Las Casas del Camino Real, en Fasnia, acogen el rodaje de la versión alemana del exitoso programa de televisión La isla de las tentaciones. Desde finales de febrero se graba las 24 horas del día, con unas 300 personas trabajando en la producción. Es en el cercano campo de fútbol donde tiene su lugar de operaciones parte de la productora. Algo que, como ya reconoció a DIARIO DE AVISOS el alcalde Damián Pérez Viera, supone “un espaldarazo económico” para el pueblo. Ahora, en Alemania, se han podido ver las imágenes de la grabación.
En Love Island los participantes están bajo vigilancia de cámara las 24 horas del día, el objetivo es seguir siendo parte de una pareja sentimental a medida que nuevos concursantes se infiltran en la villa, tentando a los solteros lejos de sus compañeros originales. Quien no encuentre pareja será expulsado. La pareja ganadora se llevará un premio de 50.000 euros. Original de la ITV inglesa (2015), tuvo en 2019 una audiencia del 6,8% en Alemania. Y ahora también lo realizará Atresmedia (Neox) en España, con Cristina Pedroche de presentadora.
Las Casas del Camino Real de Fasnia son una antigua hacienda rural del siglo XVII asentada al pie de lo que fuera la principal vía de comunicación de los pueblos del sur de la isla: el antiguo Camino Real de Piedra.
La Hacienda, coronada en cruz como las grandes fincas canarias, está constituida por una casa principal erigida en 1648 por la familia Delgado Mejías y una serie de dependencias, que van desde un antiguo secadero de tabaco a bodegas, establos y almacenes, hoy, tras la reconstrucción en 2010, convertidos en pequeñas viviendas vacaciones para la estancia de unas 25 personas, con servicios comunes, como una piscina infinita de atalaya sobre el mar.
Según el historiador Octavio Rodríguez Delgado, el Caserío del Camino Real fue comprado en 2006 por la sociedad Tágara-Tenerife S.L -cuyo administrador es el conocido notario Nicolás Quintana Plasencia- a Soledad Rodríguez Llombet y Encarnación Quintana Rodríguez y la parte de Francisco Tabares de Nava y Rodríguez de Azero. Desde entonces, la propiedad de todo el caserío volvió a estar unificada en manos de un solo dueño, tras 163 años de segregación (1843-2006).