Los hogares monoparentales crecieron el 2% en el último año, hasta registrar 1.878.500 en todo el país, es decir, el 10,1% de las familias en España. En Canarias representan el 11,7% respecto al total de hogares, el 80% de ellos encabezados por mujeres (79.000 frente a los 19.400 por hombres). El Informe Monomarentalidad y Empleo de la Fundación Adecco pretende sensibilizar y profundizar en la situación que viven los más de 1,5 millones de hogares en los que la mujer está al frente.
Tras una encuesta confidencial a 170 mujeres con responsabilidades no compartidas y el conocimiento de consultores en integración laboral de la Fundación Adecco, se vislumbra que el perfil de la mujer canaria al frente de un hogar con responsabilidades no compartidas es de una soltera (40,23%) entre 41 y 50 años (39%), a cargo de un hijo (58%) y ocupada (52,50%), que vive solo con sus hijos (61%).
La monoparentalidad es una estructura familiar que responde a diversas situaciones y que se da, cada vez más, en nuestro país. Aunque se trata de un término frecuente, su definición no está consensuada y, en ocasiones, genera cierta confusión, aunque puede entenderse como un hogar monoparental aquel que, por diversas situaciones, está formado por un adulto -madre o padre- y uno o varios hijos, que dependan económicamente de un solo progenitor. Algunas son resultado de una opción voluntaria y elegida; en cambio otras son la consecuencia de circunstancias no deseadas.
Según el informe Foessa, en los últimos 5 años se ha producido una mejora sustancial de la situación social de España. Sin embargo, los hogares monoparentales, por sus características intrínsecas, están especialmente sobrerrepresentados en la exclusión social. El 65,5% de las familias monoparentales en Canarias se encuentran en riesgo de exclusión o pobreza, frente al 36,4% del resto del país.
La inestabilidad en el empleo y las dificultades de conciliar la vida personal y profesional se convierten en el mayor desencadenante de pobreza: cuatro de cada 10 mujeres en desempleo llevan más de dos años buscando empleo sin éxito. También se constata que tener hijos en hogares con un solo adulto a cargo incrementa notablemente el riesgo de exclusión laboral y ,como consecuencia, de pobreza y exclusión.
Las mujeres con responsabilidades no compartidas suelen acceder a empleos de baja cualificación y jornada parcial, con unos salarios muy bajos y que, en muchas ocasiones, les obligan, por necesidad, a combinarlos con segundos empleos, ya sea en empresas ordinarias o en la economía sumergida.