venidas de todas partes de la Isla, casi todas ataviadas con sombrero o pamela y con una ramita de albahaca a modo de desodorante natural.

Al llegar la comitiva a la ermita de El Calvario se produjo el primer descanso, y desde allí se inició el camino del Socorro, que se ha venido realizando de manera interrumpida en los últimos 375 años. Se tiene constancia de que fue en 1643 cuando tuvo lugar la primera Bajada, según se refleja en el acta fundacional del libro antiguo de la Cofradía de El Socorro, que se encuentra en el Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol, aunque en realidad comenzó siendo Subida, dado que para entonces la Virgen moraba en El Socorro y no en Güímar, como ahora.
Según ese mismo archivo, primero fueron ermitaños y luego mayordomos -en los últimos años, la familia Campos- los encargados de velar por el cuidado del templo de la Virgen de El Socorro y luego por la celebración de su festividad, que se comenzó a realizar como rogativa por la necesidad de agua para los cultivos de los vecinos. Al inicio se realizaba en diciembre y desde 1837 ya se celebra el 7 y 8 de septiembre.
El Socorro, la más antigua de Canarias, es considerada una romería singular, donde no hay traje tradicional o de mago, excepto aquellos dos centenares que visten las pieles de oveja o de cabra de los antiguos aborígenes, como Honorio (hoy mencey), que lleva sus 65 años de vida bajando cada año, pues ya a los 7 meses lo hizo en brazos de su madre. Lo que nunca falta es un manojo de albahaca en la mano, en la solapa y sobre todo en el sombrero o pamela, imprescindible para mitigar el calor y suavizar el sudor.

Tampoco faltó la Salve a la Virgen o el clásico pasodoble Nuestra Señora ya partió (música de Miguel Castillo y letra del exalcalde Pedro Guerra) unas notas que recogen todo el sentir de un pueblo que ayer vivió otra demostración de devoción, sin que la edad o los impedimentos físicos pusieran freno para hacer el camino desde San Pedro hasta Chimisay y proseguir de fiesta durante todo el día en un aglomerado caserío, que soltó su contenida emoción cuando la Virgen alcanzó su ancestral morada pasadas las once de la mañana y entró en su ermita entre gritos de “¡Viva la Virgen de El Socorro!”, antes de proceder a la misa del mediodía.

Tras cinco kilómetros de caminata, los peregrinos hacían acopio de las viandas caseras -carne fiesta, carne de cabra y huevos duros, por encima del resto-, mientras todavía estaban por llegar al caserío una veintena de carretas, la otra bajada, la más carnavalera y juvenil.
Cientos de litros de cerveza y vino de la tierra se expendían entre los miles de visitantes que sentados en aceras esperaban los no menos espectaculares actos de la tarde, con la aparición de los guanches y la emocionante procesión de las candelas, .

Ceremonia guanche
Uno de esos momentos estelares volvió a ser la ceremonia de los guanches. En el Llano de la Virgen y junto a la Cruz de Tea, tuvo lugar la representación teatral, a semejanza de lo que sucede el día 14 de agosto en Candelaria, de la ceremonia de la aparición de la Virgen a los guanches en la playa de Chimisay, hoy de El Socorro. Miles de personas se dieron cita, en el entorno de la Cruz de Tea y del espigón de la playa para presenciar la reconstrucción de un hecho ocurrido en torno al año 1400 y que ayer contó con unos 200 figurantes guanches, ataviados para la ocasión, que trasladaron a la emoción a todos los presentes.
Según recoge la historia (Fray Alonso de Espinosa, 1594) o la leyenda, la pequeña talla de la Virgen apareció por primera vez a dos guanches que estaban repastando su ganado cerca de la costa. La imagen se resguarda entonces en el sitio de Chinguaro, dentro del menceyato de Acaymo, hasta que el cristianizado Antón Guanche decide trasladarla a una cueva de Candelaria. La romería de El Socorro conmemora aquella aparición y se celebra ininterrumpidamente desde hace 375 años.

 

Sin incidentes  y 50.000 peregrinos
La alcaldesa de Güímar, Carmen Luisa Castro, destacó la alta participación y la ausencia de incidentes de consideración, aunque no se atrevió a dar cifras oficiales, habló de unas 50.000 personas. “Estamos contentos porque las medidas de seguridad han funcionado y apenas ha habido algún incidente de caída y poco más. Los güimareros han demostrado una vez más su hospitalidad y generosidad, recibiendo a miles de personas de toda la Isla”, concluyó la alcaldesa güimarera.

La Subida, hoy, con pares o nones

 

Dicen las malas lenguas y las buenas, que muchos matrimonios en Güímar se han gestionado en la Subida a El Socorro, con esa ancestral costumbre de los pares y nones, recuperada en los últimos años. De regreso a Güímar, en una jornada más exclusiva de los güimareros, se celebra el juego de pares y nones a partir de la llegada a La Asomada. Intercambio costumbrista de almendras de la zona, que sirve muchas veces para reivindicar una amistad o iniciar una relación amorosa que puede ser temporal o definitiva, aunque ahora con las redes sociales y en la época digital esta costumbre de ‘emparejamiento’ ha pasado a mejor vida, quedando, como tantas cosas de nuestro pasado, en una simple anécdota, aunque algunos, por su descendencia, la tienen marcada en honor a El Socorro.

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