Barrio Nuevo es un barrio de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, situado sobre un escarpe basáltico de una de las laderas del Macizo de Anaga. Se encuadra administrativamente dentro del distrito de Centro-Ifara. Destaca por ser uno de los barrios capitalinos construidos en zonas de fuerte pendiente. Se llega al barrio a través de la Carretera de Los Campitos.
Barrio Nuevo queda delimitado de la siguiente manera: desde el vértice sur situado en la confluencia de las calles de Domingo J. Manrique y del Obispo Pérez Cáceres, que lo separan del barrio de Uruguay, sigue el límite hacia el oeste por el Puente de Javier de Loño Pérez, tomando el cauce del barranco de Santos hacia el norte hasta la Hoya Honda, separándose del barrio de La Salud. Asciende el límite por el cauce del barranquillo de la Hoya Honda hasta su nacimiento, siguiendo luego en línea recta por la ladera en dirección este hasta el barranquillo del Aceite o Aseite a su paso por la carretera general de Los Campitos, quedando separado del barrio homónimo. El límite de Barrio Nuevo se sitúa entonces en la calzada de esta carretera hacia el suroeste hasta la curva frente a la vivienda número 55, donde el límite desciende en línea recta por el lomo hasta retomar la carretera de Los Campitos, que sigue hasta entroncar de nuevo con la calle de Domingo J. Manrique, quedando separado del barrio de Las Acacias.
El barrio tiene una superficie de 0,28 kilómetros cuadrados y se encuentra situado a 4 kilómetros del centro de la capital municipal y a una altitud media de 170 metros sobre el nivel del mar. Barrio Nuevo posee varias plazas públicas, un parque infantil, una farmacia y otros pequeños comercios. Aquí se encuentran también el Hospital Febles Campos y uno de los depósitos de agua de la ciudad. El barrio puede dividirse a su vez en los núcleos diferenciados de Barrio Nuevo, La Llavita y Cueva Roja.
Barrio Nuevo comienza a surgir hacia 1930 tras la parcelación de la conocida Finca de El Gato. El barrio se desarrolla entonces como asentamiento marginal ligado a la autoconstrucción de viviendas. El barrio fue uno de los más afectados durante los fenómenos meteorológicos adversos que ha sufrido Santa Cruz durante el siglo XXI, tales como la riada del 31 de marzo de 2002, la tormenta tropical Delta en 2005 o las intensas lluvias de febrero de 2010.
En cuanto a la variación demográfica de Barrio Nuevo, hay que significar que, desde 2005 (1.728 habitantes) y hasta 2016 (1.352), siempre ha sufrido un leve descenso, salvo un repunte mínimo entre 2007 (1.536) y 2008 (1.557). A 1 de enero de 2019, la población era de 1.358 personas.
Por lo que se refiere al transporte público, en guagua queda conectado mediante la línea de Titsa 902, cuyo trayecto va desde el Intercambiador, pasando por la Plaza Los Patos.
La ‘Finca del Gato’: Así se denominaba antiguamente a Barrio Nuevo
Antiguamente se denominaba la Finca del Gato, como ha manifestado alguno de los vecinos del lugar, en clara referencia a un barrio que ha sido duramente castigado por los fenómenos naturales en el presente siglo.
Es un lugar con mucha historia y que ha sufrido cambios importantes a lo largo de los últimos cincuenta años. De hecho, antiguamente se le denominaba la Finca del Gato, como ha manifestado alguno de los vecinos con los que ha podido contactar este periódico. Incluso, uno de ellos afirma que tuvo esa dirección en el propio carnet de identidad hasta hace bien poco. Otros hablan de un sitio que se ha masificado con el transcurrir de los años.
Eladio Martín Mesa, vecino de Cueva Roja, describe cómo era antes la zona donde vive actualmente y señala que el cambio ha sido muy grande: “Cuando yo vine aquí era la Finca del Gato y le puedo decir, también, que tuve esa dirección en el carnet de identidad hasta hace bien poco. Esta zona antiguamente eran sólo laderas y, sinceramente, no estaba tan tupido (masificado) como lo está hoy en día. En aquellos años de los que le estoy hablando, pues había una caseta aquí, otra más allá y poco más”.
Valentín Hernández, vecino de Barrio Nuevo, señala cómo fueron los orígenes del lugar en que habita desde hace muchos años: “Toda la zona de Cueva Roja hacia abajo pertenecía al Estado. Entonces, todas esas personas se metieron a construir las casas para poder vivir aquí. En este lugar hay gomeros, herreños, palmeros… En Barrio Nuevo hay de todo”.
Salvadora Torres, vecina de La Llavita, habla con nostalgia y mucho sentimiento de un lugar entrañable, pero en el que hubo muchísimas dificultades para poder ir sacándolo adelante: “Aquí no había escaleras. El camino, por llamarlo de alguna manera, consistía en transitar por el barro y por todo ese trayecto hacia abajo (lo señala con voz entrecortada)”.
Carmen Medina, vecina de Cueva Roja, relata cómo se realizaban las labores a la hora de la construcción de las viviendas en Cueva Roja: “Una vez que tenía todo amasado (en clara referencia a los materiales utilizados), y teniendo en cuenta que estaba con casi ocho meses y medio de embarazo y muy cerca de dar a luz, con la barriga para aquí y para allá, metía todo el revuelto en los cubos y se lo alcanzaba a mi marido para poder hacer la azotea”.
Siria Roque, vecina de Cueva Roja, significó la enorme solidaridad y la verdadera familiaridad que existía antes en el barrio: “Si una persona en Barrio Nuevo se ponía mala o una mujer estaba a punto de dar a luz, ya estaban los vecinos, de manera inmediata, limpiándole la casa, lavándole la ropa, bañándole a los niños, haciéndole la comida, le hacían una compra y se la dejaban en su domicilio. Eso eran los vecinos de este barrio antes”.
La alcaldesa visitó Cueva Roja y La Llavita, núcleos del barrio
La alcaldesa de Santa Cruz de Tenerife, Patricia Hernández, recorrió hace unas semanas junto a un nutrido grupo de vecinos Cueva Roja, La Llavita y Barrio Nuevo. A la cita también acudió el concejal responsable de Urbanismo y del Distrito Centro-Ifara, Juan Ramón Lazcano. En la plaza de Cueva Roja, los vecinos y vecinas de la zona mostraron a la alcaldesa el mal estado en el que se encuentra una de las marquesinas metálicas, puesto que no está correctamente fijada al suelo y es inestable, pese a ser un lugar que suele ser utilizado fundamentalmente por las personas mayores. La regidora municipal dio instrucciones para que, desde la oficina del Distrito Centro-Ifara, se hagan las gestiones necesarias para fijar la marquesina correctamente. Igualmente, se trató el tema del mal uso que hacen algunas personas del espacio interior de la Cueva Roja, donde se suelen meter incluso vehículos. En este sentido, el Ayuntamiento está buscando ya qué alternativas pueden ser las más idóneas para preservar y mantener en perfectas condiciones este enclave único. El vecindario también trasladaron a los dos miembros del equipo de gobierno su preocupación por la falta de aparcamiento y por la inseguridad que existe en la única vía del barrio, debido a curvas cerradas con escasa visibilidad. Tras debatir unos minutos sobre las mejores opciones, la alcaldesa planteó la colocación de sendos espejos en las dos zonas más problemáticas con el objetivo de reducir la velocidad.