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Emilio Gutiérrez Caba: “Benito Pérez Galdós es un orgullo para este país, él sí que es eterno”

El intérprete y director fue ayer el protagonista del Festival Canarias Artes Escénicas, donde participó en el primer Encuentros CAE en el Espacio Cultural de CajaCanarias
Emilio Gutiérrez Caba. | Aarón S. Ramos

En 1960 el diario ABC publicó una foto de la familia de Emilio Gutiérrez Caba, justo cuando él empezaba, en cuyo pie de foto se podía leer “Un siglo de tradición histórica en el teatro”. No nos equivocaríamos entonces si dijéramos que Emilio es uno de los guardianes del teatro español. No solo por su historia familiar sino por su pasión a la hora de hablar sobre él y sus incontables e interesantes anécdotas dentro de este mundo de “cómicos”, como les llamaban hace siglos y décadas.

Gutiérrez Caba fue el protagonista ayer del Festival Canarias Artes Escénicas (CAE), abriendo su segunda edición con el primer Encuentro CAE que, junto al director artístico de CAE, Cuco Afonso, se celebró en el Espacio Cultural CajaCanarias con lleno absoluto.

Horas antes, este actor y director respetado por todos confesó que “estamos en tiempos de una debilidad mental preocupante”, que hay una especie de “freno institucional y político, incluso de desánimo, que se extiende ya no solo por España sino por el mundo entero”, pero que cuando entidades “como CajaCanarias dedican al mundo del teatro, al mundo del espectáculo, un festival se está honrando a sí misma. Todas las gentes de Canarias. Hay pocas comunidades que se dediquen a hacer una gran labor por la cultura y creo que hay que hacerla y muy profundamente”. Para Emilio “el teatro es una de esas patas en las que se tiene que apoyar la sociedad”, como también lo son el ballet, la música o el cine, “a pesar de que haya algún político que está cuestionándose que el cine es arte. Es una cosa de burros. A pesar de todo eso, estas patas son las que sostienen el orgullo de un país o las gentes que forman un país. Los alemanes han sobrevivido a dos guerras mundiales gracias a que creían en su cultura, en su música, en su teatro, en sus ballets. Si nosotros solo creemos en los deportes estamos absolutamente perdidos”, señaló.

En su defensa a ultranza de las artes, Gutiérrez Caba quiso acordarse del canario Benito Pérez Armas y su próximo centenario en 2020. “Tiene que ser una auténtica fiesta insular y penínsular porque es un escritor que es el orgullo de este país. No solo por sus famosos Episodios Nacionales, sino también por su teatro, que fue muy discutido en su época, por sus crónicas, por sus artículos políticos… Es una personalidad maravillosa”, explica con emoción. “Y luego que era un gran pícaro que tuvo amores con Emilia Pardo Bazán. Que dos literatos se enamoren es maravilloso. (…) Forma parte de la historia del teatro español. La figura de este hombre es para estudiarlo por todos los costados y prismas. El año que viene tenemos la oportunidad de honrar a un literato gigantesco. Ahí estaremos todos los que lo recordamos porque él sí es eterno”, no como los deportistas que ahora la sociedad encumbra.

Cuco Afonso y Emilio Gutérrez Caba en Encuentros CAE. | A.S.R.

Nacido durante una gira teatral, a nadie le debiera extrañar que con ocho años se conociera mejor el Teatro Guimerá que algunos chicharreros. Tuvo la oportunidad de leer, ya más adelante, los diarios escritos por un técnico del teatro santacrucero, Orellana, que descubría anécdotas entre sus bambalinas y describía la vida de Santa Cruz de Tenerife entre los años 20 y 60 del siglo pasado. “Este hombre hizo una tesis absolutamente apasionaba del Teatro Guimerá y de lo que pasaba en la ciudad, en los alrededores. Cómo los cantantes de ópera llegaban aquí mareados de los barcos, cuenta lo que ocurrió el 18 de julio de 1936… Son unos cuadernos absolutamente emotivos”.

El pasado fue así pero cuestionado por el futuro, el también dramaturgo (ha escrito tres comedias y por la última, La cueva de Salamanca, recibirá en breve un premio en Toledo), no tiene claro cuál será el devenir del teatro. “Estamos en un momento de enorme confusión”, afirma. “Yo no podría asegurar lo que va a pasar de aquí a unos años. Tampoco sabíamos lo que iba a pasar cuando acabase el franquismo con la organización teatral (…) y ahora está ocurriendo otra vez en el teatro, cine y lo de la televisión ya es inabarcable”, dice, refiriéndose a las plataformas digitales. “Seguramente nos enfrentaremos a retos que van a afectar al propio teatro. Pero es que como decía Cuco, el teatro es una creación que hacen para ti, en ese momento, y es irrepetible. Es como si te pintasen Las meninas cada día de una manera diferente pero seguirían siendo Las meninas. Eso es un poco el teatro”, afirma con pasión. “Cuando la gente que se sienta en las butacas se dé cuenta de que solo ellos van a ver ese día cómo sale (la obra), se darán cuenta de la importancia que tiene. Se crea una empatía entre unos y otros extraordinaria y cuando van dispuestos a ver bien las cosas es emocionante por parte del público y de nosotros”, explica.

También descubre que el público actual es más educado que en años anteriores, a pesar del uso de los móviles. Y cuenta una anécdota entre risas que le ocurrió durante las fiestas de Pozuelo de Alarcón (Madrid), donde mientras recitaba durante una función un señor le cogió de una pierna y le preguntó ¿falta mucho para el baile?

Confiesa también que no hay particularmente ningún personaje que sienta que le falte interpretar y que disfruta mucho de su faceta de director, “es apasionante”, y que hasta que un actor o actriz no haga teatro, “no forma parte de la familia”.

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