El próximo mes de diciembre La Laguna celebrará su vigésimo aniversario como ciudad Patrimonio de la Humanidad, la única de Canarias que en la actualidad ostenta este título otorgado por la Unesco y que ha supuesto, a lo largo de estos 20 años, un revulsivo económico, cultural y social para la ciudad, así como una transformación de su fisonomía, con el impulso por la peatonalización, y la puesta en valor de su patrimonio. Un periodo no exento tampoco de polémicas o debates en algunos momentos.
La Laguna se convirtió en 1999 en la decimotercera ciudad de España en recibir tal distinción, y en su decisión, la Unesco valoró que “San Cristóbal de La Laguna es la primera ciudad colonial española no fortificada. Su plano ha proporcionado un modelo para las ciudades coloniales de las Américas”, según el acta publicada por la institución en su momento.
La decisión del comité de Patrimonio Mundial de la Unesco, reunido en Marrakech el 2 de diciembre de 1999, culminó un trabajo que se inició en 1987, cuando el Ayuntamiento de La Laguna, en sesión plenaria y por unanimidad, acuerda solicitar dicha declaración, aunque, sería en 1995 cuando el Gobierno de Canarias acuerda pedir al Estado que el conjunto histórico de la ciudad se incluyese en la lista indicativa española, algo que el Consejo de Patrimonio Histórico acepta al año siguiente.
En el expediente remitido por el Ayuntamiento de La Laguna en 1999 a la Unesco, como dossier complementario al ya enviado en 1998, y en el que estuvo al frente la profesora de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna María Isabel Navarro Segura, se desarrolla la justificación para la inscripción de la ciudad en la lista de la Unesco, que se basa en tres aspectos fundamentales.
Valores sobresalientes
El primero de ellos destacaba que el conjunto histórico de la ciudad presenta un valor universal excepcional como concepción urbana, que data de 1500, “lo que se manifiesta es que es un conjunto representativo del concepto de ciudad-territorio como primer ejemplo de villa hispánica de su tiempo no fortificada, trazada y construida a partir de un proyecto completo basado en la navegación como ciencia de la época, y como espacio de organización de un nuevo orden social de paz inspirado en la concepción milenarista de 1500”, según recoge el texto.
“La laguna se incorporó a la historia cuando ya las demás ciudades distinguidas por la Unesco tenían una larga historia, y creo que uno de los valores de La Laguna es que nace en una época histórica de cambios muy profundos, y eso se advierte en la propuesta de ciudad, radicalmente distinta a todas las anteriores, ya no se habla de fortificación, sino que, se planifica como un espacio abierto, de concordia, de paz, sin fronteras”, añade al respecto Eliseo Izquierdo, cronista oficial de La Laguna.
El segundo aspecto que se destacó en el expediente, es que el trazado original de 1500 “ha permanecido intacto a lo largo de los siglos, manifestando una relación entre parcelario urbano colonial, característico del concepto ciudad-territorio, y la arquitectura mudejar, de la que se conservan en la actualidad al menos 600 ejemplares”.
Por último, el tercer aspecto que se destaca en el documento es que La Laguna “da fe de un intercambio de influencias entre la cultura europea, e hispano-portuguesa de sus pobladores, y la cultura americana con la que ha mantenido un vínculo constante desde el punto de vista humano, cultural y socioeconómico”. A este respecto, Eliseo Izquierdo enfatiza que La Laguna “fue el arquetipo del nuevo urbanismo de la América de habla hispana, el aspecto innovador de La Laguna sirve de ejemplo y el trazado de estas nuevas ciudades se hace conforme a este modelo que se ofrece desde aquí”.
Un antes y un después
Estos factores son los que reconoció la Unesco para incluir a La Laguna en la lista de Patrimonio Mundial, en diciembre de 1999, una distinción que ha supuesto un antes y un después para la ciudad.
“La Laguna se ha rejuvenecido, ha vuelto a tener el perfil que tenía y que había perdido o atenuado”, destaca al respecto el cronista oficial de la ciudad.
“Hoy, La Laguna tiene una vitalidad que en mis tiempos no tenía, yo recuerdo la época en la que se hablaba de la ciudad triste y silenciosa, de la vieja dama, y yo defendía siempre que La Laguna, por debajo de eso, seguía teniendo una gran vitalidad, y el tiempo de alguna manera me ha dado la razón. La Laguna hoy es una ciudad llena de vida, agradable, una de las más paseables, contemplando un paisaje único”, afirma Eliseo Izquierdo. Una revitalización en la que la peatonalización de las principales calles del casco jugó un papel fundamental, que en su inicio no estuvo exento de dudas y polémicas, aunque con el tiempo se han demostrado sus beneficios.
“Claro que la declaración ha sido beneficiosa. La ciudad tienen unos recursos patrimoniales y culturales de película, sigue conservando algo esencial, que es su relación con el paisaje, las percepciones visuales que se tienen cuándo caminas por La Laguna… todo esto forma parte del atractivo que tiene la ciudad”, destaca, por su parte, el director de la Fundación Cicop, Miguel Ángel Matrán, entidad que también jugó un papel destacado en la tramitación de este título. Matrán apunta que, sin embargo, en la actualidad hay una serie de asignaturas pendientes y amenazas que se deben de debatir.
Así, Matrán apunta que se deben de tratar temas como la gestión del turismo que se recibe, “el comercio mal regulado, políticas que reviertan en recursos para mejorar los servicios o la necesidad de una dirección del centro histórico” que coordine todas las áreas implicadas en el casco desde “una organización que vele por el conjunto”. Una necesidad que el director de la Fundación Cicop viene reiterando desde hace bastante tiempo.
NECESARIA Revisión del PEP
Matrán añade, además, que “seguimos con edificios singulares pendientes de incluir en el conocimiento del patrimonio”, como las ruinas de la iglesia de San Agustín, el Palacio de Nava o los antiguos lavaderos, entre otros; y recuerda la necesidad de revisar el Plan Especial de Protección (PEP) del Casco Histórico, que data de 2005, y cuya gestión en los primeros años estuvo acompañada de cierta polémica.
Asimismo, Miguel Ángel Matrán también apunta la necesidad de que los vecinos conozcan mejor “por qué su ciudad es Patrimonio de la Humanidad, para que esos valores sigan pasando de generación en generación”. Unos valores que, a su juicio, se deben dar a conocer más a los visitantes nacionales e internacionales, y no solo los del casco histórico de La Laguna sino todos los de la Isla.
A este respecto, el director de la Fundación Cicop añade que los centros históricos más importantes de Tenerife deberían estar más conectados entre sí “para que el turista pueda conocer todos los recursos culturales que tiene la Isla”. “Habría una red cultural impresionante, pero cada uno se sigue creyendo que es el más importante”, afirma.