nuevo cero energético en tenerife

Otro apagón a nivel insular devuelve a 966.000 tinerfeños al siglo pasado

El nuevo episodio recordó lo peor del cero energético de septiembre, pero tuvo el agravante de que esta vez no cayó en domingo, sino en una de esas arduas jornadas de normalidad atrabancada
Cuando levantar la reja no deja de ser un acto de fe por la Covid-19. Sergio Méndez

Cuando levantar la reja no deja de ser un acto de fe por la Covid-19. Sergio Méndez

Como si los tinerfeños no hubieran tenido bastante con lo sucedido el pasado 29 de septiembre, cuando los, aproximadamente, 966.000 residentes en Tenerife tuvieron que soportar unas nueve horas de cero energético o, lo que es lo mismo, un apagón total, ayer se repitió la pesadilla.

Entonces fue domingo, lo que alivió las consecuencias para los tinerfeños. Esta vez cayó en martes, y aunque en siete horas se restableció el suministro eléctrico, los efectos en el día a día resultaron, al ser jornada laborable, mucho mayores. Todos los que habían salido de casa para, por ejemplo, comprar en la farmacia un medicamento, hacer la compra o recoger un paquete en Correos vieron frustrados sus empeños. Del teletrabajo, cuya implantación será una de las secuelas memorables (en positivo) de la Covid-19, mejor no abundar al respecto.

Porque Tenerife, en el año 2020, simula ser un territorio adaptado al siglo XXI, pero la realidad tozuda de Red Eléctrica Española y Unelco Endesa nos demostraron ayer lo errado de tal conclusión. Igual a las últimas décadas del siglo pasado, cuando que se fuera la luz era algo tan habitual como la reserva de velas para hacer frente a la reiterada carencia en el suministro eléctrico.
Felizmente, como pasó en septiembre, ayer no hubo que lamentar una pérdida de vidas humanas en accidentes relacionados con este tipo de apagones, pero sin duda se asiste a una ruleta rusa cargada de previsibles consecuencias funestas en este mundo tan anclado ya en lo tecnológico que no fueron pocos los que ayer tuvieron que reconocer su desconcierto para readaptarse a la realidad anterior al teléfono inteligente y el nacimiento del imperio de las redes sociales.

La peor parte fue ayer para los comercios, como si no tuvieran poco con los efectos económicos de la Covid-19. Cuando todavía levantar la reja supone un acto valeroso a sabiendas de que será una jornada a pérdidas por tantas razones (problemas de aforo por razones sanitarias, recesión general del consumo, ausencia total de turistas…), la manifiesta obsolescencia de infraestructuras energéticas en la Isla, a falta del plan correspondiente que el Ejecutivo autonómico promete tener pronto a punto, provocó la respuesta contundente de las administraciones canarias, que ya multaron con un total aproximado de 40 millones de euros a las dos empresas eléctricas por el apagón de septiembre.

Lo peor es que, hoy en día la sensación entre los isleños es que es más probable otro cero energético en Tenerife que una actualización inmediata de sus redes energéticas.

Como si volviera el barco de la luz.

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