La familia propietaria de las máquinas que durante décadas surtió de gofio a Tacoronte, está dispuesta a cederlas para que el Molino de El Calvario pueda convertirse en Bien de Interés Cultural, un pequeño museo o un taller cultural. A pesar del conflicto de herencias que pesa sobre la propiedad, los vecinos piden al Ayuntamiento “que se ponga las pilas e intervenga de inmediato para promover su recuperación”.
En su fachada, un mensaje de socorro llama la atención en la calle más transitada de Tacoronte. La construcción, de casi dos siglos, cerró sus puertas en 2001, y ahora está en riesgo de desaparecer. A ver si nuestros gobernantes lo evitan