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La ‘familia’ que ayuda a vivir la playa sin barreras

El Ayuntamiento de Santa Cruz oferta en Las Teresitas, a través de Cruz Roja, el único servicio de baño adaptado de toda la Isla destinado a personas con discapacidad
CRUZ ROJA BAÑO ADAPTADO LAS TERESITAS
Cruz Roja presta el servicio de baño adaptado de lunes a domingo en Las Teresitas. / DA

Cristóbal Rodríguez perdió una pierna hace cinco años. “La mala circulación, el azúcar, la herencia…” son las causas a las que achaca este vecino de El Sobradillo que ahora vaya en silla de ruedas. Sin embargo, esto no ha impedido que, a sus 72 años, siga disfrutando de los pequeños placeres de la vida, como por ejemplo un buen baño en la playa de Las Teresitas. Hasta allí se va dos o tres veces por semana, en verano puede que más, a disfrutar de su segunda familia, la del servicio de baño adaptado que ofrece Cruz Roja en la playa santacrucera, la única de la Isla con esta prestación todo el año. Sara Pacheco es trabajadores social y una de las coordinadoras del programa. En el puesto de socorro que la Cruz Roja tiene en Las Teresitas, Sara desempeña labores administrativas, de información y, por supuesto, de acompañamiento a los usuarios del programa como Cristóbal. “Una de mis funciones es ofrecer información a las personas que quieren darse de alta en el proyecto. Les decimos qué requisitos deben cumplir, qué papeles traer o el horario en el que se desarrolla el servicio”, explica.

Para participar en este programa de baño adaptado, además de que la persona interesada tenga reconocido algún grado de discapacidad, también debe estar empadronada en el municipio de Santa Cruz, ya que este servicio, aunque lo presta Cruz Roja, es ofertado por el Ayuntamiento de Santa Cruz a sus vecinos.

Unas 500 personas están dadas de alta en el programa, en el que participan tanto a título individual como a través de los centros de atención a la discapacidad que también se acogen al servicio. “Unas 150 hacen uso del de transporte colectivo que también ofrecemos y colaboramos con unos 15-16 centros”, explica la coordinadora. “Hacemos una planificación previa y organizamos qué días pueden venir los centros para dar cabida a al mayor número de usuarios posibles pero siempre con un servicio de calidad”, añade.

Técnicos y carpas

Son ocho los monitores encargados de atender a los usuarios. Su trabajo consiste, no en acompañarlos al agua, sino también en realizar actividades complementarias con ellos en las dos carpas que hay instaladas en la playa, una para centros y otra para usuarios individuales. Aunque es en verano cuando la demanda es mucho mayor, detalla Sara que también se oferta en invierno. “En los meses de octubre a junio, solo tenemos el servicio los fines de semana y festivos, de 10.00 a 17.00 horas”. En verano el programa se extiende de lunes a domingo, de 10.00 a 19.00 horas.
Rehabilitación en el agua, nadar o caminar sobre la arena son algunos de los beneficios para esta especial familia playera. Sara Pacheco reconoce que, profesionalmente, este tipo de servicios es muy gratificante porque les dan una solución a sus necesidades “y eso es muy positivo”. “Disfrutan de su día de playa, de sentirse atendidos, de que son uno más, que pueden acceder al servicio como cualquier otra persona, eliminando barreras”, añade.

La relación de los usuarios con los monitores también está llena de familiaridad y de preocupación mutua. Prueba de ello es la reivindicación de Cristóbal para que Cruz Roja destine más trabajadores a este programa, y también, para que haya más voluntarios que apoyen la labor de Cruz Roja. “Somos muchas personas para poco personal, porque ellos bastante hacen con ayudarnos, meternos en el agua, estar con nosotros…Nos hacen todo como si fueran de nuestra familia”. Insiste en que “a veces coincidimos en un fin de semana 30 personas para cuatro monitores. Si ellos se fastidian la cintura qué hacemos nosotros”.

