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Eustaquio Villalba Moreno: “Hace falta cambiar el modelo económico y nuestros hábitos de vida”

Geógrafo, profesor y ecologista
Eustaquio Villalba Moreno es geógrafo, profesor y ecologista
Eustaquio Villalba Moreno es geógrafo, profesor y ecologista. / DA

Por Dolores Hernández Díaz, periodista
www.canariascienciasyletras.com

-Desde su visión de científico y exmiembro del Patronato del Parque Nacional del Teide (1993-2003), ¿cuál es su análisis del estado actual y la gestión de los Parques Nacionales y de otros Espacios Naturales Protegidos de Canarias?

“Sigo creyendo que es un error que la gestión de los parques nacionales se haya cedido a instituciones autonómicas o locales. El concepto de parque nacional nació en el siglo XIX en EE.UU. como un espacio protegido por sus valores naturales y cuya gestión quedaba en manos de la Administración presidencial, a diferencia de otras áreas protegidas que quedaban bajo la administración de los estados federados. En el caso concreto del Teide, la gestión es responsabilidad del Cabildo de la isla, al igual que el resto de los espacios protegidos de Tenerife. Los problemas del Parque están relacionados directamente con el éxito que tuvo su promoción turística, al convertirse en lugar de visita obligada para el creciente número de turistas. Una situación que ha dado lugar a que se prime su uso y rentabilidad como parque temático, por encima del objetivo fundamental de un parque nacional: la conservación de su gea, flora y fauna. La saturación de los accesos y los estacionamientos, la carencia de un transporte público que merezca tal nombre, los intentos para privatizar y rentabilizar sus usos, la introducción de especies exóticas como el muflón, que sigue campando por la cumbre a pesar de que desde el PRUG de 1868 se ordena la erradicación. El impacto ocasionado por el acceso a La Rambleta de un número excesivo de visitantes sigue afectando a la conservación de la cima de la montaña y el problema de la accesibilidad al parque sigue sin resolverse porque tampoco se ha resuelto el de la isla”.

-El paisaje rural y el sector primario de las Islas han ido en detrimento, por políticas que han fomentado el turismo y la construcción. ¿Actualmente es viable un equilibrio económico de todo el tejido productivo en Canarias?

“En los años sesenta el PIB de Canarias dependía del sector primario, tanto en la aportación de riqueza como al empleo, pero esta estructura económica solo permitía mantener muy precariamente a la mayoría de la población, los bajos salarios y la emigración eran las evidentes consecuencias. A partir de los setenta el sector terciario comenzó a crecer a un fuerte ritmo impulsado por el turismo, las obras públicas, la construcción y una fiscalidad que abarataba la cesta de la compra a costa de hacer económicamente inviable la práctica de la agricultura de abastecimiento interno. La agricultura de exportación ha visto reducida su superficie, pero ha aumentado notoriamente la inversión de capital y ha reducido los costos laborales. Pero con el modelo económico aplicado en Canarias y el actual marco normativo es imposible que el sector primario consiga atenuar nuestra dependencia alimentaria”.

-Sus libros La crisis Sismo-volcánica del año 2004 en Tenerife y Deslizamientos, tsunamis y crisis volcánicas. Medio siglo de polémicas geológica en Canarias aportaron datos relevantes del vulcanismo en el archipiélago canario. ¿En qué divergen sus estudios, respecto a otras investigaciones científicas?

“Yo soy geógrafo y me interesa explicar los paisajes de las islas. Lógicamente, la base del sistema paisajístico es su naturaleza volcánica y por ello la geografía acude a los trabajos de los geólogos y, también, hace sus propias investigaciones en el área de la geomorfología para entender el devenir del relieve, la morfología, es decir, el sistema paisajístico. Mis estudios se han centrado en el análisis histórico de las teorías científicas que se han venido sucediendo desde la época de L. von Buch. Mis investigaciones han puesto de relieve el gran papel que desempeñaron algunos geólogos. Telesforo Bravo, Juan Coello y, el que fue mi gran amigo, José Manuel Navarro el Maño. Ellos fueron los que aportaron los datos que sustentaban una teoría, los deslizamientos gravitacionales, que posteriormente fue refrendada por el estudio que hicieron científicos ingleses y españoles de la topografía submarina de los fondos de las islas. Estos trabajos me permitieron probar cómo otros investigadores se apropiaban de sus descubrimientos. El Teide tiene un capítulo muy importante en la historia de la ciencia, es una de las razones de su fama y de su reconocimiento”.

-Desde los años ochenta usted ha escrito artículos e impartido ponencias, conferencias y cursos, sobre temas geográficos, medioambientales e históricos, en distintos foros nacionales. ¿Percibe una mayor implicación de la sociedad en la salvaguarda del deterioro medioambiental?

“Cuando comencé mi actividad profesional en los años setenta la conciencia ambiental de la población era mínima, solo una pequeña minoría comenzaba a alertar de las consecuencias de un desarrollo que no tenía en cuenta los condicionantes y costes ambientales. En los ochenta el movimiento conservacionista de las islas se centró en salvar los espacios menos degradados promoviendo y apoyando la aprobación de leyes que protegieran estos espacios y, al mismo tiempo, se criticaba un modelo económico que tiene como único objetivo crecer exponencialmente para aumentar la tasa de beneficios, una carrera hacia el colapso. En las dos décadas siguientes las élites empresariales y políticas trataron de desprestigiar a los grupos ecologistas calificándolos como “los de no a todo”. Fue el mantra que encontraron para descalificarlos por su oposición a las grandes obras públicas, como el puerto de Granadilla o los tendidos eléctricos. Así respondían a los argumentos que sustentaban la denuncia por impacto ambiental y de su falta de lógica económica. El tiempo, los hechos, han confirmado que los que decíamos no al puerto de Granadilla, no a las energías fósiles, no al crecimiento sin límites, éramos los que teníamos razón. Ni éramos catastrofistas ni voceros de teorías conspiranoicas, los datos demuestran que el puerto de Granadilla es inviable, que no se soluciona el problema de la movilidad o la saturación automovilística en los espacios protegidos con más carretera y carriles en las autopistas. Los hechos están demostrando que no se trata de una cuestión de creencias o ideologías políticas, es cuestión de supervivencia del conjunto de la biosfera. La sociedad ha asumido que la sostenibilidad no es igual a crecimiento de la riqueza, a la cantidad de cosas. Hace falta cambiar el modelo económico y nuestros hábitos de vida. Pero los que viven bien, no suelen estar de acuerdo, no les falta nada que se pueda comprar y solo tienen ojos para calcular el monto de sus ganancias”.

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