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Un experto en guanchismos sitúa a Canarias en el centro del español evolucionado

El catedrático Maximiano Trapero subraya que el español atlántico "gana por goleada" y se impone al conservador castellano
Representación del hallazgo de la Virgen por los Guanches de Candelaria, una ceremonia que cuenta con más de dos siglos de antigüedad. Fotos: Sergio Méndez

El catedrático Maximiano Trapero, experto en el léxico de los aborígenes canarios (guanchismos), que ha conquistado el reconocimiento de la Real Academia Española, sostiene que hay dos modalidades de español: el de Castilla, arcaico y conservador, y el Atlántico o evolucionado, con centro en Canarias.

En una entrevista con Efe, Trapero, que recientemente ha presentado en la sede de la Real Academia su “Diccionario de la Toponimia de Canarias: los guanchismos“, explica que el español de Castilla lo utilizan sólo el 20 por ciento de los hispanohablantes frente al Atlántico o evolucionado, que usa el 80 por cien restante y abarca desde la mitad sur de la Península hasta la mayor parte de Hispanoamérica, pasando por Canarias “que es, sin duda, su centro geográfico”.

Con esta reflexión sobre la singularidad de Canarias “como centro del español que se habla en el mundo”, Trapero subraya que el español atlántico “gana por goleada” y se impone al conservador castellano, “demasiado fuerte frente a la suavidad fonética del español evolucionado, con su seseo, su yeísmo, la aspiración y el relajamiento articulatorio”.

Pero Trapero, catedrático de Filología española de la Universidad de Las Palmas y Premio Canarias 2017 de Patrimonio Histórico, quiere dejar claro que “no hay una modalidad lingüística superior a otra. El español no es de nadie, nadie puede considerarse dueño de una lengua que hablan 500 millones de personas, todos somos servidores de la lengua que hablamos”.

“Habrá hablantes buenos, regulares o malos, pero no lenguas buenas y malas, todas son buenas desde el momento en que sirven de medio de comunicación de una comunidad”, dice.

Además, un buen hablante no deben medirse sólo por su pronunciación, porque distinga la ese o la ce. “Hay otros aspectos más importantes como construir bien las oraciones y decir lo que se piensa con las palabras justas”, añade.

Y precisamente, de ese léxico guanche, que Trapero ha ido recogiendo con un trabajo de campo, visitando todas las islas durante 20 años y que ha recopilado en un diccionario de 4.000 palabras, no se conoce su fonética, porque pertenece a una lengua extinguida, desaparecida a las dos o tres generaciones tras la conquista de las islas en el siglo XV.

Del guanche se conserva sólo el léxico, palabras sueltas, todas ellas sustantivos, porque el sustantivo es la parte más elemental de una lengua, pero la más importante. Y de ese léxico conservado, los topónimos representan la inmensa mayoría, no menos del 85 por ciento.

A Trapero, la fascinación por el guanche le llegó a través del estudio de la toponimia y al interesarse por ese léxico se encontró con un enorme número de palabras que proceden de la lengua que hablaban los aborígenes canarios, como Tenerife y Gomera o Teide, Timanfaya, Garajonay y Taburiente, los nombres de los cuatro parques nacionales que hay en Canarias.

Trapero, de origen castellano, nacido en la localidad de Gusendos de los Oteros, lleva residiendo en las islas 52 años y, por ello, y por su trabajo de campo con la lengua autóctona dice sentirse “más canario que el ‘gofio'”, palabra guanche que designa la harina de granos previamente tostados y que es característica de la dieta del archipiélago.

Y en esa labor de campo, Trapero admite que su diccionario ha supuesto “un rescate in extremis” de la lengua si bien reconoce que los 4.000 léxicos recogidos y estudiados en 20 años hubieran sido muchísimos más si la investigación se hubiese desarrollado unas décadas antes.

“Nosotros recogimos de los pueblos la información de las personas más ancianas, que en su juventud habían practicado la agricultura y el pastoreo y conocían la geografía como la palma de su mano, pero esas labores han dejado de practicarse, esas personas se han muerto y con ellas muchas de las palabras guanches que nombraban los más minúsculos accidentes”, explica.

Trapero calcula que si tuviera que iniciar ahora la recogida de topónimos es posible que “no se llegara ni a una tercera parte”.

Este experto también precisa la diferencia entre canarismos y guanchismos. “Un canarismo es aquella palabra característica del habla de Canarias, característica pero no exclusiva”, apostilla, mientras que los guanchismos son los canarismos procedentes de la lengua guanche.

Y se refiere a los términos “guagua” o “papa” que son propios de Canarias, pero el primero también pervive en Cuba y Puerto Rico, y el segundo en toda la América hispana y partes de Andalucía. Esas palabras son canarismos, pero no guanchismos.

Aunque el diccionario de Trapero es un volumen monumental de 2.500 páginas, el Gobierno canario tiene la intención de hacerlo llegar a los centro educativos debido a la enorme calidad de la obra.

De hecho, el presidente canario, Fernando Clavijo, arropó el pasado 5 de diciembre la presentación del diccionario en la sede de la RAE, “sancta sanctorum” de la lengua, donde obtuvo el reconocimiento máximo.

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