Cuenta que antes había más hombres y que este año hay más mujeres, “aquí también está llegando la igualdad” dice entre risas. Este vecino reconoce que venir a la playa es parte de su vida normal, la misma que le llevó a trabajar desde los 14 años y a ser un carnavalero empedernido. “Hasta que me cortaron la pierna llevaba 38 años de carnavalero”, comenta con orgullo. Y es que Cristóbal estuvo ocho años con la murga “más laureada” de Santa Cruz, Los Diabólicos. “Logramos seis primeros premios y dos segundos”, rememora. Triqui Traquitos y los últimos 18 años, Chiripitifláuticos, cierran su periplo carnavalero. De nuevo aparece el Cristóbal más reivindicativo. “Sigo saliendo en Carnaval con la señora, pero a dar una vuelta solo. Vivo en El Sobradillo y no puedo quedarme mucho porque no hay guaguas. A las nueve y media de la noche sale la última. El Ayuntamiento tendría que poner más guaguas”. También pide arreglos para la playa. “Las rampas de acceso son muy empinadas para las sillas de ruedas”, se queja, y, añade: “tienen que poner más paseos de madera dentro de la playa para movernos de un sitio a otro sin tener que ir por el asfalto”.

Prevención

La playa de Las Teresitas es una de las 12 playas de Tenerife en las que Cruz Roja presta servicio de sociosanitarias, a las que suma otras dos en La Palma. Estos servicios se prestan de forma ininterrumpida todo el año en las playas de Punta Larga (Candelaria) y Puerto Naos (Los Llanos de Aridane), además de en la de Las Teresitas. Asimismo, durante el periodo estival aumenta considerablemente sus recursos habituales, los horarios, días y lugares de cobertura, a fin de atender el incremento de los bañistas. Para ello, Cruz Roja cuenta con un equipo compuesto por unas 70 personas contratadas, entre socorristas, médicos, enfermeros, conductores, trabajadores sociales, etc., y otros muchos voluntarios.

“El 90% de los incidentes se dan fuera del agua; en la arena o los aparcamientos”

La familia de Cristóbal, pero también la de las de miles de personas que cada día acuden a Las Teresitas, cuentan con otro apoyo, en este caso vital, que es el del servicio de socorrismo que también ofrece Cruz Roja en el litoral chicharrero. Fernando Quintero es el responsable del servicio de playas en Santa Cruz. Cada mañana, a partir de las 9.00 horas, organiza a los socorristas que van a cubrir cada uno de los sectores en los que se divide la playa. También está pendiente del servicio que ofrece la embarcación que recorre la costa desde San Andrés hasta Las Gaviotas, y, por supuesto, de los usuarios del servicio de baño adaptado.

Como reconoce este veterano socorrista, “en Las Teresitas tenemos la suerte de tener el rompeolas así que las incidencias en el agua son menos de las habituales en otras playas”. “Esto supone -continúa- que el 90% de las asistencias se producen fuera del agua, en la arena y en la zona de aparcamientos”. Entre las atenciones, detalla que últimamente han aumentado las picaduras de abeja, aunque su trabajo también supone atender caídas en la zona de aparcamientos o incluso atender heridos de accidentes de coche. El punto más peligroso de esta playa es el conocido como el sifón, entre Las Gaviotas y Las Teresitas. “Es una zona que está prohibida pero hay gente que hace caso omiso y con frecuencia intentan pasar por una entrada muy peligrosa, donde solo hay rocas”. Recuerda que hace tres años un extranjero falleció ahí al quedar atrapado en el fondo.

Entre las anécdotas que recuerda está la del señor que se fue con un flotador enorme hasta el espigón. “Vimos que no volvía, que pasaba el tiempo y solo daba vueltas alrededor del espigón, así que después de un rato fuimos a dar con él. Cuando llegamos nos dijo que no sabía nadar y que no podía volver”. Respecto a los servicios, lo más habitual son pequeños cortes, las caídas o tomas de tensión en el puesto del final de la playa.

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