
El Parque Cultural Viera y Clavijo de Santa Cruz duele. Y lo hace porque ver cómo se ha ido apagando el esplendor de este imponente edificio construido en 1903, y declarado Bien de Interés Cultural (en la categoría de Monumento Histórico Artístico) en 1986, es un trance al que los chicharreros han asistido con indignación unas veces, frustración otras, y tristeza en la mayoría de ellas. Por eso, la noticia de que, después de años de anuncios, de esperas, de tribunales, de más anuncios, por fin, hay un arquitecto trabajando en el proyecto que recuperará el antiguo Colegio de Las Asuncionistas para la ciudad, ha devuelto algo de esperanza a sus defensores. Fernando Menis, un nombre canario de gran proyección internacional, es ese arquitecto, y es consciente de la responsabilidad añadida que conlleva intervenir en un inmueble tan importante para Santa Cruz.
En una conversación con DIARIO DE AVISOS, Menis confiesa que la historia que arrastra el Viera y Clavijo tiene mucho peso sobre el trabajo arquitectónico a desarrollar sobre el edificio. “La historia de un lugar es clave a la hora de trabajar en el mismo, tanto si se trata de un paisaje natural como si se trata de un espacio con valores culturales, como es el caso del Parque Cultural Viera y Clavijo”. “El pasado, cómo fue pensado, es muy importante -continúa-, pero también el futuro. Como sostiene la Unesco, todos los lugares con valor histórico y cultural que son sometidos a rehabilitación también tienen que recoger la huella del momento histórico, del siglo en el que son rehabilitados. Así que pesa mucho la historia, pero también lo que pensamos del futuro”.
Tiene claro que la rehabilitación no puede ni debe hacer olvidar la historia que acompaña a la construcción, y en este caso, es mucha. Por eso, asegura, que la línea fundamental en la que apoyará su proyecto, para cuya redacción tiene seis meses, es “en el respeto a lo preexistente”. Y no solo se refiere al edificio, “sino a la naturaleza circundante, al barranco”. “Siempre que me enfrento a un nuevo proyecto pienso en cómo fue ese lugar en sus inicios, antes de que llegara la mano del hombre, y luego interpreto esa esencia inicial, en este caso es una apertura hacia el mar y hacia el barranco”. Porque esa mirada de Menis es la que muchos chichareros han olvidado, y no es otra que la de un edificio que mira al cauce más importante que atraviesa la ciudad, y que, como todo en ella, termina en el mar.
Asegura el arquitecto al que se le ha adjudicado la redacción de este proyecto de rehabilitación que no se siente especialmente condicionado por las premisas previas que el Ayuntamiento impuso en la licitación, y que son la rehabilitación del edificio principal por un lado, la construcción de unos aparcamientos subterráneos por otro, y el abordaje del Teatro Pérez Minik, bien demoliendo esta estructura, bien rehabilitándola. “Estas premisas nos condicionan como lo hace siempre el urbanismo, para bien y para mal”, admite Menis, quien añade que, no se queja, porque, “el urbanismo, como todas las normas, se puede interpretar de mil maneras diferentes. Esa es la magia de la arquitectura, y se puede cumplir también de mil maneras, todo depende de cómo lo enfoques. Y de momento vamos cumpliendo dichas normas urbanísticas sin sentir que no podemos, además, ser coherentes con nuestros ideales para ese lugar de la ciudad”.

Entre esos ideales de los que habla este reconocido profesional de la arquitectura está, por ejemplo, el de eliminar parte del muro perimetral que rodea al Viera y Clavijo, y devolver parte de ese espacio a la ciudad. “Nuestra propuesta recoge la idea de eliminar los muros solo por algunos lados, concretamente por arriba, donde proponemos quitar el muro con la verja, que es relativamente nuevo y no aporta estéticamente mucho, y crear unos espacios públicos más anchos de transición entre la calle y el parque”. Sin embargo, apunta que “por el lado del Estadio sí que vamos a conservar los muros porque son los históricos”.
En cuanto al estado actual del edificio, admite que aún es pronto para pronunciarse, puesto que “estamos en medio de las pruebas técnicas para saber si la estructura aguantará al cien por cien o si será necesario reforzarla por zonas”. Asegura que, en cualquier caso, el mal estado no va a condicionar el proyecto porque “siempre es cuestión de enfrentarse a la realidad”.
De esa estructura que ahora mismo, como ha confirmado la Gerencia Municipal de Urbanismo, hay partes con daños serios, Menis admite que si tuviera que destacar algo sería su historia: “Es tan bonita y tan completa”, apunta. Y es que “su valor social por un lado (haber sido el primer colegio para niñas), su valor cultural por otro, por todo el uso que ha tenido, su valor patrimonial por cómo fue concebido y el esfuerzo que supuso. El lugar destaca por muchas cosas, pero, sobre todo, por su posición al lado del barranco de Santos orientado al mar”. Esa historia y sus valores arquitectónicos son los que le han valido la declaración BIC, una protección que para Menis es un valor añadido más que un inconveniente. “Cuando un edificio esta declarado BIC, aunque mucha gente lo vea como algo negativo, yo lo veo como muy positivo, porque eso quiere decir que ya ha sido muy estudiado, se saben cuáles son sus valores, las cosas que lo han hecho llegar a este momento de la historia como bien de interés cultural. Es muy interesante intervenir en un edificio así”.
En una conversación con un arquitecto como Fernando Menis resulta imposible no preguntar por su opinión sobre el estado del patrimonio histórico en Santa Cruz. “Es una cuestión difícil, pero no todo el patrimonio histórico de Santa Cruz está en el mismo estado. Y no todas las situaciones son igual de fáciles. Por ejemplo, la situación de El Toscal es muy complicada. Pero lo bueno es que sí que se tomó una decisión muy ejemplar al comienzo de la democracia, y fue salvar mucho patrimonio, aunque luego cueste tanto mantenerlo en pie y tenerlo al día, como parece que cuesta. Hay mucha historia en Santa Cruz, complicada de gestionar, pero es un reto precioso”.