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La ciencia determina cuánta gente debe manifestarse para derrocar a un gobierno

Una politóloga de la Universidad de Harvard ha estudiado manifestaciones masivas entre los años 1990 y 2006 para determinar el número de personas que harían caer un régimen autoritario
PROTESTAS CHILE
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Manifestantes chocan con la policía chilena el pasado marzo de 2020, en una protesta en Santiago de Chile. EUROPA PRESS

La presión popular en las calles con manifestaciones ha determinado a lo largo de la historia el destino de los regímenes políticos. Cuando se llevan a cabo estas masivas protestas, es habitual que muchas personas se cuestionen cuánta gente hace falta que se manifieste para que un gobierno caiga.

Siguiendo esa cuestión, la politóloga de la Universidad de Harvard, Erica Chenoweth, ha elaborado un estudio para intentar determinar el dato, según relata la BBC.

Chenoweth ha centrado su estudio en las dictaduras, ya que las democracias cuentan con elecciones como mecanismos de cambio político.

Para recabar los datos, se analizaron múltiples protestas masivas llevadas a cabo entre los años 1900 y 2006.

Entre las conclusiones de su investigación destaca que un movimiento social tenía el doble de posibilidades de éxito si no era violento, puesto que esta reduce la base de apoyo y a las manifestaciones que se desarrollan pacíficamente suele acudir mayor cantidad de personas al presentar menos riesgo.

El estudio aclara que evidentemente, cuanto mayor sea la participación popular, más posibilidades hay de que triunfe y consiga derrocar un régimen, pero Chenoweth ha estimado que la media que garantiza dicho triunfo se sitúa en el 3,5% de la población.

Ese 3,5% de la población parece una cifra pequeña, pero en España sería más 1,5 millones de personas manifestándose y en el caso de Estados Unidos serían más de 11 millones de manifestantes.

La investigadora apunta a que cada vez las protestas son menos violentas y también triunfan menos que antes, independientemente de si se realizan pacíficamente o empleando modos violentos.

Uno de los motivos para esto, según apunta Chenoweth, es que las redes sociales han representado un arma de doble flio, ya que los regímenes también las usan para contrarrestar las protestas usando información falsa, infiltración y propaganda.

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