coronavirus en canarias

‘El duelo’ de los turistas: de unas vacaciones paradisíacas a la cuarentena y desinformación

Las personas que permanecen en cuarentena dentro del H10 Costa Adeje afirman que se han ido calmando los ánimos, pero critican a Sanidad por la falta de datos
Los turistas aislados en el complejo hotelero pasean sin mascarilla por la piscina y la zona del comedor, mientras que en el hall principal y los pasillos optan por ponérsela a modo de prevención. DA
Los turistas aislados en el complejo hotelero pasean sin mascarilla por la piscina y la zona del comedor, mientras que en el hall principal y los pasillos optan                         por ponérsela a modo de prevención. DA
Los turistas aislados en el complejo hotelero pasean sin mascarilla por la piscina y la zona del comedor, mientras que en el hall principal y los pasillos optan por ponérsela a modo de prevención. DA

Daniel Tovar / Clara Morell

En el complejo hotelero del Sur que esta semana ha acaparado todas las miradas por haber sido aislado con más de 700 personas en su interior, la frase más repetida es la misma: “¿Qué está pasando”. Si bien los huéspedes, tal como han declarado varios de ellos a DIARIO DE AVISOS, tan solo tienen buenas palabras para calificar el trato del personal, que trabaja a destajo para prestar un servicio de calidad a todos los que allí se hospedan, no deja de ser cierto que también existe un descontento generalizado entre los turistas por la falta de información facilitada por las autoridades sanitarias canarias. Hasta el momento, muchos de los confinados en el H10 Costa Adeje Palace indican que solo han podido conocer lo que está ocurriendo gracias a Internet y los recepcionistas.

Durante estos días, en el interior del hotel se ha pasado por un proceso similar a las fases del duelo. Primero, la negación: nadie daba crédito a haber planificado unas vacaciones en las paradisíacas Islas Canarias, y, poco tiempo después, encontrarse inmerso en una cuarentena por el Covid-19. Luego, la ira: el nerviosismo y la escasez de datos se apoderó de los huéspedes, que expresaban a varios medios de comunicación de sus países de origen la desinformación que sufrían. Más tarde, vino el momento de la negociación: una vez asumida la situación, no quedaba otro remedio que consultar a los miembros de la plantilla del H10, quienes procuraban tranquilizar a los clientes, y esperar a que todo pase.

Y esa es la etapa actual. Los comedores ya abren en horario habitual, se sirven las tres comidas diarias; la gente se da un chapuzón en la piscina como si nada anómalo ocurriera, y en las habitaciones, hasta las familias con bebés intentan relajarse, se echan la siesta y procuran descansar. Aún así, pese a que se ha rebajado la tensión inicial, una de las turistas, Anne, explica al DIARIO que la situación que están viviendo para ella es “un poco difícil”, sobre todo, porque ni siquiera le llegó la famosa carta en la que se notificaba a los huéspedes el aislamiento. Dice que ya les han permitido salir de sus habitaciones tras dar negativo por coronavirus, pero como a su alrededor todos llevan mascarilla, asegura que hablar “es muy complicado”. De hecho, esta mujer intenta llevar una vida normal, e incluso reconoce que han estado bebiendo vino.

“Estamos tranquilos, podemos pasear y comer en el restaurante, y nos estamos cuidando”, dice en un perfecto español Heidi, una ciudadana alemana que aprendió nuestra lengua durante los años que estuvo viviendo en Argentina. Lo único que desea es que pase el tiempo de aislamiento. Por ahora, cumple con la rutina que les han impuesto en base al protocolo de Sanidad: deben medirse la temperatura dos veces al día y también pasar las revisiones generales. No obstante, muestra optimismo y afirma que al conocer el idioma “me entiendo mejor con el personal, que es muy amable”.

Algo más negativo se mostró David, que reconocía no estar viviendo su mejor día. Este británico recalca que ha reclamado una medicación en varias ocasiones, pero que aún no ha conseguido sus pastillas, algo que considera “muy preocupante”, e indica que los facultativos desplazados al hotel le han dado una diferente: “Me dijeron que tenía el mismo efecto”, añade.

CARA A / CARA B

Después de ponerse en contacto con el consulado de Reino Unido, donde le comunicaron que debían permanecer en el hotel hasta el nueve de marzo, David cuestiona que lo que están viviendo sea realmente una cuarentena: “Lo que pasa dentro no es cuarentena, es confinamiento. Esto es un plan para asegurarse de que no infectamos a nadie y despreocuparse de nosotros, no hemos visto a los médicos desde el miércoles”, dice.

Respecto al uso de mascarillas y la toma de precauciones en el comportamiento diario, el británico reprueba haber visto a la mayoría de huéspedes coger comida en el restaurante sin protección, gesto que, a su entender, “no está bien y da miedo”. Un temor que, según dice, se extiende entre los turistas de su misma procedencia.

Otro hombre, también llamado David, se manifiesta como una de esas personas que ve el vaso medio lleno y prefiere centrarse en lo positivo: “El personal es estupendo. Podemos ir a las zonas comunes o al restaurante”. Indica que, “obviamente, queremos volver a casa” pero “estoy bien”, que es lo primordial. “El martes daba cierto miedo, con gente que tenía trajes tomándonos la temperatura, pero, a medida que ha ido pasando el tiempo, las cosas se han ido relajando”, asevera.

potencial riesgo

Las camareras de piso acceden ya, casi con total nomalidad, a las habitaciones. Tan solo tienen prohibida la entrada en las que pernoctaban los cuatro italianos que dieron positivo en las pruebas del Covid-19. Además, la Consejería ha señalado a algunos huéspedes que, bien por presentar síntomas compatibles con la enfermedad o haber tenido contacto más directo con el conocido como el grupo de los diez, son considerados “de potencial riesgo”. Por tanto, sus aposentos también son áreas restringidas, donde únicamente pueden dar un paso al frente los sanitarios, ataviados con los correspondientes uniformes de seguridad, consistentes en unas gafas, un delantal de color verde y unas zapatillas especiales.

El procedimiento para los que se encuentran aislados en sus dependencias es dejarles las tres comidas del día en la puerta y hacerles un control exhaustivo de temperatura con regularidad. Los facultativos toman registro de todas las constantes y permanecen atentos a cualquier cambio.

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