economía

“Ojalá la gente no tenga que vender su oro, pero me temo que así será”

Fermín De Miguel lleva 35 años al frente del negocio de compra de joyas más antiguo de Canarias, ve la crisis económica por el virus con los ojos de quien ha vivido tres recesiones y desea que su intuición falle para que nadie se deshaga de sus bienes por necesidad
La tienda compro oro más antigua de Canarias adquiere en torno a 600 gramos de oro al mes. Con unos márgenes de ganancias “muy ajustados”, su propietario cree que el negocio acabará en breve y asegura que este metal escasea. FOTO: Sergio Méndez
La tienda compro oro más antigua de Canarias adquiere en torno a 600 gramos de oro al mes. Con unos márgenes de ganancias “muy ajustados”, su propietario cree que el negocio acabará en breve y asegura que este metal escasea. FOTO: Sergio Méndez
La tienda compro oro más antigua de Canarias adquiere en torno a 600 gramos de oro al mes. Con unos márgenes de ganancias “muy ajustados”, su propietario cree que el negocio acabará en breve y asegura que este metal escasea. FOTO: Sergio Méndez

Cerca del Mercado Nuestra Señora de África, en Santa Cruz, Fermín De Miguel tiene, desde hace 35 años, la tienda compro oro más antigua de Canarias. La abrió animado por su afición a la numismática (el coleccionismo de monedas), e inspirado por dos amigos que tenían sendos negocios en Madrid y Barcelona. Durante una vida ligada al oro, Fermín ha presenciado tres grandes crisis. La del coronavirus solo ha hecho empezar y muchos ya han tanteado en sus gavetas aquella cadena heredada, aunque aún no ha comenzado la venta: “Ojalá que no les haga falta vender, eso significaría que nadie necesita dinero. Pero creo que más adelante, cuando falte trabajo y liquidez, todo será diferente”.

De hecho, en una mañana normal de desescalada, es escaso el tránsito de personas en el local de Fermín. Un hombre se asoma a la puerta y le comenta que en breve traerá una pulsera para que le repongan una piedra que se le ha caído. De resto, todo parece tranquilo salvo por unos chicos que vienen a colocar unas pantallas de cristal.

¿Por qué hay tantas colas en otros compro oro y aquí no?, nos surge la duda. Fermín lo atribuye a que en su local no se realizan empeños, solo se compra. Así, tras semanas de cierre total de los comercios, los ciudadanos habrían salido en masa para pagar sus cuotas o recuperar su género: “Ya ves, por aquí, nada de nada”, dice mientras señala al vacío en su tienda.

La tienda compro oro más antigua de Canarias adquiere en torno a 600 gramos de oro al mes. Con unos márgenes de ganancias “muy ajustados”, su propietario cree que el negocio acabará en breve y asegura que este metal escasea. FOTO: Sergio Méndez
La tienda compro oro más antigua de Canarias adquiere en torno a 600 gramos de oro al mes. Con unos márgenes de ganancias “muy ajustados”, su propietario cree que el negocio acabará en breve y asegura que este metal escasea. FOTO: Sergio Méndez

EL PERFIL DEL CLIENTE

Ante la incertidumbre en los mercados, el oro ya ha comenzado a subir, y el hecho de que los ciudadanos aún estén vendiendo sus piezas a cuenta gotas es algo que, desde fuera del sector, extraña. Fermín apunta que todo radica en el perfil de los distintos clientes.

Quien invierte en oro de forma habitual es una persona “extremadamente conservadora”. En los últimos treinta años, Fermín estima que este metal ha subido en torno a un 6%, pero no lo hace de forma progresiva. Por eso, cuando sube, recomienda a sus amigos vender: “Si el oro se pasa cinco años estable, y de pronto hace una subida espectacular, les digo que aprovechen”. Justo después de esa gran subida, el oro vuelve a situarse en valores similares a los anteriores.

Este perfil de vendedor, el que usa el oro como inversión segura porque no tiende a devaluarse, es el que actualmente abunda. Aunque Fermín recuerda que no siempre fue así, y que en sus comienzos, en 1980, quien vendía era el proletariado: “Casi siempre eran mujeres, venían con joyas que les habían regalado y me contaban que era para ayudar a sus hijos”.

En la crisis de 2008, quien pasaba por su tienda era “la clase media”. Aquella época fue “gloriosa” para el sector, “se vendía mucho oro, sobre todo por parte de empresarios cuyos negocios comenzaban a tambalearse”, por lo que iban en busca de liquidez.

Ahora, Fermín espera que la compra-venta de oro comience progresivamente a despegar, conforme la apertura de comercios sea total, “se acaben los ERTE y muchos empresarios no puedan continuar”.

No obstante, esta crisis para su sector será “diferente”: “Siempre he creído que las minas más grandes están en la calle, pero ya no queda tanto oro. El que puede mantenerlo, lo mantiene, pero la gran mayoría lo vendió en la anterior crisis”.

De su negocio familiar viven tres personas. Considera que, pese a lo que muchos piensan, estas tiendas no son una fórmula rápida para lograr la riqueza. Y asegura que en 1987, en la Isla había 220 casas de compro oro: “¿Si este negocio es tan bueno, por qué ahora solo quedamos 30?”, se pregunta Fermín, que ya piensa en la jubilación. Casado y con dos hijos, cree que lo mejor será que cuando llegue su momento, la tienda cierre.

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