
Gabriel Diya, su mujer –Olubunmi– y sus tres hijos –Praise, Favour y la pequeña Comfort– se encontraban pasando las vacaciones de Navidad en el complejo hotelero Club La Costa World en Mijas (Málaga). Habían llegado el pasado día 22 desde la ciudad de Charlton, en el sureste de Londres. El 24, el día de Nochebuena, a mediodía, decidieron salir a tomar el sol a las hamacas situadas alrededor de la piscina del hotel -de unos dos metros de profundidad-. En ese momento, Comfort, de nueve años, decidió meterse al agua. Al cabo de unos segundos y al ver que su hija no salía a la superficie, Gabriel -de 53 años- decidió lanzarse a por ella. Así lo hizo, también, Praise, de 16 años. Los tres se ahogaron.
La piscina ha vuelto a abrir
La primera hipótesis que barajaron los agentes era que Gabriel y sus dos hijos podían haber muerto debido a la succión de la depuradora de la piscina. Y no sería el primer accidente en condiciones parecidas. El pasado 19 de junio del 2018, un niño de nueve años se quedó atrapado en un sumidero sin rejilla del Mario Park de Roquetas de Mar. Las causas de estas irregularidades es la falta de previsión que existe en la legislación, ya que las revisiones que se realizan para comprobar que todo está en orden se realizan a principios de año. Además, la potencia del sumidero disminuye colocando una mayor cantidad de ‘skimmers’. Es decir, bocas de succión que se instalan en las paredes de la piscina, a un nivel cercano a la superficie para que se produzca un filtrado correcto del agua.
¿Muerte por succión?
Por tanto, el ‘skimmer’ succiona a muy poca potencia para evitar accidentes como el de Roquetas. Por eso, si se colocan pocos la fuerza de los sumideros es demasiado alta. “Tendría que haber algún fallo, porque una depuradora no puede succionar con tanta potencia sin motivo”, aclara Beatriz Lindo, socorrista, a EL ESPAÑOL. Además, otros casos de succión en piscinas han sucedido a lo largo de nuestra historia. En septiembre de 1993, en la piscina de una urbanización, una niña de seis años fue víctima del llamado “efecto vacío” y llegó a perder parte de su intestino delgado. Un caso más reciente fue el de un joven de 14 años de Carpesa (Valencia) en 2017; quedó atrapado por la rejilla y se le abrió la barriga hasta succionarle el intestino.
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