coronavirus

De la peor cara de la tragedia, que se ceba con los ancianos, a las canciones de los payasos para alegrar la tarde

El décimo día de confinamiento nos trajo la lluvia, pero también el horror en los centros de mayores, innovadoras técnicas de motivación desde los balcones y hasta la misión secreta de un padre por las calles de la capital tinerfeña
De la peor cara de la tragedia a las canciones de los payasos para alegrar la tarde. Cedida
De la peor cara de la tragedia a las canciones de los payasos para alegrar la tarde. Cedida
De la peor cara de la tragedia a las canciones de los payasos para alegrar la tarde. Cedida

La lluvia ha comenzado a caer y tras ella llegarán nuevos arcoíris, pero hoy, que los contagios parecen levantar el pie del acelerador en España, aunque la cifra de muertos sigue su lúgubre escalada, la desazón habita en los centros de mayores, cerrados a cal y canto a las visitas, donde la vida se marchita en la más amarga de las soledades. La Unidad Militar de Emergencias descubrió ayer, con toda su crudeza, la peor cara de la tragedia: cadáveres de ancianos abandonados en sus camas en centros de la tercera edad.

Al otro lado del horror proliferan los mensajes de solidaridad, convertidos en los grandes soportes anímicos que sostienen a una sociedad encerrada entre cuatro paredes desde hace diez días. Los aplausos ya no solo se escuchan en los balcones y ventanas. Los hospitales de La Candelaria y del Sur y el Aeropuerto de Tenerife Norte se han transformado por momentos en escenarios donde se escenifican los agradecimientos espontáneos y la emoción contenida dirigidos al personal sanitario, a la Policía, al Ejército, a los trabajadores de supermercados…

Y ahora que el Whatsapp pierde fuelle tras el boom inicial de la cuarentena, se multiplica el ingenio en esos grandes escaparates con barandillas de los edificios que ha desempolvado la crisis. Ya no solo se aplaude, se colocan banderas, se dibujan arcoíris, se escucha el pasodoble Islas Canarias o suena el Canario lucha de Los Sabandeños. Las funciones en los balcones amplían su repertorio para todos los públicos. Ayer, después de la salva de aplausos de las 7, grandes y pequeños corearon y bailaron Hola don Pepito y la Gallina Turuleta en Candelaria. Acto seguido, y tras una cerrada ovación, el bloque entero regresaba con una sonrisa al salón.

En Santa Cruz, un padre cumplía el encargo de su hijo de nueve años sin recibir mayor explicación que llevarle una carta a su amigo al otro lado de la manzana. El improvisado cartero no hizo preguntas y cumplió sin rechistar su cometido, consciente de que, en tiempos de guerra, la misiva guardaba un mensaje secreto. “Misión cumplida”, le informó poco después a su superior.

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