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La Isla Bonita vuelve a rendirse a la seducción de la pasión indiana

La capital palmera volvió a protagonizar el reencuentro con la tradición cubana, en una fiesta en la que se estima que participaron alrededor de 70.000 personas, casi tantas como habitantes tiene la Isla
Los Indianos
Los Indianos
Los Indianos 2019, La Palma. / DA

Santa Cruz de La Palma amanece bajo una atmósfera distinta el lunes de Carnaval. Todavía no son los polvos de talco, ni siquiera el aroma del tabaco, los que dan un ambiente distinto a sus calles. Parece que la ciudad despierta con una especie de jierve – jierve entre sus nobles adoquines y edificios señoriales. Se sabe protagonista de una historia pequeña, pero que sus habitantes han hecho grande.

Es el Día de Los Indianos, el gran lunes de Carnaval de Canarias, la fiesta en la que el humor y la imaginación palmera reencuentran aquella larga y poderosa relación que unió a la Isla Bonita con la Perla del Caribe. Cuba se cuela en las entrañas de La Palma, como el polvo de talco no deja un poro de la piel virgen en esta fiesta, que arrancó, como es tradicional, con el acto de La Espera. Allí, en el atrio del Ayuntamiento, las sopas de miel y los primeros sones del día.

Este momento es como una brújula. Te devuelve el norte, la naturaleza auténtica de esta fiesta, que no es un mogollón de carnaval, aunque también lo será más tarde, sino que tiene relato. No el que se construye para justificar algún proceso político, sino la narración de un pueblo de emigrantes, que dejó un cruce de culturas entre La Palma y Cuba.

Ese relato continuó en el muelle para revivir el desembarco indiano procedente de Cuba. Este año, incluso, se escenificó una antigua oficina de aduanas en la que los viajeros sellaban su pasaporte en su vuelta a La Palma. Así las cosas, hasta el puerto se desplazaron miles de personas para dar la bienvenida, en una embarcación procedente de Tazacorte, a uno de los personajes centrales de Los Indianos: La Negra Tomasa, que llegó a acompañada de sus familiares.

Nada más poner pie en el tierra, La Palma volvió a demostrar que está “tan enamorada de la negra Tomasa”, como dice la canción de Rodríguez Rife, de donde procede este personaje que encarna el entrañable Sosó y que se ha convertido en todo un icono de Los Indianos y del Carnaval de las Islas. Al ritmo anárquico de sus caderas, empezó a bailar la multitud que vino a recibir a la más sandunguera, en medio de una explosión de polvos de talco e, incluso, el estallido de algunos voladores.

Pero todavía quedaba el plato fuerte de la mañana. La llegada de la Negra Tomasa a la plaza de España, donde hacía horas que ya no cabía un alfiler. Al ritmo del son, guarachas y boleros, animados por el sabor de los mojitos y guarapos de caña, los indianos no paraban de bailar esperando la llegada de la gran dama de esta fiesta, que no defraudó en su aparición y volvió a ser generosa en su actuación ante el público volcado con su figura.

Que siga la fiesta

Con su comparsa, al ritmo de Sangre Indiana, Sosó volvió a encantar a los miles de Indianos que se concentraron en la que por un día se transformaba en la plaza de La Habana. Allí, sobre la pared de la Iglesia de El Salvador, se descubrió una fotografía de un entrañable indiano que falleció el año pasado a los 91 años de edad, Antonio Gutiérrez, que era conocido porque cada lunes de Carnaval portaba un cartel con una frase singular. En este ocasión, el mensaje era rotundo: “¡Que siga la fiesta!”.

Y claro que Santa Cruz de La Palma le hizo caso al añorado Antonio Gutiérrez, uno de los indianos más querido y fotografiados, y la fiesta continuó a lo largo de la tarde, la noche y la madrugada. Los datos oficiales hablan de unas 70.000 personas en esta edición de Los Indianos. Prácticamente la misma población que tiene el conjunto de la Isla Bonita.

 

 

 

 

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