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Día de playa, de calor y de fuego para celebrar la eterna tradición de San Juan

La víspera sanjuanera volvió a congregar a miles de tinerfeños entorno a las hogueras, con la quema de lo viejo y ruego de ventura
Hogueras de San Juan 2019. | FOTO: Sergio Méndez

Si hay una fiesta y una tradición que perdura en nuestras islas y en buena parte del territorio nacional, esa es la víspera de San Juan, esa noche en donde la quema de lo viejo se concibe como un ruego de mejor ventura en el futuro.

Convocado por una tradición religiosa y pagana a la vez, miles de tinerfeños salieron de sus hogares ayer para disfrutar de un gran día de playa -excelente temperatura en todos los lares-y terminar con la puesta de Sol cantando o bailando al calor de cientos de hogueras que desde Santa Cruz hasta Los Gigantes y desde la punta de Teno hasta Anaga se quemaron ayer, siempre con el nivel de seguridad necesario para que no hubiera que lamentar herido alguno o un incendio descontrolado. En este último caso, en Granadilla tuvo que intervenir los Bomberos al írsele de las manos la quema de tomateras cerca de unos invernaderos, o en la playa de El Socorro, donde apareció la patrona de Canarias a los guanches, por hacer demasiado cerca de la cruz del pozo de la Virgen una gran hoguera.

Singulares fueron las hogueras en Puerto Santiago y Playa San Juan, como su nombre mismo indica, en Los Cristianos, en Los Abrigos y en El Médano, una de las más multitudinarias de las celebradas en la Isla, así como la cada año más frecuentadas de El Puertito de Güímar y Punta Larga, en Candelaria, sin olvidar la singular de Tabaiba, que se realiza en el mar, gracias al trabajo incansable del club de buceo El Pejín. Solo el botellón estropea una gran noche.

Tradición del Puerto

Es tan especial San Juan en el Puerto de la Cruz, que el Ayuntamiento siempre se esmera en la organización de unos festejos que este año contaron con los estelares Macaco y Mestisay para la que denominan noche más corta del año, recién iniciado el estío. Playa Jardín y alrededores se convirtió ayer en uno de los puntos más concurridos de Tenerife, combinando cultura, tradición y fiesta, mucha fiesta, y por supuesto alcohol, mucho alcohol.

A esta apuesta musical se unió una de las costumbres más singulares de los portuenses, el enramado de chorros de agua, con frutas, verduras y ramas, por los vecinos y artesanos de la ciudad. La preparación se inició el sábado durante toda la tarde y la noche y continuó ayer mismo hasta el lunes, otro día grande, con el tradicional baño de cabras en el muelle de pescadores, con rebaños rebaños guiados por los cabreros que desfilarán una vez más por los barrancos hasta llegar al muelle pesquero para cumplir con el rito de purificación y limpieza de los animales, como tradicionalmente lo hicieron sus antepasados guanches, al decir del desaparecido Chucho Dorta.

A todos esos festejos organizados o controlados por los distintos ayuntamientos -en Santa Cruz no hubo fiesta organizada por el consistorio- hay que sumar las propias quemas de ciudadanos anónimos , familias o diversos colectivos que llenaron de pequeñas fogaleras todo el contorno de la Isla, como si se hubieran encendido miles de teléfonos móviles en un enorme estadio, aunque el hecho de ser domingo hizo que las cenizas llegaran antes de la madrugada.

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