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Luis Herrera: “Humboldt estuvo a la altura como polímata de Aristóteles y Leonardo da Vinci”

El biólogo gomero, que tiene entre sus condecoraciones en premio Humbold, recuerda que el naturalista alemán "llegó el 19 de junio de 1799 a Tenerife, estuvo seis dís, descubrió la violeta del Teide y se enamoró del Valle de La Orotava”
Herrera, premio Humboldt, medalla de la República Federal Alemana e Hijo Predilecto de La Gomera / DA

Si hay alguien en Canarias que idolatra a Humboldt y que lo tiene como referencia, es el que fuera vicerrector de la Universidad de Navarra, catedrático de Zoología, el gomero Luis Herrera Mesa, quien entre otras condecoraciones tiene el prestigioso premio Alexander von Humboldt, de quien lleva unos meses hablando en diferentes foros para celebrar el 250 aniversario del nacimiento del naturalista alemán, que se cumple precisamente hoy, y además el 220 aniversario de su viaje a Tenerife, donde pasó seis días y tuvo tiempo para descubrir, como botánico, la violeta del Teide.

-¿Cómo y cuándo llegó Humboldt a Tenerife?
“Humboldt llegó a Tenerife en 1799 en la corbeta Pizarro, aunque primero pasó por la isla de La Graciosa, porque no hay que perder de vista que dos años antes, el 25 de julio, había sido el ataque de Nelson a la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. Al cerciorarse de que los ingleses no estaban en el puerto de Tenerife, dos días después entró en Santa Cruz, el 19 de junio de 1799. Este era un hombre intrépido, Alexander von Humboldt fue un polímata, una persona excelente que destacó en un montón de campos, como en geología, con numerosos estudios en vulcanología, comparados con el Etna, y el Vesubio, en Italia, nuestro Teide o el Chimborazo en Ecuador. Era experto también en mineralogía, en climatología, a Humboldt se le considera el fundador de la geografía moderna. Fue además un eminente zoólogo, descubriendo una especie de monos en toda la Amazonia y también fue un gran botánico, descubriendo un gran número de especies junto a su amigo Aimé Bonpland, por ejemplo, en su viaje a Tenerife, descubrió la violeta del Teide. En definitiva fue un gran polímata, comparable perfectamente a Aristóteles o a Leonardo da Vinci”.

-¿De dónde viene su amor por Humboldt?
“Humboldt me ha apasionado en agradecimiento porque en mi etapa académica, en los años ochenta, obtuve una beca de la fundación alemana que lleva su nombre, creada cuando se cumplieron 160 años de su fallecimiento, y porque también se me concedió el premio Humboldt. La Fundación Humboldt es la más importante del mundo que da unas quinientas becas al año en todo el mundo sin distinción de sexo, raza o religión. Desde el año 1952 la Fundación ha contado con 28.000 becarios, de los cuáles 55 han sido premios Nobel. Todo esto me ha llevado a preparar algunos datos de la biografía tan interesante de Alexander von Humboldt para dar conferencias en Tenerife, en La Gomera y en octubre en el norte de España. Del 16 al 19 de ese mes acudiré a Bonn al noveno Foro de ganadores del Premio Humboldt de 2019, que reunirá a científicos de todas las disciplinas humboldtianas”.

-¿Por qué cree que no regresó nunca más a Tenerife?
“Es una buena pregunta. El estuvo aquí seis días. Se hospedó en el Puerto de la Cruz, con la familia Cologán, luego subió al Teide, donde hace una descripción completa de los pisos de vegetación y el día 25 retorna a Santa Cruz para viajar a diferentes países de la Nueva Granada, como Cuba o Venezuela, luego visita el virreinato de Perú y de ahí retorna a Acapulco y recorre toda la costa pacífica de México. En ese viaje desde Perú a México es cuando él descubre, viendo la temperatura del agua, la llamada corriente de Perú, que luego se le atribuyó el nombre de corriente Humboldt, tan importante para entender el fenómeno de El Niño. De regreso a Cuba conoce al embajador de Estados Unidos y es invitado a viajar a ese país. Allí, ya en 1804, conoce al presidente Thomas Jefferson. ¿Por qué no regresó a Tenerife? Pues él, en Filadelfia, coge una fragata francesa llamada Le Favorite y esta le lleva al puerto de Burdeos, a donde llega en junio de 1804”.

-¿Es verdad la frase que se le atribuye de llamar al Valle de La Orotava, la octava maravilla del mundo?
“Eso lo dijo en Tenerife, pero antes de conocer América, en donde también se quedó enamorado de paisajes impresionantes en Venezuela, en Cuba o en Colombia. El caso es que se quedó prendado de aquel Valle de La Orotava, un manto verde a las faldas del Teide, hace 220 años. Hay una frase célebre de él cuando se marchaba: “Me voy casi con lágrimas en los ojos, quisiera volver aquí”.

-¿Qué diría hoy Humboldt de estos incendios forestales que han azotado Gran Canaria o la gran Amazonia?
“Pues supongo que lo mismo que pienso yo, que para combatir estos incendios hay que entender el cambio climático y para que no se extienda el efecto invernadero lo que hay que hacer es cuidar y fomentar más bosques. Estamos asistiendo además a la destrucción de la Amazonia, donde 40.000 personas luchan contra los incendios. ¿Qué es lo que hay que hacer? Pues evidentemente más educación ambiental y tener cuidado con las labranzas, con los fuegos, con las colillas. El bosque es un patrimonio de todos y aquí en la Islas sin bosques no habría vida, fuente de nuestra agua, a través de la lluvia horizontal que nos traen los alisios con esa humedad tan necesaria para nuestras tierras. Sin olvidar también los medios contraincendios, como hemos visto en Gran Canaria, con ese gran trabajo de la UME y de los bomberos y helicópteros, sin olvidar la política de prevención y el trabajo de limpieza de sotobosque por donde transcurren las carreteras. Y en Canarias hemos vivido tragedias como la sucedida en 1984 en La Gomera, donde por cierto murió un primo mío”.

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