Una catedral abarrotada quiso despedir a la Virgen de Candelaria en el que sería su último tránsito por las calles laguneras antes de volver a la Villa Mariana. Pasadas las seis de la tarde, su imagen se asomó a la puerta de la Catedral de La Laguna, donde ya miles de fieles la esperaban para iniciar la procesión. La lluvia, que durante todo el día se había mostrado intermitente, decidió retirarse y dejar que La Morenita avanzara por las calles de Aguere tal y como estaba previsto. Tras abandonar el templo, inició un camino que la llevaría primero al convento de Santa Catalina, donde una emocionada madre superiora, sor María Inés, recibió a la Virgen en su casa. Un texto y una oración honraron a la Patrona de Canarias, que, tras unos minutos, retomó su camino, esta vez hacia el Convento de Santa Clara.
Con la misma emoción que sus hermanas, las clarisas recibieron a La Morenita, y lo hicieron recordando la última vez que las visitó, hace ya 54 años. “Fue en diciembre de 1964 cuando entraste en nuestro monasterio, y hoy, como entonces, oramos en tu honor”. Las hermanas además le dedicaron una canción a la Virgen, para finalizar su encuentro pidiéndole que no se olvidara de su congregación, de la vida contemplativa, de la Diócesis, La Laguna, y, por supuesto, de Canarias. Más vivas para despedirla y un sentido “adiós y hasta siempre, madre”.
La Morenita continuó su recorrido por la calle Viana, avanzando lentamente hacia la plaza del Cristo. Allí, la imagen del Santísimo iniciaba su salida del templo. A las ocho de la tarde en punto, la Virgen de Candelaria en un lado de la plaza, y el Cristo, en otro, acompañados por el silencio de las 15.000 personas que esperaban, iniciaron el encuentro. Solo los aplausos y los vivas rompían un momento tan emotivo, en el que se vieron algunas lágrimas y mucha contención en el rostro de los allí congregados. De nuevo, los aplausos y los vivas celebraron que madre e hijo se situaran cara a cara. Apenas unos minutos después de que ambas imágenes se situarán una junta a la otra, delante del escenario dio comienzo la eucaristía oficiada por el obispo Bernardo Álvarez, que esperó junto al Cristo de La Laguna la llegada de la Virgen de Candelaria desde la Catedral.
Un encuentro que se prolongó hasta las diez de la noche, cuando la Virgen de Candelaria inició su vuelta a la Villa Mariana. La emoción tampoco faltó en este nuevo procesionar, con la voz de María Mérida cantando una folía al paso de la imagen ante el Hogar del Santísimo Cristo. Las clarisas, a su vez, quisieron despedirla con una lluvia de pétalos. La Morenita abandonó la ciudad por la rotonda del Padre Anchieta, para, delante del colegio de las Dominicas, dejar su trono e introducirse nuevamente en la urna protectora en la que partió de regreso hasta Candelaria.
Compañía
La despedida de la Virgen de Candelaria estuvo acompañada de la fe, la devoción, de algunas lágrimas, pero también de muchas sonrisas. Algunas personas, como Carmen, confesaron la “pena” que les producía no poder acompañarla en la procesión. Carmen, de 77 años, sentada en un banco de la Catedral, miraba con devoción a la imagen: “He venido todos los días a verla y hoy no podía faltar. Las piernas no me ayudan para acompañarla, pero sí para estar aquí con ella”. Carmen recordaba la última visita de La Morenita a La Laguna, hace nueve años. Entonces, como ahora, la acompañó. Por fuera del templo esperaba Tomás. A sus 78 años, acompañaría a la Virgen hasta la plaza del Cristo. Aunque no pudo asistir a la última visita, sí que lo hizo a otra anterior y en otro punto de la Isla, en Los Realejos. “Allí peregrinó la Virgen hace ya más de 50 años”. Tomás apuntó que, aunque la Virgen de Candelaria no es la primera vez que visita La Laguna, sí que es la primera que entra en la Catedral de La Laguna después de su rehabilitación integral. La Catedral reabrió sus puertas en 2014.
Carmen y Tomás son solo dos de las miles de personas que ayer arroparon a la Virgen de Candelaria en su regreso a la Villa Mariana. En la Catedral, en las calles, en los balcones o en la plaza, todas estas personas convirtieron el regreso en una jornada inolvidable.