La plantilla del CD Tenerife entrenó ayer durante dos horas y media. Fue, probablemente, una de las sesiones más largas e intensas en lo que va de temporada. López Garai no quiere que los puntos del próximo domingo vuelen del Heliodoro, por lo que ayer sometió a sus jugadores a una intensa jornada de trabajo.
A las 10:00 horas entraron al campo de juego los futbolistas y pasadas las 12:30 lo abandonaron algunos.
Para abrir boca, los jugadores completaron un circuito funcional que prestó especial atención a potenciar la fuerza. De segundo, partidillos en cancha reducida y con cinco componentes en cada bando. Y de postre, ya en torno al mediodía, Garai programó un ejercicio táctico con los defensas y los centrocampistas en el que el míster vasco estuvo muy activo. Paró y ordenó a los suyos todo lo que hizo falta, corrigiendo así los malos hábitos que sus jugadores han mostrado en las últimas jornadas. Celosamente guardó sus intenciones respecto al once inicial que tiene previsto alinear el domingo contra el Racing de Santander. Eso sí, mostró en todo momento un 4-2-3-1, que podría ser el dibujo con el que parta este domingo.
La cara más feliz de la sesión fue la del canterano Nahuel Omiliani, quien por fin pudo completar, de principio a fin, una sesión de entrenamiento. No lo había hecho hasta ahora, ya que desde la pretemporada venía arrastrando la rotura con arrancamiento del adductor que le ha impedido jugar.
La de ayer fue una sesión de mucha intensidad, no exenta de algunos golpes que no pasaron a mayores. No obstante, Miérez, Malbasic y Dani Hernández sufrieron algunas caricias que se quedaron en una mera anécdota fruto de la intensidad con la que se emplearon los pupilos de López Garai.
La única ausencia de la jornada fue la de Dani Gómez, que jugó el martes con la Sub21, mientras que Mazán se reincorporó, pero no completó la sesión.