coronavirus

Las peripecias de una familia de Tenerife en estado de alarma

Así viven el confinamiento tres generaciones de una familia en la Punta del Hidalgo

Una casa, una finca, una perra y cuatro miembros de una familia de Punta del Hidalgo. Son elementos suficientes para una buena trama de ficción. Sin embargo, lo que están viviendo Fabiola, Gabriela, Esperanza y José Ramiro es pura realidad, es el confinamiento de tres generaciones bajo un mismo techo y el desarrollo de las peripecias que llevan a cabo en su convivencia en estos días desde que se decretara el estado de alarma.
Toca cambiar las costumbres y adaptarse a lo que requiere el momento social que vive España. Por eso Fabiola, la hija de Esperanza y José Ramiro, está de vacaciones forzadas. No conduce la guagua con la que traslada a diario a escolares y mayores, no se tiene que levantar a las seis de la mañana y se dedica a cuidar a su familia para que todo esté en orden y nada dañe a su hija Gabriela, persona de riesgo al igual que su madre.
Las cosas han cambiado mucho en apenas 48 horas. Todo es colectivo, hasta decidir qué se hace de comer porque “no es cuestión de tirar nada a la basura”, como dice Fabiola, que fue precavida y llenó la despensa y el congelador del domicilio antes de que se decretasen las limitaciones de movimiento. Lo demás, “algunas papitas o calabazas” vienen de la huerta que cuida su padre con esmero.
Dentro de lo malo del inesperado confinamiento, la familia tiene la suerte de contar con Kira, la perrita que les está dando la vida. Todos la sacan a hacer sus necesidades una vez al día, una vez cada uno, es el poco ejercicio que pueden hacer. Ahora nadie va por libre, pasan la mayoría del tiempo juntos, preparan la comida ayudándose entre todos y matan el tiempo jugando al parchís y otros juegos de mesa o enseñando a los mayores a usar las nuevas tecnologías.
Han recuperado costumbres que se habían quedado atrás, muy atrás. “Hemos estado juntos más tiempo en estos tres días que en los meses anteriores”, relataba Fabiola quién, de momento, no lleva “tan mal” el aislamiento obligatorio. Para Gabriela el encierro tampoco es demasiado dramático. “Tiene el móvil, la tele, la consola y estamos viendo algunas series”, desvelaba su madre.
Todos han pasado por el termómetro, ninguno ha tenido fiebre, pero Gabriela dio el susto con un episodio de asma, que se solucionó con una viaje de Fabiola al centro de salud a buscar recetas para una medicación con la que aliviar la situación. “Hasta cierto punto nos viene bien esta situación, estamos juntos, hablamos mucho de cosas familiares y, de momento, estamos entretenidos”, comentaba Fabiola, que ya tiene nuevos retos planteados.
Y es que en vista de que el ejercicio físico está limitado ya ha quedado con su hija para hacer alguna clase de Zumba a través de la Wii. “Así hacemos algo de deporte, mi madre da dos vueltas alrededor de la casa y mi padre sigue con sus papas y su huerta”, señalaba Fabiola que dejaba una reflexión final. “Es el momento de ser positivos y de ser conscientes de que la mejor ayuda es estar en casa”. Además, a ellos siempre les quedará Kira.

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