cristino de vera, pintor, premio taburiente diario de avisos 2019

Cristino de Vera: “Tenemos la memoria para decir que hemos vivido momentos mejores con los que compensar los peores”

Agota, según él, los últimos metros de esa carrera vital que le ha llevado a ser considerado uno de pintores canarios más brillantes de todos los tiempos
Cristino de Vera
Cristino de Vera
Cristino de Vera, pintor, Premio Taburiente DIARIO DE AVISOS 2019. Fran Pallero

Agota, según él, los últimos metros de esa carrera vital que le ha llevado a ser considerado uno de pintores canarios más brillantes de todos los tiempos. Cristino de Vera, Premio Taburiente de DIARIO DE AVISOS 2019, mantiene el ánimo y la vitalidad suficiente para seguir activado a través de las charlas y conferencias que, aún a cuentagotas, sigue impartiendo. Y es que ese almacén de brillantez que tiene por cerebro le ha permitido tanto crear como hacer felices, como él cuenta, a muchas personas que aprecian su trabajo, su obra, su legado. Sin querer hacer balance sí que se sienta a hablar de la vida, de sus circunstancias y del último premio que ha recibido por su carrera artística.

-Don Cristino, aunque hayan pasado algunas semanas, habrá que darle la enhorabuena por el Premio Taburiente y también por tantos y tantos galardones que ha recibido por toda una vida entregada al arte…

“Ha sido una alegría muy especial, he visto gente muy valiosa a la que le han entregado este premio y es un gran orgullo poder estar dentro de este elenco de personas de tanta valía. Uno no se acostumbra nunca a recibir tanto reconocimiento porque, en realidad, yo nunca pensé que pudiera tener cosas así. Es un verdadero honor que se acuerden de uno. Yo jamás pensé que a estas alturas de la vida pudiera recibir el aprecio de tanta gente porque nunca hice las cosas pensando en ser alguien conocido y, sin embargo, he encontrado muchísima gratitud”.

-Se le nota muy emocionado y para muchos resultaría extraño en una persona que ha recogido tantos y tan preciados galardones a lo largo de su trayectoria, usted debería estar acostumbrado…

“Pues sí que ha sido el más emotivo. He sentido una emoción interna bastante fuerte. Llegado este momento, con mi edad y los achaques que tengo ya huele a despedida. Digamos que estamos en el final del camino, ya hemos hecho casi todo lo que hemos podido hacer en nuestra profesión y este premio, posiblemente, sea el último. Recibirlo aquí, en mi tierra, cuando mira uno alrededor y casi no quedan amigos porque todos o casi todos están en el más allá… es muy emocionante”.

-Pero no se le ve con ningún temor…

“Temor no, dudas sí. Un amigo mío, un psiquiatra que reside en Alemania, en un pueblo pequeño cerca de Berlín, me dijo que iba a dejar de ejercer porque ya no podía ayudar a las personas que iban a verle, que ya se han ido haciendo mayores y que su problema mayor es la muerte, la duda de la extinción, la mortalidad. Él dijo que todo esto era más sencillo, que ellos creen que es el final y no es el final, es el principio de un espacio, de un lugar definitivo y que no tenemos capacidad para pensar en ese silencio, en ese lugar. No tenemos capacidad para saber si hay Dios o no, para saber si hay mortalidad o no, todo es un misterio”.

-Habla usted de que siente que se va acercando el final del camino, pero el suyo es un camino muy largo y productivo…

“Sí, muy largo y muy bonito, por momentos. He trabajado con lo que yo más quería, las artes, es lo que más he querido. He hecho una labor muy necesitada en la tierra que es la belleza, algo muy apreciado en el mundo junto a la bondad. Siempre quise transmitirla, en este caso, a través de la pintura, las bellas artes, pero quién duda de que Juan Sebastián Bach o Haendel no han alegrado los espíritus de millones de individuos durante siglos, o Shostakovich, Bela Bartok. Gente de la música, la pintura, toda una historia de artistas que han embellecido la vida de la gente de su alrededor”.

