Tener en casa un niño o niña que desarrolla unas altas capacidades requiere una atención especial y un apoyo socioafectivo. “Hay que que darles una formación específica, ya que su ritmo de aprendizaje es superior, y eso es lo que marca todos los problemas que tienen a nivel académico, aprenden antes, luego se aburren”, afirmó la catedrática de la Universidad de La Laguna África Borges del Rosal, que lleva casi 20 años investigando y trabajando en la superdotación. “Podríamos señalar que las altas capacidades son las de aquellos individuos cuyo cociente intelectual es superior a 120, lo que representa el 10% superior al de la media de la población, y la superdotación es un cociente igual o superior a 130. Tienen una capacidad innata, pero luego hay que desarrollarla”.
Sin embargo, ¿cómo diferenciar entre una persona que tiene una facilidad para afrontar una actividad y otra que tiene altas capacidades? Para África Borges, “hoy en día se utiliza mucho el término talento. Puedes tener una facilidad especial en la música, el arte o en deportes, pero hay que desarrollarlo. Puedes tener talento para la pintura, pero si no lo impulsas no llegarás a nada, y esa es la limitación más importante. Deben tener programas específicos para que lleguen al tope de sus potencialidades”. “En algunos casos, con dos años utilizan bien la gramática, en ocasiones podrían aprender a leer solos y lo más evidente es su capacidad de razonamiento”.
Para la investigadora, hay dos mitos peligrosos vinculados con las personas con altas capacidades. “El primero es considerar que tienen desajustes socioemocionales, y esta es una característica que no es exclusiva para las altas capacidades. Y el segundo es mezclar el talento intelectual con el académico. Los alumnos que sacan buenas notas tienen una habilidad importante, pero no todos tienen talento intelectual ni altas capacidades, ya que el esfuerzo puede compensar una inteligencia más desfavorecida. Lo normal es que las altas capacidades conlleven unos resultados académicos medios, ya que se acostumbran a que con muy poco sacan bien las asignaturas, con lo cual no potencian el esfuerzo ni desarrollan altos conocimientos y, cuando llegan a materias que les exige estudiar, empiezan a tener calificaciones inferiores e incluso suspensos”.
Para África Borges, “este grupo de estudiantes tiene necesidades educativas especiales y, por ello, necesitan soluciones específicas. Obligatoriamente hay que buscar la mejor forma para que estos individuos aprendan, pensando en sus capacidades, ajustando la materia para buscar su máximo rendimiento”.
Cuestionada por las intervenciones escolares que podrían realizarse con este alumnado, Borges señaló que “hay diversas medidas, como aplicar medios de enriquecimiento o realizar un agrupamiento parcial o total. En España algunos se llevarían las manos a la cabeza cuando hablamos de seleccionarlos por capacidades y, realmente, la experiencia científica demuestra que donde se realiza va muy bien. Lo que hay que realizar es un buen diagnóstico y ser muy serio para ver qué es lo que le falta”.
No se aplica la norma
La investigadora destaca el papel del profesorado para “animar a esos alumnos”, ya que la sociedad tiende a la normalización y a la igualación. “A todos nos hubiera gustado ser Bill Gates o Steve Jobs, pero nuestra sociedad les hubiera castigado. Hay que potenciar y dar valor al que destaca, al que vale. Es muy importante la formación del profesorado, ya que no saben detectar ni diferenciar alto rendimiento de alta capacidad. Tendemos a la integración de todo el alumnado, pero en estos individuos hay que realizar una diferenciación positiva. Si un alumno destaca en algo, hay que potenciar sus cualidades, que no pierda su interés por el estudio y motivarlo para sacar su potencial. En España y en Canarias tenemos una legislación específica para estos alumnos que no se aplica por desinterés”, lamentó.