En una terraza, con un par de cervezas y entre amigos, la conversación más habitual desde que ha empezado la fase 3 del estado de alarma es sobre dónde pasar las vacaciones. Y es que, desde ayer, los canarios pueden cambiar de Isla sin tener que aportar un motivo de peso.
Tinerfeños como Lorena, que es agente de viajes; Haideé y Carla, estudiantes; o John Edison, enfermero, ya sueñan con destinos como La Palma, Lanzarote o Fuerteventura. Algunos argumentan que se decantan por Canarias porque es lo que está permitido en este momento, mientras que otros eligen las Islas como medida para ayudar a la economía local.
En el caso de Cristo, sin embargo, el destino aún no está escrito. Él pensaba salir de España este verano, pero aún “con la mosca detrás de la oreja” por cómo evoluciona el virus, considera que si compra un billete de avión en este momento, es probable que en las próximas semanas se vea obligado a cambiarlo.
A medida que ha avanzado la desescalada, las actividades permitidas han ido aumentando, pero los más fiesteros, como Cristo y Eduardo, siguen echando de menos los festivales musicales, que en estas fechas del año ya habrían comenzado: “Siento que nos lo estamos perdiendo”, apuntó Cristo.
Los locales de ocio nocturno no abrirán finalmente en esta fase en Canarias, algo que Cristo celebra porque “se evitarán contagios” y tendrá “algunos días más de descanso”, ya que vive en el Cuadrilátero lagunero.
De cualquier forma, la desescalada ha sido desigual, porque mientras Paula y John Edison han ido disfrutando en cada fase de las nuevas actividades permitidas, Lorena decidió empezar más tarde como medida de prevención respecto a sus familiares, entre los que hay personas de riesgo.
Eso que los políticos han llamado “nueva normalidad” deja imágenes curiosas, como los nuevos protocolos de higiene que han instaurado casi todos los comercios, o las mascarillas, obligatorias cuando no se pueden mantener las distancias. Sobre el cumplimiento de estas normas, la mayoría se muestra optimista y ve buena fe en el conjunto de la sociedad, aunque siempre es todo mejorable.
Si bien es cierto que en el raro ambiente de desescalada la presencia del virus aún no se ha olvidado, nada tiene que ver la nueva situación con la de hace dos meses. La positividad poco a poco se abre paso y en las calles, ya se habla de las vacaciones.