Cristino de Vera
Cristino de Vera, pintor, Premio Taburiente DIARIO DE AVISOS 2019. Fran Pallero

-A usted también le tocó hacer feliz a mucha gente que ha alabado su creatividad y su obra de forma conjunta y que le tiene en muy alta consideración…

“Sin duda, aunque no fuera ese mi objetivo cuando empezaba en esto de las artes. Luego las cosas se van dando, cada una en su medida, pero es complicado ir aceptando la realidad. La realidad es muy dura, la realidad no es la verdad. La verdad, en sí mismo, es la realidad, con sus enfermedades, con sus malas rachas, sus dolores, su desapego. Hay gente que se une, se enamora… Mi padre me lo contaba y me decía que tenía que aprender que la vida cambia, hijo, que todo cambia y el culpable de todo, por habernos traído aquí, es el tiempo. Ya le pedí yo a San Agustín, una vez, ya que estamos en una zona cristiana, aunque esto es cosa de todas las religiones, en la búsqueda de los misterios. Le pregunté, ¿San Agustín, será el tiempo Dios? Y dice, yo sé lo que es el tiempo, pero cuando me preguntan qué es el tiempo, no sé qué decir, me quedo mudo. Y como Buda, que decía, todo es vacuidad, cuando le preguntaban cosas. Cuando eran temas de misterios siempre decía que todo es vacuidad”.

-Usted ha aceptado esa incógnita…

“A todos nos gustaría saber qué hay después. Dicen que hay un plan divino, pero no lo sé, y en realidad nadie lo sabe porque nadie de los que se han ido han regresado para contarlo”.

-Es algo que no se puede descifrar…

“Hay cosas que yo asocio de lo que yo he leído desde muy joven. Yo era un ratón de biblioteca, siempre estaba leyendo, más por miedo que por otras cosas. Por miedo a la guerra, a la posguerra, a la muerte, porque en aquella época murieron de tuberculosis casi todos los compañeros, no había comida y nos estaban rondando los submarinos alemanes que no dejaban entrar ningún barco de abastecimiento. Entonces pasábamos hambre y no había entrada de medicinas ni de alimentos. Nos criamos con plátanos y tomates, la tuberculosis se extendió más y murieron casi todos y yo siempre he tenido mucha sensación de culpa”.

-¿Quiere decir que ha llegado a preguntarse por qué se fueron ellos y no le tocó a usted?

“Ese es el sentimiento de culpa que he tenido siempre. ¿Por qué? Por eso, tiene algo la naturaleza que es demasiado cruel, demasiado triste con las personas, demasiado dura”.

-Usted habla de diferentes estados, de soledad, de tristeza, de alegría, estados que ha sido usted capaz de reflejarlos durante su trayectoria artística…

“Totalmente, siempre. Hay momentos de plenitud, pero todo cambia. El tiempo del ser humano es algo que cuesta aceptar y eso que cuesta tanto aceptar es el cambio. Nada se mantiene fijo. Hay gente que lo lleva bien, que lo lleva de otra manera. Yo no. Me cuesta aceptar el cambio. Hay quien se enamora de una chica, se quieren, comparten diez años o quince, al principio, pero llega un momento que se va, se va la pasión, se va el amor y hay que aceptarlo y es doloroso, muy doloroso. Nada es fijo, pero tenemos la memoria para decir que hemos vivido esos momentos mejores para compensar cuando vienen los peores”.

Un artista único que ha mirado a la muerte cara a cara

Nadie ha mirado a la muerte bajo una perspectiva artística como lo ha hecho Cristino de Vera. El pintor tinerfeño, de 88 años de edad, se ha acercado a esa circunstancia que tanto miedo y tanto respeto desprende entre el ser humano para mirarla cara a cara y basar buena parte de su obra en ella. De Vera, Premio Taburiente de este año, ha recogido numerosos galardones durante toda su vida, entre ellos el Premio Canarias de Arte, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, el Premio Nacional de Artes Plásticas y cuenta con un bagaje profesional y espiritual que lo posicionaron como uno de los más valorados del arte canario. Intentando descifrar cuál es el secreto que hay después de la vida, De Vera sigue admirando a aquellos artistas con los que creció y de los que quedó atrapado en obra y convicciones. Pocos han interpretado esa unión entre el dolor y la belleza, el sufrimiento, la pasión y el adiós. De Vera reconoce que sus conocimientos no han ido a más con el paso de los años en esa idealización vital. “Cada día que pasa sé menos”, resume un artista con mayúsculas que, a día de hoy sigue “llorando por dentro”.

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