
En la década de los años 60 del pasado siglo, la costa de Bajamar, en La Laguna, vivió su época dorada turística, experimentando “un crecimiento muy significativo con la introducción del turismo extranjero, hasta llegar a convertirse en el segundo centro turístico de Tenerife, tras el Puerto de la Cruz. Fue el lugar de moda de los años 60 y 70, hasta el punto de ser declarada zona de interés turístico el 16 de abril de 1964, y perduró su esplendor hasta la crisis de 1973, cuando vio comenzar su declive y ceder, ya en los 80, a la expansión del sur de la Isla”, recoge el libro Bajamar, un pueblecito norteño, de Carlos García, Carmen González y Carmen Toral.
En esa época dorada, “comenzaron a edificarse establecimientos hoteleros, bungalows, urbanizaciones con viviendas lujosas, chalets y hasta un club, que llevó la denominación de Club Náutico de Bajamar, junto con servicios antes inusuales, como bancarios, telegráficos, de agencias de viaje, bares y discotecas”, según el libro.
En este contexto apareció el Hotel Neptuno, que se construyó tras el Hotel Delfín, a principios de la década de 1960, y “juntos fueron un gran revulsivo que asentó a un turismo alemán y nórdico que comenzó a llegar a la zona costera, en busca de su buen clima”. El Hotel Neptuno fue también sede de la primera Escuela de Turismo, “lugar en el que se reunió el propio ministro Manuel Fraga con el Delegado de Turismo de la provincia para resolver problemas y gestionar proyectos relacionados con el tema”. Y fue también, en 1964, el sitio para la primera reunión y la conformación del Centro de Iniciativas y Turismo del Nordeste de Tenerife, pionero en la potenciación del turismo en Bajamar, realizando incluso viajes a diferentes países europeos para celebrar reuniones de promoción y divulgación turística de la zona de Bajamar y Punta del Hidalgo.
Sin embargo, la mejora de la conexión por carretera con el sur de la Isla, el despegue de la atracción de sus playas de arena y sus nuevos hoteles, y la entrada en funcionamiento del aeropuerto Reina Sofía en 1977 supusieron el comienzo del declive del turismo en Bajamar.
De aquella época dorada, poco queda, solo testigos como el Hotel Neptuno, que languidece en medio del abandono, tras el cierre de sus puertas en el año 2007, tras la quiebra de la empresa. Desde entonces, el edificio ha estado abandonado y ha sido objeto de actos vandálicos, con múltiples pintadas e incluso reiterados incendios, que lo han dejado en un importante estado de deterioro.

Por ello, a lo largo de estos años, las quejas vecinales se han multiplicado, especialmente por los repetidos incendios que se provocaban en su interior, lo que desembocó en que el Ayuntamiento de La Laguna asumiera en 2016 la ejecución subsidiaria, con posterior cobro a los propietarios, del tapiado y limpieza del inmueble, después de que los dueños del edificio ignoraran el requerimiento del Ayuntamiento para que realizaran estos trabajos, recuerda la concejal de Urbanismo, Candelaria Díaz. Desde entonces, “hemos tenido que intervenir en varias ocasiones porque hay personas que acceden a la propiedad, rompen la puerta… y hemos tenido que mantener algunas medidas cautelares de seguridad”, apunta.
Futuro
Respecto al futuro de este edificio, un informe técnico elaborado por encargo de la Fundación Canaria de la Construcción (Funcac) descarta la posibilidad de la rehabilitación de las edificaciones existentes y concluye con que la única alternativa viable es su demolición y su reposición constructiva. El estudio elaborado por un arquitecto urbanista llega a calificar de “ruina económica” la situación actual en la que se encuentra el antiguo establecimiento.
Sin embargo, Candelaria Díaz añade a este respecto que no tienen conocimiento de este documento pero que “el informe de la Gerencia de Urbanismo no dice eso, una cosa es que esté en ruina y otra que haya que demoler, y eso ya es un tema de viabilidad económica del propietario”. “Lo cierto es que, únicamente, hay un expediente de demolición de dos de los bungalows -explica-, de la edificación central no hay ningún expediente de ruina, simplemente que la persona que invierta ahí tendrá que ver lo que económicamente le es más viable, la demolición o su reforma”.
En cuanto a estos dos bungalows, “hay que demolerlos”, pero, “de momento, el Ayuntamiento no va a hacerlo, lo que hemos hecho es cerrarlos, porque por ahora no causan ningún tipo de inseguridad ya que hasta allí no tiene que acceder nadie, los bungalows están alejados del edificio central”, apunta la edil de Urbanismo.
Candelaria Díaz señala que desde el Ayuntamiento desconocen si se ha ejecutado o no la venta del inmueble. Aún así, reconoció que en el último año se han acercado dos empresas turísticas a la Gerencia de Urbanismo para “preguntar por la situación del inmueble y qué se puede hacer”, y no solo al Ayuntamiento, sino también al Cabildo para preguntar por la licencia del inmueble ya que, “en su momento, era otorgada por el Cabildo, y no por el Ayuntamiento, porque era una zona turística, y antes las daba el Cabildo y sigue en vigor”, explica la edil.
Sin embargo, ninguna de estas empresas, interesadas en el uso turístico de este espacio, “nos han presentado ningún tipo de solicitud”, apunta Díaz, que recuerda que “en el Plan General de Ordenación se mantiene tal cual está en el plan vigente, por lo que sería mantener lo que está, con el uso turístico y la altura”.
Petición vecinal
Sin embargo, los vecinos de Bajamar tienen otra idea para esta zona. “Entendemos que la mejor solución para Bajamar ahora mismo, y después del informe que lo declara ruina, es que el Ayuntamiento comprara esos terrenos y que los destinara a aparcamiento, en el que se contemplara la posibilidad de que pudieran aparcar las guaguas de turistas que ahora mismo no pueden entrar por la avenida del Sol, y a un jardín con parque infantil y una cafetería”, afirma Andrés Padilla, presidente de la Asociación de Vecinos Gran Poder de Bajamar.
Para lograr esto, sería necesario que el Ayuntamiento modificara el uso de este espacio y, a juicio de los vecinos, “si hay un momento bueno para reconsiderarlo es este, justo cuando el PGO está en discusión”.
Lo que está claro es que el edificio no puede seguir, por mucho más tiempo, en la situación que se encuentra en la actualidad.