
Con solo 19 años, Asier Sanchiz ya colaboraba con el CB Canarias. Estudiaba fisioterapia en la Universidad de La Laguna y, sobre el terreno, con “los ojos muy abiertos” como recuerda Alejandro Martínez, entrenador del equipo en esa época, trataba de aprender lo máximo posible. Son, seguramente, esas ganas de aprender y superarse cada día lo que lo ha llevado a trabajar codo con codo con Karolina Muchova, una de las tenistas del momento. En el último Open de Australia, entre otros aspectos, ha tenido que trabajar con confinamiento en un deporte en el que cada detalle cuenta y la figura del fisioterapeuta es fundamental.
“Conozco a Asier desde que nació”, reconoce Alejandro Martínez, que recuerda que dio el visto bueno “inmediatamente” a que pudiera colaborar con el Canarias porque consideraba “muy interesante” su llegada: “Hablaba muy bien inglés, para que pudiera hablar bien con los extranjeros nos venía de maravilla, y se adaptó rápido. Me alegró saber que estaba trabajando con tenistas de la WTA porque valoro mucho a la gente que tiene los arrestos necesarios para salir fuera, para dejar tu zona de confort”.
Esa fue la puerta para entrar al deporte profesional, algo que el propio Asier, pese a haber acudido ya a Roland Garros o Wimbledon, nunca podrá olvidar: “Yo estaré siempre agradecido a Alejandro, o a Eliseo Bento por lo mucho que aprendió y la oportunidad que me dieron. Además, algo tan triste como una lesión importante, rotura de ligamento cruzado, hizo que aprendiera aún más”.
Tres años pasó en la entidad aurinegra, hasta que hizo las maletas rumbo a Madrid. Aquello iba a cambiarle la vida. Un Máster de Fisioterapia Deportiva con el Real Madrid lo llevó a la capital de España, donde realizaría luego otro de Entrenamiento y Readaptación Deportiva, hasta que Michal Novotny, eminencia mundial en su campo, se fijó en él: “Viajé con la tenista Kateryna Kozlova a mi primer Roland Garros y toda la gira de mayo a mayo. Ella dejó el tenis un tiempo y regresé a la clínica de Michal en el Bahía del Duque. En enero de 2018, él me dijo que viajara a Praga para conocer a Karolina Muchova, que creía que podíamos trabajar bien juntos y, la verdad, hasta la fecha”.
Karolina era, en ese momento, la número 150 del ranking de la WTA. Ahora es la número 27. Un ascenso que este tinerfeño ha vivido muy de cerca. “Todo el equipo que trabajamos con ella siempre tuvimos plena confianza”, admite, desvelando que cree que aún tiene mucho margen de mejora: “Siempre quiere más. Mucho más. La ambición es muy importante para una tenista. Sabemos que podemos lograr cosas muy bonitas e interesantes. No pensamos en la presión, sino que vamos partido partido y punto a puto. En cuartos de Australia levantamos un 5-0 y en octavos, un 5-1, por lo que el sistema funciona”.
En Melbourne se encontraron con una dificultad añadida: el confinamiento. Australia ha sabido controlar la pandemia imponiendo unas normas muy restrictivas, por lo que, en el Abierto, tenistas y cuerpos técnicos solo podían salir cinco horas al día a la calle: “Fue productivo y creo que quedó claro la importancia de los fisioterapeutas en este tipo de campeonatos por el número de lesiones que hubo. Las jornadas eran bastante rutinarias. Empezábamos con con movilizaciones en camilla, algo que llevamos haciendo desde hace años porque ganamos un poco de movilidad y las preparamos para el ejercicio físico, porque damos un feedback interesante al cuerpo, teníamos una hora de gimnasio, dos horas de tenis y, y en el hotel, otras dos horas de tratamiento”.
Karolina Muchova llegó a semifinales del Open de Australia, cayendo ante la estadounidense Jennifer Brady, hasta ese momento, siempre con el “partido a partido” los nervios estuvieron presentes, siendo quizás una de las características de los Grand Slam: “Desde dentro lo vives con mucha ilusión, pero también con mucha disciplina a la hora de trabajar. Lo peor, cuando más nervios pasas es en el estreno, en el primer partido, porque en el tenis, si tienes un mal día, cualquiera puede ganar a cualquiera entre las 50 primeras clasificadas del ranking. ¿Lo bueno? En este deporte, si pierdes, solo puedes tener un día triste, porque luego debes levantarte porque la semana siguiente hay otro torneo y debes competir”.
Cuando se le pregunta a Asier su mejor recuerdo desde que se dedica a la fisioterapia en el deporte de alto nivel duda a la hora de quedarse solo con uno, pero tiene claro cuál es su torneo favorito: “Tengo suerte de tener muchos y muy buenos recuerdos. Los años del CB Canarias me permitieron conocer a personas maravillosas. Aún tengo trato con varios jugadores. ¿En el tenis? Mi primer Roland Garros, mi primer Wimbledon, que es el mejor torneo de todos, lo tengo claro, o el primer US Open y el primer Open de Australia. El primer título de Karolina, en Seúl, lo recuerdo muy bien. Allí se mezcló la felicidad de la victoria con la satisfacción por el trabajo bien hecho”.
Con esa filosofía de “punto a punto y partido a partido” su próximo objetivo es tan sencillo como a la vez complicado: seguir creciendo. “Quiero que todos los deportistas con los que desarrollo mi labor tengan un buen recuerdo de mí. Esta profesión se renueva y actualiza continuamente y es necesario que vayamos estudiando mucho, manteniendo un criterio para elegir técnicas, porque todas son útiles siempre que sepas cómo y cuándo utilizarla. Es la clave de esta profesión”.