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Sanidad alerta del ‘peligro’ de consumir cabezas esta Navidad

El consumo prolongado de cadmio a largo plazo resulta cancerígeno para los humanos

A tan solo unos días de las reuniones familiares, las comidas copiosas y el continuo picoteo, la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan) ha emitido una serie de recomendaciones que instan a limitan, en la medida de lo posible, el consumo de la carne oscura de los crustáceos -gambas, cigalas o carabineros, entre otros-, localizada en la cabeza, con el objetivo de reducir la exposición de cadmio.

El cadmio (Cd) es un metal pesado que se encuentra en el medioambiente de forma natural asociado a minerales de cinc, cobre o plomo, por lo que es un subproducto inevitable en las actividades mineras relacionadas con estos metales. Tiene muchas aplicaciones industriales por lo que su liberación al medio ambiente se ve incrementada por la acción del hombre (quema de combustibles fósiles, metalurgia, incineración de basuras) y por el uso de fertilizantes a base de fosfatos y de lodos residuales.

Este metal no tiene ninguna función biológica en humanos ni en animales pero, aunque su absorción en el aparato digestivo es baja, tiende a acumularse en el organismo, principalmente en el hígado y riñón, durante un tiempo estimado de 10-30 años.

El cadmio es tóxico para el riñón, acumulándose principalmente en los túbulos proximales, pudiendo causar disfunción renal. También puede causar desmineralización de los huesos, bien de forma directa o indirectamente como resultado de la disfunción renal. Después de una prolongada y/o alta exposición, el daño tubular evoluciona de manera que se produce una disminución de la tasa de filtrado glomerular y puede llegar a provocar un fallo renal y, a largo plazo, cáncer. La Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) ha clasificado el cadmio como un agente de la categoría 1 (cancerígeno para los humanos) por existir suficiente evidencia científica que lo avala.

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